El líder de la junta militar que gobierna Birmania desde el golpe de Estado de febrero de 2021, Min Aung Hlaing, visitará China esta semana por primera vez desde que tuvo lugar la asonada militar y en pleno aumento de la tensión entre los dos países tras el ataque al Consulado chino en Mandalay.

Desde el golpe de Estado, Birmania se encuentra sumido en una grave crisis económica y humanitaria. Los grupos rebeldes siguen luchando contra los militares en varios puntos del país, lo que ha afectado gravemente a las zonas fronterizas con China, donde existen pasos comerciales de vital importancia para ambos.

Hlaing tiene previsto esta semana asistir a varias cumbres económicas que le permitirán mantener reuniones al margen con las autoridades chinas para trabajar en la mejora de las relaciones bilaterales en varias sectores, según informaciones de la cadena birmana MRTV.

El deterioro del Ejército birmano, ante los rápidos avances de los combatientes rebeldes, ha hecho saltar las alarmas en el gigante asiático, que ha procedido al cierre total de partes de la frontera para evitar que la violencia se extienda a su territorio.

Sin embargo, Pekín tiene intereses económicos estratégicos en Birmania –principalmente energéticos– y también exporta armamento a la junta militar, cuyo plan de transición ha dicho apoyar a pesar de que las tan ansiadas elecciones aún no se han materializado.

El Gobierno de China trasladó a mediados de octubre una «solemne protesta» a la junta militar tras el ataque ejecutado contra el Consulado y exigió la apertura de una investigación «exhaustiva» en torno al suceso, que causó daños materiales en el edificio pero no provocó víctimas.