ROMA.- Aunque es argentino como el papa Francisco, el sacerdote Fernando María Cornet, de 57 años, párroco de una iglesia del centro histórico de la ciudad de Sassari, en Cerdeña, de donde era originaria su abuela, hace unos años comenzó a tener dudas interiores de si Jorge Mario Bergoglio era, o no, el sucesor de Pedro.
Atormentado por semejante incertidumbre con consecuencias dramáticas para la Iglesia católica, tal como explicó en diversas entrevistas que se pueden encontrar en YouTube, comenzó a estudiar, a profundizar el tema, a documentarse. Y llegó a la terrible conclusión de que la renuncia de Benedicto XVI, en febrero de 2013, había sido inválida y que la consecuente elección de su compatriota, Jorge Mario Bergoglio, el 13 de marzo del mismo año, también.
En “honor de la verdad” -con mayúscula, para que todos supieran- decidió entonces escribir un libro titulado ¿Habemus antipapam?, que fue publicado en Italia en agosto del año pasado por la editorial Edizioni del Faro. Esta obra pasó totalmente desapercibida hasta que este miércoles la arquidiócesis de Sassari anunció que Cornet fue excomulgado y expulsado del sacerdocio por el papa Francisco, por haber sido hallado culpable del gravísimo delito de cisma.
“Se comunica que el Santo Padre Francisco, con decisión suprema e inapelable, ha dimitido del estado clerical al señor Fernando María Cornet, en conformidad con el art. 26 SST2021 y dispensado del celibato eclesiástico por delitos contra la fe (cisma)”, indicó un comunicado que citó Sacramentorum Sanctitatis Tutela, es decir, las normas para hacerle frente a los delitos de especial gravedad, reservados al Dicasterio para la Doctrina de la Fe (DDF) -el ex santo oficio-, “ministerio” del Vaticano que desde septiembre del año pasado encabeza el cardenal Víctor Manuel “Tucho” Fernández.
Un cisma es la negativa a someterse al Papa o a comulgar con los miembros de la Iglesia sujetos a él, especialmente los obispos católicos. Cualquiera culpable de cisma incurre en la excomunión como consecuencia del delito.
Entre otras cosas, las personas excomulgadas no pueden celebrar ni recibir los sacramentos ni ejercer ministerios sacerdotales ni oficios eclesiásticos. Además de la excomunión, son posibles otras penas, como en este caso la destitución del clero como castigo. El tribunal competente para delitos graves contra la fe en caso de cisma es generalmente el DDF. En casos especialmente graves y evidentes, como el de Cornet, a quien le dieron la posibilidad de defenderse, el dicasterio puede someter la decisión directamente al Papa. Luego, el Papa toma él mismo la decisión final.
El arzobispo de Sassari, Gianfranco Saba, “exhorta a la comunidad diocesana a rezar por la unidad de la Iglesia, teniendo presente que los cristianos, además del lazo de sangre y la pertenencia a la común familia humana ‘tienen a Dios como Padre y a la Iglesia como única madre’, y son parte del mismo cuerpo de Cristo del que son miembros”, indicó el comunicado de la diócesis.
“Los miembros de Cristo no deben estar en contraste entre ellos; todos los que forman su cuerpo deben cumplir cada uno su tarea para que no haya divisiones en el cuerpo, sino unidad”, agregó, citando una frase de San Agustín. Antonino Canu reemplazará a Cornet al frente de la parroquia de San Donato y de San Sisto de Sassari, también informó.
Ordenado en 1992 en la Argentina y enviado a Italia en 1999, después de vivir 12 años en Roma, donde estudió, Cornet en 2011 “gracias a la divina providencia” se trasladó a Cerdeña, la tierra de sus ancestros, donde comenzó a ser párroco en el centro histórico de Sassari, justo en el mismo barrio donde había nacido su abuela que emigró al fin del mundo.
Según contó en una de las entrevistas que aparecen en YouTube, Cornet se esperaba esta condena. De hecho, según afirmó, era consciente que, al escribir semejante libro, “habría sido perseguido por quien ocupó ilegítimamente un lugar que no le corresponde, haciendo entrar en crisis a la Iglesia con decisiones ilegítimas y designaciones de obispos también ilegítimas”.
Cornet incluso reveló que algunos le habían aconsejado publicar ¿Habemus antipapam? con un pseudónimo para protegerse, pero que él no quiso: “¿Por qué tenía que cambiar mi nombre por decir la verdad?”.
Cornet, que habla perfecto italiano, contó que si bien con la publicación de su libro, en agosto pasado, “no pasó nada”, en diciembre sí recibió un llamado del arzobispo de Sassari, quien comenzó a cuestionarle la obra. A mediados de mayo, una carta oficial del Vaticano lo puso en guardia: “Me pidieron que retirara el libro de circulación, que manifestara públicamente que tenía errores, que pidiera perdón y que reconociera al papa Francisco como legítimo Papa”, dijo. “Pero no podía hacerlo porque no es así y además porque nadie del DDF supo explicarme cuáles son los errores de mi libro, nunca nadie me dio un argumento”, cuestionó.
En agosto pasado, recibió otra carta que le comunicaba que había sido acusado de cisma y que tenía 15 días para defenderse. Algo que tampoco hizo, por lo que, finalmente, le llegó ahora la excomunión.
“Es claro que, si considero a Bergoglio el Antipapa, su decisión no tiene valor”, reaccionó Cornet, según informó este jueves el diario L’Unione Sarda, que precisó que el sacerdote argentino habló justo antes de recibir al arzobispo de Sassari, monseñor Gianfranco Saba, que se presume que fue a verlo para hacerle firmar la notificación papal.
La de Cornet, compatriota de Francisco, no es la primera excomunión por cisma que hace ruido este año: en julio pasado también el polémico arzobispo Carlo Maria Viganò, exnuncio en Estados Unidos conocido por sus ataques al Pontífice, a quien llegó a tildar de “hereje”, “falso profeta” y “servidor de Satanás”, fue hallado culpable del mismo delito y fue excomulgado en forma automática por el DDF.