(Imagen Ilustrativa Infobae)

Lo que parecía un día de trabajo en una obra en una antigua villa de Penzing, en Viena, terminó con un hallazgo extraordinario. Durante los trabajos de renovación de la casa, un fontanero encontró 30 kilos de monedas de oro ocultas en una caja metálica, valoradas en 2,3 millones de euros.

El descubrimiento ocurrió de manera fortuita. Tobías, nombre ficticio otorgado por el medio alemán Heute, quien ha publicado la noticia, era uno de los obreros de la casa, y notó una cuerda saliendo del suelo mientras trabajaba en el sótano de la villa, pero decidió ignorarla. Un día después, un fontanero que acudió al lugar para una reunión decidió investigar la misteriosa cuerda.

El martes, este fontanero intentó tirar de la cuerda sin éxito. Al no lograr extraerla, cogió una pala y comenzó a excavar. En cuestión de minutos, se encontró con una caja metálica incrustada. Al abrirla, junto con los otros trabajadores, se llevó la sorpresa de su vida: en el interior había monedas de oro con un peso estimado de 30 kilogramos.

El valor actual del oro hallado se calcula en 2,3 millones de euros. Según el testimonio de un testigo, el cofre habría permanecido enterrado desde antes de la Segunda Guerra Mundial. Armin, un trabajador de la obra que presenció el hallazgo, relató al medio local Today: “Es realmente increíble. Llevo trabajando en construcciones desde los 15 años. A veces encontramos monedas, pero un descubrimiento como este es algo único”.

¿Quién tiene derecho a obtener la recompensa del tesoro?

El hallazgo plantea una cuestión legal sobre la propiedad del tesoro. Según los artículos 398 y siguientes del Código Civil General Austríaco (ABGB), los descubrimientos de este tipo deben dividirse en partes iguales entre el buscador y el propietario del terreno. Esto significa que el fontanero podría quedarse con oro valorado en más de un millón de euros, haciendo del hallazgo el evento más afortunado de su vida.

El artículo, que habla sobre la adquisición de bienes mediante apropiación, detalla que si lo descubierto “consisten en dinero, joyas u otros objetos de valor que han estado escondidos durante tanto tiempo que ya no se puede descubrir a su dueño anterior” será considerado tesoro. Además, el texto añade en sus siguientes artículos que “el buscador y el dueño del tesoro reciben cada uno la mitad”.

Sin embargo, el medio explica que Tobías, el obrero que vio la cuerda inicialmente y decidió no tirar de ella, lamenta de su decisión, como ha relatado el medio. Si hubiera tirado de la cuerda después del trabajo de cincelado, tendría derecho a recibir los honorarios del buscador. Sin embargo, un hallazgo arqueológico como este debe notificarse inmediatamente, por ejemplo, a la administración del distrito o a la policía, quienes a su vez informarán a la Oficina Federal de Monumentos.

Mientras las autoridades y los abogados determinan la repartición del oro, la historia del fontanero convertido en potencial millonario y el tesoro oculto en una villa se suma a la lista de hallazgos extraordinarios en Europa. Para los trabajadores de Penzing, lo que comenzó como un día de trabajo rutinario terminó siendo una jornada para el recuerdo.