En un final increíble, Uruguay le ganó a Colombia en el minuto 100. El héroe fue Manuel Ugarte, un volante de contención que había ingresado para defender el 2-1 y terminó convirtiendo el 3-2. Marcelo Bielsa pasó de no poder creer la igualdad sobre el final a un grito furioso para romper el maleficio de la falta de festejos en las redes y triunfos en los últimos cuatro partidos. Así, la Celeste escaló hasta la segunda posición de las Eliminatorias, detrás de la Argentina. Y se relanzó anímica y futbolísticamente.
Néstor Lorenzo, que se saludó con Bielsa antes del encuentro, sorprendió en el armado titular con la aparición de Juan Fernando Quintero relegando al banco de suplentes a James Rodríguez. El enganche de Racing, que también tiene en la mira la final de la Copa Sudamericana ante Cruzeiro que se disputará en Paraguay el 23 de noviembre, encontró una chance para seguir ganando ritmo y afilar su pegada pensando en el título internacional.
Salvo ese cambio de “10″, el resto de la estructura del subcampeón de América no se modificó: Luis Díaz y Jhon Arias a los costados; Ríos y Portilla en el doble 5. Y laterales con intenciones ofensivas como Daniel Muñoz y Johan Mojica.
Bielsa sorprendió también. En el caso del local, incluyendo desde el arranque a Rodrigo Aguirre, de 30 años, atacante de América de México, que venía de recibir el primer llamado en su carrera para el seleccionado mayor. Surgido en Liverpool de Montevideo, registra pasos por los sub 17, 20 y 23 de Uruguay, pero desde 2012 no integraba un plantel nacional.
Con ambos seleccionados jugando con el esquema 4-2-3-1, Aguirre se movió detrás de Darwin Núñez, la principal referencia ofensiva, y tuvo a sus costados a Pellistri y Maximiliano Araujo. Aunque a la hora de la presión ofensiva sobre los centrales colombiano era Aguirre quien terminaba como punta de lanza. Un par de buenas combinaciones entre Núñez y Pellistri no finalizaron bien por falta de precisión, pero daba la impresión de que Uruguay mantenía con claridad el plan de Bielsa.
En la primera aparición de Juanfer, casi convierte Colombia: apertura larga del centro a la izquierda para Ríos, sombrero ante Nandez y centro del mediocampista y cabezazo desviado de Jhon Durán. Lo erró abajo del arco, no aprovechó la mala salida del arquero Rochet.
Colombia se mostró más preciso en el juego corto, en las sociedades para avanzar con la pelota dominada, aunque a veces Quintero se retrasaba demasiado; Uruguay en el juego directo. En un contraataque, Araújo quedó mano a mano con Vargas pero no pudo vencer al arquero, que mantuvo el cero con gran reacción.
Lo mejor del partidazo
En el juego de los “detalles”, Juanfer sacó a relucir su jerarquía con la ejecución de un tiro libre con engaño que sorprendió demasiado a Rochet. Un remate casi sin ángulo y por afuera de la barrera, a colocar, pero que agarró demasiado mal parado al arquero. No fue un remate fuerte, pero sí preciso. Y a los 31 minutos Uruguay no sólo veía la continuidad de un funcionamiento sin gol, sino que además pasaba a estar 0-1 con un error no forzado.
En la segunda etapa Colombia pasó a jugar más replegada, se plantó en un bloque bajo para defender y eso le dio un mayor porcentaje de intentos de ataque a la iniciativa de Uruguay, con los laterales Nández y Saracchi ubicados casi como wines. Y por esa vía, aunque con fortuna, los dirigidos por Bielsa encontraron el empate: un centro envenenado de Saracchi tuvo dos desvíos del equipo de Lorenzo (primero en Muñoz y después en Davinson Sánchez) para finalizar en gol en contra.
Ese gol destrabó a Uruguay, que en tres minutos dio vuelta el marcador, ahora con una gran jugada colectiva en espacios reducidos entre Saracchi, Araujo y Olivera y una buena definición con zurda de Rodrigo Aguirre. La apuesta de Bielsa le estaba dando sus frutos.
Tras el 2-1, se vio un Bielsa más pragmático: adentro Manuel Ugarte, volante central de marca, en lugar de Aguirre. Más allá de adelantar a Valverde, la idea del entrenador fue sumar contención, lucha en la línea de mediocampistas.
Lo empató en el descuento Andrés Gómez y parecía que regresaba la frustración al estadio Centenario, pero Ugarte desató el delirio con un derechazo con alma y vida. Y así Uruguay consiguió el desahogo (y el oxígeno) que necesitaba.