Un técnico revisando el sistema de aislamiento de una vivienda. (Europa Press)

Sentir una corriente de aire cuando la casa está cerrada a cal y canto puede sorprender, pero se trata de algo bastante común que denota que la vivienda tiene un problema de aislamiento que debería llamar la atención a los propietarios. Supone un problema térmico, ya que en invierno el frío penetrará en el interior y hará que el sistema de calefacción no sea del todo eficiente, y en verano, el calor se colará a pesar de que las persianas y ventanas estén bien cerradas.

Existen diversos motivos para que esto suceda, no obstante, también existen muchas soluciones. Una de las razones más comunes es el desgaste invisible en las juntas de puertas y ventanas. Con el tiempo, estos sellos pueden deteriorarse, abriendo caminos sutiles para las corrientes de aire. Los marcos mal ajustados o defectos de instalación también permiten la entrada de aire, que provocan incómodas corrientes. Para identificar estas pequeñas infiltraciones, hay un truco sencillo: utilizar una vela como detector. Al pasarla cerca de ventanas, puertas y zócalos, cualquier parpadeo de la llama o movimiento del humo indicará una fuga.

Cómo resolver el desgaste invisible en las juntas

La solución inmediata para estos problemas implica reemplazar los sellos dañados alrededor de las ventanas y puertas. Aplicar sellador o espuma expansiva puede ser una solución muy eficaz para los huecos entre marcos y paredes para no perder la calefacción por esas pequeñas rendijas.

Las grietas en la fachada

Las paredes y techos mal aislados son igualmente responsables de facilitar el paso del aire exterior. Las grietas en las paredes, el techo o las estructuras del ático proporcionan vías inadvertidas para que el aire frío se infiltre. Este problema es más pronunciado en edificios antiguos o de mantenimiento deficiente, donde las grietas exteriores en los zócalos y molduras contribuyen a las corrientes de aire indeseadas.

Fortalecer el aislamiento térmico comienza con la identificación de las áreas afectadas. Las inspecciones visuales o el uso de un detector térmico pueden revelar las áreas problemáticas. Para fortalecer el aislamiento, resulta esencial aplicar masilla o mortero en las grietas detectadas. Mejorar el aislamiento de los áticos, las paredes exteriores y los pisos también ofrece una barrera eficaz contra las corrientes de aire.

Los conductos de ventilación

Un factor a menudo pasado por alto en la lucha contra las corrientes de aire son los conductos de ventilación. Si bien sistemas como las chimeneas y campanas extractoras son cruciales para la calidad del aire interior, a menudo también introducen aire frío al espacio. La ausencia de válvulas de retención o su mal estado permiten la entrada de aire exterior, especialmente en condiciones ventosas. En estos casos, instalar o remplazar esas válvulas es indispensable. En este sentido, las rejillas de ventilación deben estar bien ajustadas y en buen estado. Para chimeneas que no están en uso, un obturador puede prevenir el flujo indeseado de aire frío.

Huecos en los interruptores

Otro origen inesperado de corrientes de aire son los enchufes e interruptores eléctricos. Si bien parecen aberturas insignificantes, en las paredes exteriores permiten el paso del aire. Para detectarlo, basta pasar la mano cerca de estas aberturas para percibir el flujo de aire. Las casas antiguas son particularmente propensas a este problema. Este problema se puede solucionar con juntas específicas detrás de las placas de tomacorrientes y de aislamiento de espuma alrededor de las cajas eléctricas.