Lizy Tagliani y Sebastián Nebot, el momento en que mostraron a Tati por primera vez

Una tarde cualquiera puede convertirse en un recuerdo imborrable cuando el amor se transforma en el motor de la vida cotidiana. Así lo demostraron Lizy Tagliani y Sebastián Nebot, quienes compartieron recientemente un momento cargado de ternura junto a su hijo, Tati. La pareja participó en una actividad escolar que dejó una huella indeleble en sus corazones.

“Hoy tuvimos una tarde de juegos en el cole de nuestro Tati”, escribió la conductora en sus redes sociales, junto a una fotografía que capturaba la esencia del día: risas, creatividad y la complicidad de una familia que celebra cada pequeño instante. Pero no solo se trató de juegos. En palabras de Lizy, la jornada fue también un recorrido por los aprendizajes de Tati: “Nos mostró todo lo que fue aprendiendo durante este año. Fue peluquero de mamá, panadero, heladero, doctor y paciente de mamá y papá. La felicidad es muy grande de sabernos su familia y compartir estos hermosos momentos”, agregó.

Para la pareja, esta visita al colegio no fue solo un repaso de los logros académicos de Tati, sino un viaje a través del tiempo, a esos primeros días llenos de nervios y dudas. En más de una ocasión, el matrimonio compartió cómo se sintieron la primera vez que lo conocieron en el hogar de adopción. “Teníamos miedo, ansiedad, nos preguntábamos si nos iba a aceptar, si nos iba a querer”, recordó Sebastián en otra oportunidad, al revelar la fragilidad y el profundo deseo de construir un vínculo verdadero.

Esa primera visita al hogar quedó grabada en la memoria de ambos. “Llegamos temprano, estábamos congelados por los nervios”, rememoró Sebastián en un homenaje reciente. Tati, con sus pantaloncitos de jean y su camisita con tirantes, parecía un muñeco. Pero fue su espíritu juguetón el que rompió el hielo. Con sus autitos y un rompecabezas, logró que Lizy y Sebastián dejaran de lado sus miedos y comenzaran a construir, pieza por pieza, la relación que hoy define sus vidas.

Lizy Tagliani y Sebastián Nebot compartieron actividades con su hijo en el colegio (Instagram)

Aquella primera conexión, llena de pequeños gestos y grandes emociones, fue el preludio de momentos como el vivido en la escuela. Cada juego y cada tarea compartida en el colegio resonaba como un eco de esa primera invitación de Tati a entrar en su mundo.

Para Lizy y Sebastián, ser padres de Tati significa estar presentes en cada momento de su vida, desde los grandes eventos hasta los pequeños detalles. Ella, entre risas y lágrimas, suele recordar lo que implica ser mamá por primera vez. “Desde llevarlo al pediatra, enseñarle a cepillarse los dientes o prepararle la comida, hasta consentirlo en todo lo que puedo”, confesó con orgullo.

Esa dedicación incondicional no solo es el reflejo de su amor por Tati, sino también un homenaje silencioso a Celestina, la madre de la también actriz, quien falleció antes de que la humorista alcanzara la fama. En cada gesto hacia su hijo, Lizy busca transmitirle los valores que aprendió de su propia madre: resiliencia, orgullo por ser uno mismo y la valentía de enfrentar el mundo sin miedo al qué dirán.

La publicación sobre la jornada vivida en el colegio no tardó en generar reacciones entre sus seguidores. “Qué hermosa familia”, “Los amamos” y “La niñez es la etapa más linda, disfrútenla” fueron algunos de los mensajes que inundaron el posteo. La imagen de los tres, unidos y felices, se convirtió en un símbolo de esperanza para muchos, especialmente para quienes creen en las nuevas formas de construir familias.

Pero para Lizy, esta historia no es solo personal. En una reciente reflexión, habló sobre los miles de niños que, como Tati, esperan una familia que los ame y les dé un hogar. “Es inevitable pensar en los miles de ‘Tatis’ que necesitan una familia”, dijo, visibilizando una realidad que suele pasar inadvertida.

La conexión de Lizy, Sebastián y Tati parece estar simbolizada en un simple objeto: un rompecabezas. Durante el Día de la Madre, la pareja recibió un regalo que incluía una fotografía enmarcada de las manos de los tres. El gesto fue más que un símbolo. Fue una manera de decir que, como las piezas de un rompecabezas, sus vidas se unieron para formar una imagen completa, llena de amor y significado.

Lizy, Sebastián y Tati son mucho más que una familia; son un ejemplo de cómo el amor y la resiliencia pueden transformar vidas. Cada momento compartido, cada actividad en el colegio, cada reflexión en redes sociales, es una invitación a celebrar las diversas formas en que el amor puede manifestarse. Porque, al final, lo que define a una familia no es de dónde vienen sus miembros, sino lo que están dispuestos a construir juntos. Y Lizy, Sebastián y Tati han demostrado que, con amor, todo es posible.