Franco Trossero (32) nunca planeó su vida como viajero, pero desde el momento en que salió de Gálvez, Santa Fe, su pueblo natal, los mapas, los idiomas y la aventura lo atraparon para siempre. La primera oportunidad se le presentó a los 22 años, cuando viajó a Estados Unidos. A la vuelta se propuso terminar su carrera de traductor de inglés con una sola meta: salir a conocer el mundo. A partir de 2016, recorrió México, varios países de Europa y hasta lugares lejanos de Asia y África. Su travesía también lo llevó a vivir en Francia e Italia hasta finalmente desembarcar en Inglaterra.
Todas sus experiencias las documenta en sus redes sociales, principalmente en su canal de YouTube @FrancoEnElMedio, donde comparte con sus seguidores los destinos más raros, curiosos y menos turísticos con los que se va encontrando. Uno de ellos fue Llanfairpwllgwyngyllgogerychwyrndrobwllllantysiliogogogoch, un pequeño pueblo de Gales que se hizo conocido por tener el nombre más largo de toda Europa y el tercero de todo el mundo: la corona la ostenta Taumatawhakatangihangakoauauotamateaturipukakapikimaungahoronukupokaiwhenuakitanatahu, un poblado ubicado en una colina de Nueva Zelanda que presume de un nombre con 85 caracteres.
Como está viviendo en Londres desde hace 5 años, Franco aprovechó un fin de semana de enero para pasar tres días en ese lugar junto a su novia Nicole, una cordobesa que conoció en Estados Unidos, y dos amigos italianos.
Desde la capital inglesa manejaron unas cinco horas hasta Gales. “Fue justo después del festejo de fin de año, en esos días en los que todo parece estar en pausa. Estaba oscuro desde temprano, lloviznaba. No tenía planificado el viaje, pero sabía que era mi cumpleaños y quería hacer algo especial. Además, ¡era el último país que me faltaba conocer del Reino Unido!”, recordó.
Con esa mezcla de ganas y el paisaje lluvioso de invierno, Franco y su grupo emprendieron camino. Pasaron la noche en una casita escondida en medio de las montañas galesas, un lugar donde la señal de celular desaparecía y el silencio rodeaba: “Era hermoso y desolado, como un pueblo de película de suspenso”.
Al día siguiente, cuando ya se habían sacudido el frío de la mañana y puesto en marcha, llegaron a la isla de Anglesey, donde se encuentra el pueblo de Llanfairpwllgwyngyllgogerychwyrndrobwllllantysiliogogogoch, donde habitan tres mil personas. “Como su nombre es prácticamente imposible de pronunciar, los lugareños lo acortaron y lo llaman Llanfair PG”, explicó Franco.
La isla está unida al resto de Gales por dos históricos puentes: el puente colgante de Menai, obra del ingeniero Thomas Telford; y el puente Britannia, diseñado por Robert Stephenson en 1850, que cruzan el mar del Irlanda. “El nombre fue acuñado como una estrategia de marketing para captar turistas″, relató Franco en un tono divertido, señalando cómo el pueblo se aseguró un lugar en los libros de récords. “Es como un plus para atraer a quienes buscan algo curioso”, indicó.
El joven santafesino y sus amigos llegaron en una tarde gris y, tras un par de vueltas por el pueblo, estacionaron en el pequeño centro, al lado de la estación de tren, que es el punto neurálgico para todos los turistas. No se podían confundir. En la fachada de la estación, el inmenso cartel blanco con letras negras mostraba el nombre del pueblo, imposible de leer sin respirar al menos tres veces en el intento.
En galés, el nombre del pueblo significa “Iglesia de Santa María en el hueco del avellano blanco cerca de un torbellino rápido y la iglesia de San Tisilo cerca de la gruta roja”. El nombre fue decidido en los años 1860 por el consejo del pueblo, principalmente para tener el privilegio de tener el nombre más largo de una estación ferroviaria en Gran Bretaña. Este nombre no se puede considerar propiamente dicho como un nombre galés, ya que el nombre original del lugar es Llanfair Pwllgwyngyll y representa 16 letras en el alfabeto galés y 19 en el inglés.
“Lo primero que hice fue intentar pronunciarlo en galés. Yo soy traductor y me gustan los idiomas, así que sentí que tenía que hacerlo. Miré un video antes de llegar para practicar, y tras varios intentos logré hacerlo a pesar de que tiene sonidos rarísimos para el español” contó.
“Para quienes tienen interés en los idiomas, intentar decir el nombre completo en galés es un desafío que puede ser divertido. Los locales suelen ayudar a los visitantes en esta tarea, y algunos incluso cuentan la historia de cómo se creó el nombre como un truco publicitario en el siglo XIX”, explicó.
Entre risas y fotografías, Franco y su grupo recorrieron las tiendas de souvenirs cercanas a la estación. “Uno de los principales atractivos del lugar son precisamente estos comercios donde te venden esos recuerdos que ostentan el nombre del pueblo”, indicó el joven santafesino, quien no pudo resistirse a la tentación y se trajo un imán larguísimo para la heladera y un llavero que casi ni cabe en su bolsillo. “Siempre es lindo tener algo que te recuerde lo extraño que es el mundo”, enfatizó.
La iglesia que le da origen al nombre (Santa María) es otro de sus lugares emblemáticos. Visitarla permite ver una construcción típica galesa y comprender un poco más sobre la historia y significado del lugar, que posee los mejores paisajes galeses y estructuras medievales.
“El pequeño cementerio que está cerca de la iglesia es otra de las paradas obligadas, al igual que sentarse a tomar algo en el pub del pueblo. No hay demasiadas actividades para hacer, ya que el pueblo tiene cuatro manzanas y los podés recorrer en pocas horas”, admitió.
Llanfair PG también ofrece algunas atracciones cercanas que completan la visita. A pocos kilómetros se encuentra la columna del Marqués de Anglesey, un monumento histórico que ofrece vistas espectaculares de la isla y del estrecho de Menai. La subida es empinada, pero Franco comenta que valió la pena: “El viento casi nos volaba, pero ver Anglesey desde ahí es impresionante, como una postal en tonos de gris y verde. Para los ingleses y galeses será normal, pero para mí fue algo mágico”, describió.
Aunque el clima gélido les dificultaba pasar mucho tiempo afuera, aprovecharon para recorrer el Parque Nacional de Snowdonia, donde se encuentra la montaña más alta del Reino Unido y el lago más grande de Gales. “Es un paisaje que parece de cuento,” dijo Franco. “Los colores y la naturaleza son distintos a todo lo que vi antes. Uno siente que está en otro mundo”, agregó.
En uno de los trayectos en auto, detuvieron el vehículo en medio de la nada y, rodeados de colinas y niebla, Franco y sus amigos aprovecharon para tomar fotos y respirar ese aire de silencio puro, algo tan difícil de encontrar en la vida moderna.
La aventura en Llanfair PG fue breve, pero, como dice Franco, esas pequeñas incursiones en lugares remotos le recuerdan lo vasto que es el mundo y lo mucho que hay para descubrir. “Quizás Llanfair PG no es la cima de las experiencias viajeras, pero sí fue un momento de esos que solo se dan si uno vive cerca. Si tenés esa posibilidad de hacer un viaje de tres días y decir ‘yo estuve ahí, en el pueblo con el nombre más largo de Europa’, hacelo. Porque esas son las cosas que al final te hacen reír y pensar en lo loco que es todo esto”.
Para Franco, su vida como viajero tiene un sentido de asombro constante. Lleva recorridos 24 países, y en cada uno busca esos destinos menos explorados. “Uno no se cansa de ver cosas nuevas,” dice con convicción. Pero también admite que este estilo de vida no lo aleja de sus raíces. Trata de volver a Santa Fe todos los años, donde están su familia y sus amigos. “En mayo estuve en Argentina después de mucho tiempo. La pandemia me tuvo dos años y medio sin poder ir, así que ahora trato de volver seguido. En mi pueblo soy Franco, el que se fue a vivir afuera, pero cuando estoy allá sigo siendo el mismo de siempre.”
Y aunque hoy su vida transcurre entre Londres y las muchas ciudades que visita por su canal de YouTube, Franco tiene claro que viajar es una forma de vida que abraza con todo su ser. “Si algo me enseñó el estar lejos de casa es que uno siempre lleva un pedacito de su lugar, no importa si estás en un pueblo galés con un nombre imposible o en una playa en Tailandia. Esos detalles te acompañan y te recuerdan de dónde venís y por qué elegiste estar donde estás”, concluyó.