Marisa a sus 18 años se puso de novia con “el musculoso”, un chico 6 años mayor con el que estuvo de novia durante cinco años en lo que describe como una relación muy rutinaria, aburrida y con muchos cuestionamientos sobre su cuerpo, “lo pienso y vuelvo a llorar de lo que me banqué”, reconoce.

Algunos días y el ritmo que ya tenía de la relación, la hacían seguir en ese compromiso, pero en esos cinco años de noviazgo fueron pasando otras situaciones que la llevaban a pensar que el camino no era por ahí.

“Con tu primo me caso”

Con toda esta situación que atravesaba, mientras Marisa estaba de novia con “el musculoso”, su autoestima se destruía pero, así y todo o tal vez por eso, estaba siempre alerta por si alguien se fijaba en ella, si alguien le decía algo lindo o tal vez por si aparecía algún posible candidato.

Y pasó. Cuando Marisa estaba en el último año del secundario tuvo de profesora a Lucrecia, recién recibida y por lo tanto muy cercana a su edad, que no solo las acompañó en el viaje de egresados sino que, en los años siguientes, formó parte del grupo de amigas.

Marisa y Ernesto se llevan 10 años

Su amiga Lucrecia tenía también un local de ropa que solía ser el punto de encuentro para tomar unos mates, y allí solía frecuentar su primo Ernesto, 10 años mayor que Marisa. “Fue un flash, desde que lo ví que le dije a mi amiga: con tu primo me caso”, admite Marisa. Buscaba cualquier ocasión para verlo, cruzarlo, saber de él pero no había más que eso, estaban los dos en sintonías completamente distintas.

Un encuentro en el hotel, ¿casualidad o causalidad?

Marisa seguía dentro de esa relación de pareja nada sana cuando se enteró que Ernesto iba a ser papá soltero. Si pensó que alguna vez podría casarse con él, su paternidad inminente la desesperanzó.

Ella seguía dando todo por su relación y en el verano del 2015 viajaron con su pareja a la costa en un intento de salvar el noviazgo. Pero uno no puede programar todo y para su sorpresa, al llegar al hotel, ¿quién estaba?: Ernesto, su bebé y unos amigos con sus respectivos hijos. “Mi novio y yo los conocíamos a todos así que pasamos las vacaciones juntos, y sin darme cuenta ni recordar por qué motivo Ernesto y su bebé, que tenía un año, se volvieron con nosotros en el mismo auto”, se ríe Marisa ahora al recordar aquel hecho casual.

A los dos meses de aquel verano Marisa decidió poner fin a su relación, no sabía nada de Ernesto pero tampoco pensaba en él, estaba con la cabeza puesta en otro lado.

El click: la semana de la dulzura

Pero el 7 de julio de 2015 todo cambió, y qué mejor momento para un cambio que la famosa semana de la dulzura.

Ernesto y Marisa coincidieron en una cena, él le regaló un chocolate y se marchó porque tenía que trabajar. Marisa le mandó un mensaje agradeciéndole el gesto y a partir de ahí no dejaron de hablar.

Tres días después, Marisa con 22 años y Ernesto con 32 años, tuvieron su primera cita: comieron pizza con huevo frito y papas fritas en lo de Marisa.

El chocolate selló el amor

En el 2017 se fueron a vivir juntos. Él organizó una cena y le dio una copia de la llave de su casa. Cuando cumplió 40 años contrató una banda que cantó la canción de la pareja: “Déjame intentar” de Carlos Mata, y le propuso casamiento. Aún no hay fecha, quieren hacer fiesta y viaje de luna de miel.

“Desde ese día que estamos juntos, jamás nos separamos, pasamos miles de cosas juntos, hemos tenido miles de etapas complicadas pero sin duda estamos destinados a estar juntos, nos encontramos muchas veces pensando lo mismo, haciendo lo mismo en diferentes lugares, pensando en comer o hacer tal plan los dos en el mismo momento. Esta es una pareja real, es inexplicable la gran conexión que tenemos”, asegura Marisa.

Se definen como una familia fanáticos de Racing, donde predomina la risa, la música, las bromas y el buen humor. y aunque aún no dieron el sí en el altar, juntos son papás de Ernestina (5) e Inés (9 meses).

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