RÍO DE JANEIRO, Brasil.- Javier Milei se prepara para ser una voz disonante en la Cumbre del G20. En la antesala del encuentro, en horas donde los jefes de Estado arriban a Río de Janeiro, uno de los principales interrogantes del foro internacional es si el presidente argentino llevará sus posiciones al extremo de votar en disidencia en la declaración final que impulsa el mandatario anfitrión, Luiz Inácio Lula da Silva.
El presidente de Brasil, junto a otros países, busca un consenso en torno a una agenda centrada en la lucha contra la pobreza y el hambre, el desarrollo sustentable con políticas sobre el cambio climático y la promoción de la igualdad de género. El país anfitrión trabajó para una declaración final del G20 que incluya una narrativa emparentada con la Agenda 2030, una línea roja que Milei no quiere franquear. Embanderado en su cruzada “anti-woke” con la que pretende proyectarse al mundo y convencido de que las medidas medioambientales son parte de la agenda “socializante” de la ONU, el líder libertario, en cambio, ve con buenos ojos otros puntos, como aquellos que aluden a la Inteligencia Artificial.
“Están en discusión aspectos centrales. No se sabe”, dijo a LA NACION una fuente oficial consultada sobre la posibilidad de que la Argentina exija un párrafo aparte en la declaración final.
Milei llegó a Río esta tarde para hospedarse en el hotel Othon Plaza, de Copacabana, acompañado por su hermana Karina. Su comitiva se completa con el canciller Gerardo Werthein; el vocero Manuel Adorni; el ministro de Economía, Luis Caputo; el secretario de Finanzas, Pablo Quirno y el secretario de Coordinación de la Producción, Juan Pazo. Según pudo saber LA NACION, el Presidente disertará en las primeras dos de las tres sesiones previstas en la agenda del G20: la del lanzamiento de la “Alianza Global Contra el Hambre y la Pobreza” y la de la “Reforma de la Gobernanza Mundial”.
En los últimos días, en Brasil dejaron trascender que el gobierno argentino habría dado instrucciones al cuerpo diplomático y al sherpa argentino, Federico Pinedo, de no acompañar una iniciativa promovida por Lula para cobrar impuestos a las grandes fortunas, el gravamen a los “súper ricos”.
Al llegar a Río, en el lobby del hotel lo esperaban Pinedo y Daniel Raimondi, el embajador argentino en Brasil. En la puerta le gritaron a Milei “viva la libertad”.
Según publicó el diario O Globo, la Argentina tampoco estaría dispuesta a suscribir un texto que aluda a la guerra en Ucrania sin una condena explícita a Rusia. Pese a que ese país integra el G20, Vladimir Putin no será parte de la cumbre de líderes mundiales que se desarrollará el lunes y el martes en el Museo de Arte Moderno (MAM) de Río.
Los trascendidos sobre las posturas que los enviados de Milei acercaron a la mesa de debate en la previa a la cumbre tomó por sorpresa a la delegación argentina, que esperaba que las conversaciones se mantuvieran bajo estricta confidencialidad y consideraba que esos rumores quiebran los estándares de las negociaciones internacionales.
El antecedente de un país votando en disidencia en un documento final se puede encontrar en la Cumbre de Hamburgo (2017), cuando el G20 declaró la irreversibilidad del Acuerdo de París contra el cambio climático, con la única disidencia de Estados Unidos. Se verá si las deliberaciones llegan a un texto que deje conformes a todas las partes.
Milei y Lula no solo tienen un abismo ideológico respecto a tópicos cruciales de la Cumbre. Sus intereses geopolíticos son divergentes, con el libertario decididamente alineado a Donald Trump e Israel y el brasileño parado en la vereda pro Palestina e integrado a los BRICS. Por eso, ninguno de los dos se movió un ápice para promover un encuentro bilateral. Tampoco se habló, hasta ahora, de fomentar un Pull Aside o algún otro tipo de encuentro informal. Hay entre ambos jefes de Estado un sentimiento de antipatía mutuo.
Lo único que podría unir a los mandatarios vecinos es su interés por promover el acuerdo del Mercosur con la Unión Europea. El acuerdo tiene la firme oposición de París, en un contexto de protestas de agricultores franceses, que ven en la llegada de carne y cereales sudamericanos una competencia desleal.
Emmanuel Macron hizo este domingo una avanzada a Buenos Aires antes de la cumbre para intentar sumar a Milei a las prioridades del G20 en cuestiones medioambientales. Pero ratificó que Francia no firmaría al día de hoy el acuerdo con el Mercosur tal como está. París pretende, de mínima, que los países sudamericanos se comprometan a respetar el Acuerdo de París sobre el clima y las normas sanitarias europeas.
Milei transita un punto de inflexión con este tema. Antes del triunfo de Trump, el Presidente -que en la campaña había mostrado poco interés por el Mercosur- había empezado a reconocer las ventajas comerciales del acuerdo entre bloques. Pero días atrás, apenas ganó el republicano, el líder libertario expresó su anhelo de suscribir un acuerdo de libre comercio con los Estados Unidos, algo que entraría en colisión con el Mercosur, que no permite a sus miembros cerrar acuerdos en solitario. Además, se empezó a barajar la posibilidad de que la Argentina, directamente, se retire del Acuerdo de París, lo que boicotearía aún más un acuerdo con la Unión Europea.
En las decisiones que tome Milei se verá el impacto que tuvieron sus conversaciones mano con Trump el jueves en Palm Beach y con Macron este fin de semana en Buenos Aires.
China e India
Más allá de las tensiones en la agenda, el plato fuerte de la estadía de Milei en Río será la bilateral que mantendrá con Xi Jinping, que tendrá lugar el martes a las 10.20. En menos de cinco días, el Presidente habrá pasado de formar parte de la exclusiva gala celebratoria del triunfo de Trump en Mar-a-Lago a encontrarse mano a mano con el presidente de China, el otro polo de la principal guerra comercial del mundo.
Hace varias semanas que la Casa Rosada viene exhibiendo interés en un encuentro con Xi Jinping, al margen del claro alineamiento geopolítico del libertario con Estados Unidos. El Presidente fue mutando su discurso. Si en la campaña prometió no hacer negocios con “comunistas” en sus últimas apariciones públicas dijo que China es “un socio comercial muy interesante”. “No exigen nada, lo único que piden es que no los molesten”, apuntó y comenzó a mostrar interés en viajar a Pekín.
Finalmente, el encuentro bilateral de Milei con Xi Jinping se anticipó con la cita que los reúne a ambos en Río de Janeiro.
El triunfo del republicano, que podría profundizar la prédica anti-China en ese país, representa un desafío para la diplomacia argentina. En Washington ven con preocupación que las cadenas de valor en muchos países de América Latina son muy dependientes del gigante oriental y que hay inversiones chinas en infraestructura estratégica que pueden implicar vulnerabilidades en términos de seguridad nacional para los países de la región.
La economía, sin embargo, fue la clave en el cambio retórico del Presidente. La decisión de China de renovar el swap de monedas (vigente hasta 2026), las compras de soja argentina y el posible nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) son las razones que llevaron a Milei a hacer un giro pragmático.
En el G20, Milei orientó sus reuniones bilaterales con los países que no están en el eje occidental. El martes al mediodía, Milei se reunirá con el Primer Ministro de la India, Narendra Modi, en una conversación donde los intereses son eminentemente comerciales dado que para el Gobierno es imposible soslayar a Asia como cliente de los productos argentinos.
Durante la Cumbre Milei también se reunirá con la directora del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva y con el presidente del Banco Mundial, Ajay Banga. Más allá de ratificar su posicionamiento ideológico ante el Mundo, el Presidente también aprovechará la vidriera económica que le ofrece la Cumbre en Río de Janeiro.