Las cocinas de campo tenían una gran mesa en el medio que, cuando no se usaba para comer, lógicamente se aprovechaba para trabajar por la comodidad de poder caminar a su alrededor y elegir la luz más conveniente. No es de extrañar que esa disposición sea la gran favorita de hoy, porque también dan lugar a comidas compartidas en estos tiempos de comedores formales en baja, ofrecen lugar de guardado, admiten anafes y piletas, son divisores en espacios integrados y depositarias de mucho estilo.

Una actualización súper lograda

Este departamento ocupa las últimas dos plantas de un edificio histórico en el Eixample, una extensa superficie que reúne las obras más emblemáticas de Gaudí (la Sagrada Familia, La Pedrera, la Casa Batlló), bares y restaurantes de moda.

Ubicada en un paso amplio entre el living y la cocina que se abre a la terraza, un comedor de estilo escandinavo, con sillas de la firma danesa Menu.

Esta reforma llevaba implícito el desafío de condensar la riqueza de su entorno, y así lo entendió la interiorista Verónica Mimoun, quien proyectó una actualización desde el respeto por los elementos originales de la construcción.

En un lindisimo contraste de texturas y tiempos, lámpara 'Birdie', del diseñador alemán Ingo Maurer, colgando del techo de bovedilla. Isla de Corian con cajones olleros.

La bovedilla que se recuperó en la reforma es protagonista absoluta gracias a una distribución abierta que permite la entrada de luz desde la terraza.

Diseño exterior en sintonía con las formas y colores del interior.La mesada de Corian tiene bacha con grifería en acero inoxidable.

El color y la textura de las banquetas de poliuretano ‘Koki’, de la firma italiana Desalto, remiten al cuero y se asocian de maravillas con el techo de ladrillo.

Ni blanco ni colores fuertes: para bajomesadas y alacenas, se eligió un elegante color visión.

Un toque de color, diseño y recuerdos de la antigua construcción se dio en un solo movimiento con un empapelado que recuerda los pisos de calcáreos tradicionales de estos edificios del Eixample.

El respaldo y los estantes de madera clara retroiluminada, un atractivo acento sobre el empapelado de Martyn Lawrence Bullard (Cole&Son).

Deco y reforma, unidos desde el minuto cero.

“Entramos en este proyecto de cero, junto con el estudio de arquitectura. Es la situación ideal”, dice María Belén González, creadora de la firma be.I, a cargo del interiorismo de esta cocina. “Una de las primeras cosas que sugerimos fue ampliar aún más la conexión con el comedor y usar los mismos pisos en toda la casa.

Piso de porcelanato ‘Tamarindo’ de Vite.

Los géneros (Tienda Mayor) del tapizado de las sillas del comedor y las fundas de las banquetas de la isla combinan con el ‘Plomizo Intenso’ de Alba, con el que se laquearon bajomesadas y alacenas.

 Extractor (Franke). Mesadas de mármol Calacatta ‘Vagli’ (Mediterráneo Surfaces).

“Tuvimos mucho tiempo para intercambiar ideas con los clientes: el dueño de casa le había puesto muchísimo foco a este espacio, y trajo muchas imágenes que lo inspiraban: el color surgió de allí, pero con un toque azulado, para alejarlo de los grises más vistos”, resume, sobre lo que es solo el comienzo de este espacio cotidiano lleno de detalles.

“Buscando darle aire al diseño, no queríamos la campana tan cerca de la zona de fuego. Poner un extractor más potente nos permitió esa diferencia de altura”.

Otro detalle amoroso: los cajoncitos pensados para cosas chicas, esas que nunca parecen encontrar un lugar propio. Apliques de luz (La Feliz).

“Buscando una vuelta de tuerca original, pusimos ‘montada’ sobre la mesada lo que podría haber sido una vitrina hasta el piso. Siempre nos gusta dejar algo a la vista, y ellos tenían muy linda vajilla para mostrar.”

Los tiradores, en variantes lineales o de perilla se mandaron traer desde Barcelona.

Para integrar la tele con elegancia, hicimos un corte en el mueble y lo revestimos con la misma chapa de petiribí de la vitrina y las puertas de la isla.

María Belén González, creadora de la firma be.I, a cargo del interiorismo

Las persianas americanas de madera regulan la luz, dan privacidad sobre todo a la noche, cuando la casa se ve más desde la calle, y una perfecta armonía con el piso y las puertas de la isla.El revestimiento de madera ranurada y laqueada solo se interrumpe en la alzada, por una cuestión de precaución ante la proximidad del fuego. Aplique de luz (La Feliz).

Esta vez, separada

“En nuestra casa anterior, todo era integrado, pero por la dinámica actual de la familia, esta vez decidimos separar la cocina-comedor diario del resto”, dice el arquitecto Tulio Rossini, que lleva más de una década construyendo en San Martín de los Andes.

Negro, blanco y madera para una cocina en contacto con el espectáculo cambiante de San Martín de los Andes.

En esta enorme isla-mesa, la familia cocina, comparte comidas, charlas y juegos. El arquitecto Rossini la hizo con Neolith, y ubicó el anafe en el extremo más próximo a la mesada de madera. La vista hacia la estación de café revela el vertiginoso ángulo de esta isla impactante.

Sillas ‘Tolix’. Lámparas colgantes (Mercado Libre). Ollas (Lafont).

“Para este lugar, que es el que definitivamente más usamos, elegimos un estilo semi rústico; incluso aprovechamos tablas de madera que fueron sobrando de la obra y las pintamos de blanco para revestir el techo”, comparte Rossini.

Mesada, estantes de lenga y muebles de MDF negro (todo, arquitecto Tulio Rossini). Los troncos de roble pellín interrumpen el blanco y subrayan el perfil del techo a dos aguas.