(Desde Washington, Estados Unidos) Donald Trump conoce desde hace muchísimos años a Ron Dermer, el ministro de Asuntos Estratégicos de Israel, y por eso no le llamó la atención que pidiera una reunión a puertas cerradas en Mar-a-Lago, el condo familiar que utiliza para tomar sus decisiones políticas más importantes rumbo a la Casa Blanca.
Trump y Dermer se encontraron el domingo 10 de noviembre -cinco días después de los comicios presidenciales-, y caminaron un largo rato por la cancha de golf de Mar-a-Lago. Escudado en esa plácida intimidad, con la custodia a metros de distancia, Dermer reveló al presidente electo que había una ventana para cerrar la tregua entre Israel y el Líbano.
Trump no presentó objeciones y dio señales a favor del posible cese del fuego.
“Todos se están sentando a la mesa de negociaciones por el presidente Trump”, posteó el futuro consejero de Seguridad Nacional, Mike Waltz, en la red social X. Y añadió: “Su rotunda victoria envió un mensaje claro al resto del mundo de que no se tolerará el caos. Me alegra ver pasos concretos hacia la desescalada en Oriente Medio”.
Amos Hochstein es el enviado de Joe Biden para el Líbano. Unos días antes de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, Hochstein viajó a Jerusalén para encontrarse con Netanyahu. El premier israelí escuchó la propuesta del enviado de Biden, y consideró que había una alta posibilidad de lograr una tregua con el Líbano que implicará una derrota militar y política de Hezbollah, la organización terrorista apoyada por Irán.
La información de Hochstein, respaldada por Netanyahu, es lo que trasmitió Dermer a Trump en la cancha de golf. Es decir. Trump, Netanyahu y Biden compartían los mismos datos clasificados, y los tres estaban de acuerdo en avanzar con la tregua. entre Israel y el Líbano.
Asimismo, esa información reservada ya había sido chequeada con el premier libanés Najib Mikati, que estaba dispuesto a cerrar una negociación con Israel pese a la presión de Hezbollah. Mikati confirmó su decisión política a Hochstein, que siempre viaja a Medio Oriente con el respaldo de Biden.
A fines de septiembre, durante la Asamblea General de Naciones Unidas (ONU), Biden y Emmanuel Macron -presidente de Francia- habían anunciado su iniciativa para lograr la paz en Líbano. Y la respuesta de Netanyahu dejó sin palabras a Biden y Macron: el premier israelí ordenó anular a Hassan Nasrallah, líder histórico de Hezbollah, cuando empezaban las conversaciones entre las partes.
Esta iniciativa languidecía en el Departamento de Estado y en la Cancillería de Francia, hasta que Dermer se encontró con Trump, que ya había tratado la situación de Medio Oriente con Biden durante su encuentro oficial en la Casa Blanca.
Durante este largo cónclave, ambos presidentes habían coincidido en señalar que la guerra entre Israel y el Líbano afecta los intereses regionales de Estados Unidos, y que se podía establecer una hoja de ruta común. Biden inicia el proceso paz, pero al final de la tregua de 60 días, será Trump quien esté ocupando el Salón Oval.
En este contexto de información reservada y múltiples reuniones, el lunes pasado se encontró con Hochstein y con el staff de Seguridad Nacional de Trump para informar las última novedades. Hochstein adelantó en esa cita que la tregua estaba trabada en una exigencia puntual de Netanyahu: el primer ministro quería tener la instancia de atacar directamente a Hezbollah- pese a la tregua vigente– si creía que había una clara y presente amenaza contra Israel.
La exigencia de Netanyahu fue trasmitida a Trump. Y presidente electo respaldó la pretensión del líder israelí.
A continuación, se redactó una side letter que establece las siguientes reglas de juego:
- Si Israel considera que Hezbollah prepara una ataque terrorista a su propio territorio o asume que ha reanudado los contrabandos de armamento a través de terceros países, debe comunicar al Comité de Seguimiento que integrarán -entre otros países- Estados Unidos y Francia.
- A continuación, si el Comité de Seguimiento determina que la amenaza es clara e inminente, se debe compartir la información con las fuerzas militares de el Líbano, que tienen la misión de evitar que Hezbollah ataque -de nuevo- a Israel.
- Si el Gobierno de el Líbano se resiste a desmantelar la ofensiva Hezbollah, o no tiene suficiente capacidad de fuego, Israel con el apoyo de Estados Unidos avanzaría contra la organización terrorista apoyada por Irán.
La tregua inició a las 21:00 del martes (hora del este), y significó poner en marcha un mecanismo de relojería que implica -durante sesenta días corridos– que se retiren las tropas israelíes del sur del Líbano, se muevan los terroristas de Hezbollah al norte del río Litani, y que el ejército libanés ocupe la zona que era escenario de guerra (ver mapa).
“No se permitirá que lo que quede de Hezbollah y otras organizaciones terroristas amenace la seguridad de Israel. Durante los próximos 60 días, el Ejército libanés y las fuerzas de seguridad del Estado se desplegarán y tomarán el control de su propio territorio. No se permitirá que se reconstruya la infraestructura terrorista de Hezbollah en el sur del Líbano”, afirmó Biden durante el anuncio oficial en el Jardín de las Rosas de la Casa Blanca.
La trama secreta del cese del fuego también tiene como protagonista a Macron, que integrará un comité de control de la tregua junto a los mandatarios de Estados Unidos, Alemania y Reino Unido. Este comité deberá decidir si hay Casus Belli para permitir un eventual ataque de Israel contra Hezbollah en territorio israelí.
El Líbano terminó de aceptar las condiciones del cese del fuego por la presencia de Macron.
Y hacia adelante habrá una agenda de reconstrucción que colocará a Francia en un rol preponderante. No sólo por las inversiones y las decisiones políticas, sino también porque será necesario respaldar en el terreno al ejército libanés, que exhibe un poder militar limitado frente a la capacidad bélica de Hezbollah.
Biden y Trump definieron que formalmente no habrá tropas de Estados Unidos en las zonas que abandonará Israel y la organización terrorista, pero asesores militares y civiles del Pentágono operarán desde al embajada americana en Beirut para evitar que un simple incidente transforme a la tregua en humo y cenizas.
Cuando llegue a la Casa Blanca, Trump definirá si se atiene a la letra de este acuerdo. O escribe otro con sus propias palabras.