“Vamos a jugar 120 minutos con un jugador menos”, había anticipado Gustavo Alfaro antes del viaje a la cima del fútbol continental. “Me gusta que renieguen y se sientan incómodos”, se relamió antes de tiempo su colega Óscar Villegas. Los 4150 metros sobre el nivel del mar del estadio Municipal El Alto, construido en 2013 en el sitio más elevado de La Paz, atravesaron tanto la víspera de Bolivia vs. Paraguay como el propio desarrollo de un partido entretenido y cambiante, que acabó con un justo 2 a 2 y que, como para no privarse de nada, hasta tuvo un rato de granizo.

Xabier Azkargorta, el entrenador vasco que hace 30 años logró la hazaña de llevar a la selección boliviana hasta el único Mundial que protagonizó (Estados Unidos 1994), repetía una y otra veces el consejo que le habían dado para adaptarse a los 3650 metros de altura de la ciudad de La Paz: “Andar despacito, comer poquito y dormir solito”.

Su colega argentino Alfaro, un estudioso de la historia aunque a veces se equivoque –en la conferencia de prensa atribuyó a Bartolomé Mitre una frase que no era suya–, tal vez sabía de los consejos del vasco Azkargorta, y planificó un partido para que Paraguay se moviera despacito y jugara poquito. No le funcionó, porque a los 14 minutos Ramiro Vaca picó una pelota a la espalda de José Cáceres para un desmarque de Ervin Vaca y éste definió cruzado de zurda para poner el 1-0, gracias a que Gustavo Gómez habilitaba por el medio (más tarde, a los 30 del segundo tiempo, éste concedería el penal que permitió el 2-1). Hasta cumplida la primera media hora, Paraguay fue una sombra en el césped, con la cabeza más puesta en prestar atención a la respiración que al juego.

Gustavo Alfaro sigue invicto como director técnico de Paraguay: en la altura de los alrededores de La Paz consiguió una igualdad tan importante que el seleccionado albirrojo está ahora en una de las posiciones clasificatorias para la Copa del Mundo.

Así salir a la cancha en el estadio Hernán Siles Suazo, de La Paz, fue siempre un dolor de cabeza muy difícil de resolver para todo equipo visitante, subir otro par de peldaños había empezado a convertirse en un trauma. Fuera porque afectaba más a los pulmones, a los glóbulos rojos que trasladan el oxígeno, a la psique, o a todos los sistemas orgánicos a la vez.

Villegas, que como futbolista desarrolló 90 por ciento de su carrera en las alturas –Cochabamba, Oruro, La Paz–, tampoco se tomó el ascensor para bajar cuando se puso el buzo de entrenador. Encontró su casa en Always Ready, el club de El Alto, y cuando le ofrecieron hacerse cargo de la selección su primer pedido fue trasladar allí la sede del conjunto nacional. El segundo, conformar sus convocatorias cuando juega como local con hombres de Bolívar, The Strongest y, por supuesto, el propio Always Ready. La fórmula otorgó resultados inmediatos: 1-0 a Colombia y 4-0 a Venezuela para recuperar una expectativa concreta de clasificación. Hasta que llegó Alfaro y le alteró el libreto.

Aun tratando de moverse poco, para no perder aire, Paraguay fue luchador en las alturas, como Alex Arce en esta disputa con el boliviano Lucas Chávez.

Paraguay empezó a soltarse sobre el final de la primera mitad, empujado por el ida y vuelta de Matías Galarza, y acabó de hacerlo con el ingreso Julio Enciso a la vuelta de vestuario, y los de Antonio Sanabria y Kaku Romero Gamarra más tarde.

La correcta lectura de Alfaro desacomodó al local, desacostumbrado a que alguien le discutiera el campo y la posesión allá arriba, cerca de las nubes. Bolivia fue metiéndose cada vez más atrás, sin siquiera aprovechar los contragolpes, y terminó pagándolo por partida doble.

Compacto de Bolivia 2 vs. Paraguay 2

Primero, a los 26, cuando se combinaron los tres hombres de ataque incorporados por el director técnico: Enciso tocó para Miguel Almirón y el 10 acomodó su remate contra el palo izquierdo. Después, con el 2-1 en contra y a los 45 minutos clavados, cuando los paraguayos les dieron a probar a sus anfitriones de una de sus medicinas predilectas, el remate desde fuera del área. Enciso enganchó dos veces desde la izquierda para dejar rivales en el camino y su violento derechazo se metió contra el palo izquierdo del arco de Guillermo Viscarra.

Celebró el empate Paraguay, que prolonga la racha invicta (tres éxitos, tres empates) desde que tiene al entrenador rafaelino y acaba el año situado en uno de los puestos que conducen al Mundial. Se le cortó la racha a Bolivia en El Alto. Puede seguir sacando pecho y buscando frases sesudas Alfaro para deleitar a la prensa en sus conferencias. Quizás infunda algo menos de temor Bolivia aunque reciba a sus huéspedes por encima de los 4000 metros. Lo concreto es que a unos y otros los espera un largo 2025 en el intentento de abrazarse al festejo final.