(Enviado especial a Río de Janeiro, Brasil) Javier Milei revisará cada uno de los párrafos del último borrador del comunicado final del G20 de Brasil antes de firmar al pie de página. Si el texto diplomático violenta su perspectiva personal e ideológica sobre la agenda del desarrollo sustentable, el cambio climático, la guerra en Ucrania y la crisis en Medio Oriente, no firmará el comunicado del G20 y habrá una crisis inesperada en el foro multilateral.
Milei no tiene intenciones de fracturar el G20 para deteriorar su papel institucional en el escenario global, como sugieren desde hace días caracterizados voceros del gobierno de Lula da Silva.
Al contrario, el presidente argentino considera que el G20 cumple un papel en el tablero internacional, pero exige que Brasil no use la agenda del G20 para fortalecer su política doméstica en detrimento de los intereses permanentes de todos los socios de la cumbre multilateral.
Milei no comparte la perspectiva ideológica de Lula respecto al cambio climático, la agenda de Desarrollo Sustentable y la posibilidad de cobrar un impuesto del 2 por ciento a los denominados “super ricos”, pero instruyó que se agoten todas las instancias con los negociadores del G20 antes de anunciar que Argentina no firmará el comunicado final.
Asimismo, el presidente argentino repudia la invasión rusa a Ucrania y considera que el G20 debe hacer una condena manifiesta a la última ofensiva que ejecutó Vladimir Putin. Pero en los borradores que ayer presentó Lula, este reclamo no alcanza la medida exacta que exige Milei.
Lula comparte con Irán la pertenencia a los BRICS, y ha demostrado su apoyo sin atenuantes a Palestina cuando no es un secreto de Estado que sirve de refugio a Hamas y otras organizaciones terroristas que consumaron en territorio israelí la masacre del 7 de octubre de 2023.
Desde esta perspectiva, Milei no firmará el comunicado final del G20 si no hay una cuestionamiento explícito al accionar de Hamas y otros proxies que responden a las órdenes directas de Irán.
En la madrugada de hoy, la Cancillería de Brasil presentó al G7 -Estados Unidos, Alemania, Canadá, Francia, Italia, Reino Unido y Japón – una propuesta superadora respecto a la guerra en Ucrania y la crisis en Medio Oriente. Pero Milei aguardará su turno para contestar formalmente a los organizadores del G20 que sesiona en Rio de Janeiro.
“El presidente tiene sus líneas rojas y quiere que se las respeten. Eso no significa que viene a romper el G20: significa que quiere acordar sin transigir su mirada del mundo. Es lo que estamos pidiendo, y es lo que estamos negociando con los sherpas del G20, al margen de la información falsa que el gobierno de Lula esta filtrando a los medios locales”, explicó a Infobae un integrante del gobierno.
Además su participación formal en el G20, el jefe de estado se encontrará con Xi Jinping, líder del régimen comunista chino. Milei tenía una posición ideológica crítica de China, pero ahora esa perspectiva fue aplacada por razones de realpolitik: Argentina necesita el swap chino para fortalecer las reservas del Banco Central y aceitar la balanza comercial, y Xi no abre la mano sin nada a cambio.
También Milei tendrá una cita bilateral con Narendra Modi, primer ministro de la India. Modi consolida una estrategia de acercamiento a la región y Argentina está entre sus prioridades del mundo. Ambos países tienen economías complementarias, y Milei desea aprovechar las agendas convergentes entre Buenos Aires y Nueva Delhi.
Por último, para completar la agenda presidencial en Rio de Janeiro, se acordaron reuniones bilaterales con la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, y con Ajay Banga, titular del Banco Mundial. Milei asume que la cena con Trump inició una nueva etapa en la relación de la Argentina con el FMI y el BM, y ya quiere cobrar los dividendos en el G20 de Brasil.
Milei está acompañado en Brasil por Karina Milei -secretaria General de la Presidencia-; el canciller Gerardo Werthein; el ministro de Economía, Luis Caputo; y el sherpa argentino, Federico Pinedo.
El G20 empieza hoy a la mañana en Río de Janeiro, y el jefe de Estado se cruzará con Lula cuando le toque saludar formalmente al anfitrión de la cumbre multilateral. El presidente está dispuesto a respetar el protocolo diplomático: la procesión va por dentro.