Para quien no haya vivenciado lo que es el arte inmersivo, es una experiencia donde el espectador, además de cumplir su rol como observador pasivo de la obra, es un participante que se integra en el mundo proyectado por el artista. Este tipo de arte rompe la frontera tradicional entre obra y espectador, donde elementos como la luz, el sonido, la realidad aumentada y los espacios amplios y tridimensionales crean una atmósfera que envuelve y transforma la percepción de quienes la experimentan.
A diferencia del arte tradicional, que se contempla a distancia, en el arte inmersivo se diluye la barrera entre el mundo físico del espectador y el mundo creado por el artista; cada paso dentro de estas instalaciones es un ingreso a una nueva realidad que genera una conexión emocional intensa y casi palpable. En estas experiencias, el espectador da sentido a la obra, una obra que es única y se renueva continuamente con cada movimiento de quien la habita.
Este concepto se introdujo en todas las ramas artísticas que existen, pero en las artes escénicas fue influido e impulsando por formas radicales de teatro inmersivo que se relacionan profundamente con el espacio, la fisicalidad y la narrativa sensorial. A partir de ello, surge el teatro en 360 grados, una derivación del teatro inmersivo que suprime el escenario tradicional para poner al público en el centro de la acción.
Esta forma permite que los espectadores perciban cada gesto, sonido y elemento escenográfico desde una cercanía casi íntima, en un espacio sin barreras, haciendo que la narrativa se despliegue alrededor de ellos.
En el teatro 360, cada movimiento del elenco está cuidadosamente coreografiado para aprovechar todas las perspectivas posibles, proporcionando una experiencia casi visceral donde, en palabras de Félix Barrett, director artístico de la compañía Punchdrunk, el objetivo es “sacar al público de su zona de confort y hacer que viva la obra en carne propia”.
“La tierra sobre los cuerpos”: una experiencia en 360
Uno de los ejemplos recientes de este tipo de producción es “La tierra sobre los cuerpos”, una obra del director Tomás Caia inspirada en experiencias de duelo y búsqueda de identidad. Adaptada y transformada en un formato 360 luego de dos temporadas en los escenarios tradicionales del Teatro Gargantúa, esta obra llegó a los escenarios del Teatro Border para romper con el concepto de espectador como figura estática, involucrándolo en una exploración emocional que recorre la historia de sus personajes de forma orgánica e intensa.
Infobae entrevistó al director de la obra, junto con algunos de los actores, y comentó el proceso y experiencia de adaptar la obra ya establecida en un escenario tradicional a una experiencia inmersiva y subversiva del teatro 360. “Fue una idea que barajé desde el principio porque me atraía que el público viajara con las protagonistas, que sintieran que estaban en los lugares que visitaban. Que no lo vivieran desde la comodidad de la butaca, sino que respiraran la adrenalina de la historia”, explicó Caia.
Además, el director explicó una vez que, junto a los actores, tuvieron los personajes trabajados a fondo y que “La tierra sobre los cuerpos” agotó las localidades de sus primeras dos temporadas, a Caia le pareció que era “un buen momento para dar el paso hacia el formato 360″.
Caia en la entrevista opinó desde su perspectiva como director que prefiere el teatro inmersivo porque “me gusta lo impredecible: el público no sabe por dónde van a aparecer los personajes, hasta dónde se va a desdibujar la línea entre la acción escénica y la platea. Entonces da una sensación bastante única.”
Por el lado más teórico del formato, el director de “La tierra sobre los cuerpos” explica que los orígenes del teatro inmersivo no están claramente definidos, ya que incluso en los formatos teatrales antiguos se observaban dinámicas que integraban a las comunidades, enfatizando la participación activa.
Entre las influencias más destacadas se encuentra el Teatro del Oprimido de Augusto Boal, surgido en la década de 1970 en Brasil, cuya premisa consistía en teatralizar la realidad con el fin de generar una transformación social. Este modelo interactivo y enfocado en la acción comunitaria marcó una pauta significativa para el desarrollo del teatro inmersivo.
En la época contemporánea, Caia desarrollo que los grupos británicos Shunt y Punchdrunk revolucionaron el teatro inmersivo en la década de 2000, estableciendo nuevas formas de interacción entre el público y los artistas. En Argentina, el colectivo De La Guarda y su proyecto Fuerzabruta también fueron pioneros en la creación de experiencias teatrales inmersivas, destacándose por la innovación y el carácter multidimensional de sus obras.
La experiencia de los actores en la tercera temporada de “La tierra sobre los cuerpos”
“Fue un proceso lento. Teníamos la obra muy incorporada al estilo tradicional”, comentó Sol Airaldi – quien interpreta a una de las protagonistas, Gabriela -, sobre el proceso de adaptación de un formato a otro. “Cada escena que ensayábamos, el que no actuaba, se tenía que poner en forma de público 360 para que los compañeros los tengan en cuenta todo el tiempo. El cuerpo siento que es lo que más se tuvo que adaptar. Los movimientos y recorridos de los personajes aumentan muchísimo en el 350″, agregó Airaldi.
En “La tierra sobre los cuerpos”, un viaje se convierte en una búsqueda profunda y personal. Para Malena, recorrer caminos y desenterrar recuerdos es la única manera de intentar resolver una pregunta que la ha atormentado durante dos décadas: ¿dónde están los restos de su madre, Gabriela, quien murió poco después de su nacimiento? Acompañada por su amiga de la infancia Julia, Malena se adentra en una historia cargada de enigmas, donde las respuestas parecen enterrarse cada vez más profundamente.
En esta obra, los actores interpretan múltiples papeles, alternando entre el pasado y el presente de Malena y los misterios de Gabriela. Estas idas y vueltas entre épocas construyen una trama llena de acertijos, en la que el presente y el pasado se entrelazan, y la verdad se vuelve cada vez más difícil de desenterrar, como si la tierra misma se volviera más espesa sobre los cuerpos que guarda.
Por otro lado, Agostina Ronchi, quien le pone voz y cuerpo a la otra protagonista, Malena, comentó que uno de los mayores desafíos en el proceso creativo fue el aspecto técnico. Explica que, por ejemplo, en escenas donde participaban tres personajes, era esencial asegurar que el público tuviera siempre a la vista al menos a uno de los intérpretes.
Para lograrlo, todo el elenco procuró que cada posición debía estar cuidadosamente planificada, incluso en las escenas más sencillas. Ronchi remarcó que esta precisión requiere largos períodos de ensayo, ya que no es un movimiento “orgánico” en la actuación y demanda una coordinación rigurosa.
Otro desafío que los actores tuvieron que sortear es la conexión con la obra. Charo López Lolli, quien interpreta a Julia, la mejor amiga de Malena que la acompaña durante todo su viaje en busca de la verdad, comentó que “Lo bueno de esta puesta es que me obliga a estar todo el tiempo conectada porque el público está muchísimo más cerca, no me puedo permitir ni un momento de disociación”.
Vito Aquilante, quien interpreta a más de un personaje a lo largo de la trama – entre ellos: Rubén, el carnicero; el científico y un adolescente – opinó que el formato en 360 de “La tierra sobre los cuerpos” hace que el personaje “esté aún más vivo”. “Vos tenés que demostrar en todo tu cuerpo, en todas las partes de tu cuerpo y en todo momento que sos ese personaje”, explicó Aquilante.
Aquilante describe “La tierra sobre los cuerpos” como una obra que narra una historia a través de momentos intensamente definidos. En su opinión, la disposición del público alrededor de un escenario central potencia la experiencia, haciendo que la obra se perciba como algo más auténtico y cercano para quienes la presencian. Y además, considera que esta configuración del espacio permite al espectador sentirse dentro de la historia, intensificando la conexión con la narrativa y los personajes.
Además del reto que trae interpretar más de un papel en la misma obra y cambiar el formato tradicional a uno inmersivo, en la tercera temporada el director apostó por ampliar el elenco rotando alguno de los actores entre función y función. El actual cast está conformado Sol Airaldi, Vito Aquilante, Delfina Arias, Dolores Basualdo, Sol Bazzino, Marco DI Pietro, Ana Clara Fay, Brenda Gestoso, Charo López Lolli, Ana Paula Mancini, María Mocellini, Bianca Peluffo, Alejo Manuel Ramirez Borella, Agostina Ronchi y Delfina Valdiviezo.
Ana Paula Mancini, quien intepreta multiples personajes – en especifico a Miriam, Maite, Helena y Paloma -, explica que la incorporación de un nuevo elenco en la tercera temporada de “La tierra sobre los cuerpos” representó un desafío que transformó la obra y el modo de interpretar a los personajes. Durante las dos primeras temporadas, el reparto se había mantenido constante, pero en esta nueva fase, la mayoría de los personajes serían interpretados por dos actores, quienes se alternan en cada función.
Esta dinámica exigió que cada intérprete fusionara su propia visión con la de su compañero, integrando nuevas ideas y propuestas que el otro aportaba. Mancini destaca que este proceso obligó al elenco a salir de su “zona de confort” y a reconstruir los personajes, rompiendo las concepciones fijas que habían desarrollado sobre ellos. Además, Mancini señala que el cambio al formato 360 trajo consigo ajustes importantes en cuanto a las marcaciones actorales y el uso del cuerpo en escena.
Aunque el guion se mantuvo intacto, la puesta en escena cambió considerablemente: el elenco, que antes podía permanecer más estático, ahora se ve obligado a moverse continuamente, evitando dar la espalda al público por largos periodos para no perder la conexión visual y emocional con los espectadores. “Siempre tratamos de ubicarnos en diagonal respecto al público,” comenta Mancini, “y eso transforma por completo la dinámica de la obra.”