Mientras el presidente Javier Milei niega el cambio climático y se muestra convencido de que las medidas para paliar sus efectos sobre el planeta son parte de la agenda “socializante” que intenta “imponer” la ONU, la cumbre del clima Cop29, que se desarrolla desde el lunes en Bakú, Azerbaiyán, representa desde hace meses una incómoda cita para el Gobierno. Funcionarios de Cancillería y la secretaría de Ambiente, Turismo y Deportes, que encabeza Daniel Scioli, estuvieron en las primeras jornadas, pero ya recibieron desde Buenos Aires la orden de retirarse.
De acuerdo a lo que pudo saber LA NACION, los tres técnicos enviados a Bakú por la Secretaría de Ambiente “para realizar informes y capacitaciones” vinculadas con el evento, recibieron la orden de regresar al país. “La instrucción de la Cancillería es que los técnicos regresen”, confirmaron desde el organismo. Por la Cancillería asistieron, con un extremo bajo perfil y sin intervenir en las primeras discusiones, cuatro funcionarios de carrera encabezados por Luciana Alonso (hasta marzo destinada en Japón) y la embajadora en ese país, Mariángeles Bellusci, quien asistió el lunes a la inauguración de la cumbre por orden expresa y escrita de la cancillería que encabeza Gerardo Werthein. No está confirmada si la representación de Cancillería, que directamente no ingresó en el recinto en el que se llevan adelante los debates, dejará también Bakú en las próximas horas.
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Desde el inicio de la cumbre, la Argentina participó en dos grupos de negociación: por un lado, el Grupo Sur, que incluye a Uruguay, Brasil, Ecuador, Paraguay y Argentina. También en el denominado G77, más China. Pero nadie, según cuentan fuentes bien informadas, le escuchó la voz a los representantes argentinos, que tuvieron una participación menos que simbólica en la cumbre.
“Siempre hay que estar, porque estar no significa estar a favor de todo ni creer todo, sino estar presente para defender los intereses del país”, dijo desde Bakú a LA NACION la secretaria de Energía de Santa Fe, Verónica Geese, quien asiste a la cita ambiental, al igual que representantes de otras provincias, como Córdoba.
Representantes argentinos en la cumbre -periodistas, miembros de ONGs- calificaron el ambiente de la delegación como de “hermetismo”. Los técnicos y funcionarios de cancillería evitaron interactuar, y ni siquiera aceptaron conversaciones en estricto off the record “por miedo”, según comentaron varios de ellos.
En el caso de la delegación de Cancillería, Alonso y la embajadora Bellusci cumplieron un rol meramente institucional, y no participaron oficialmente de la cumbre, donde sí estuvieron los técnicos.
La transición entre las gestiones de Diana Mondino y Werthein en la Cancillería también generó complicaciones. Marcia Levaggi, subsecretaria de Política Exterior y experta en temas de Medio Ambiente, dejó su cargo con la asunción del nuevo canciller, ya que formaba parte del equipo del también renunciado vicecanciller Leopoldo Sahores, reemplazado por Eduardo Bustamante.
Otra funcionaria que faltó fue Corina Lehman, directora de Ambiente de la Cancillería, quien se enteró por teléfono de la renuncia de Mondino, mientras participaba de otra cita ambiental, la COP16 en Colombia. A pesar de haber confirmado su presencia, Prefirió finalmente, no asistir.
Conocedores de la postura crítica de Milei en relación al cambio climático, desde la embajada de un importante país europeo se mostraban sorprendidos días atrás por la falta de contacto de las autoridades argentinas para aunar criterios en torno a la cumbre, como sí ocurría en ediciones anteriores. “No sabemos cómo van a votar”, afirmaron desde esa misma delegación europea. En reuniones previas y en el inicio de la cumbre, la Argentina ya había expuesto por escrito una postura que podía quebrar el consenso en los documentos y planes de acción que, por estas horas, se intentan consensuar entre los países participantes.
“El sistema climático no debe convertirse en la imposición de reglas y compromisos a todos los países por igual, esto va en contra de los principios fundantes de la Convención Marco y de su Acuerdo de París”, escribieron los representantes argentinos. “Como sostuvo el presidente Javier Milei ante la Asamblea General de Naciones Unidas, la República Argentina rechaza la imposición de regulaciones y prohibiciones impulsadas precisamente por los países que se desarrollaron gracias a hacer lo mismo que hoy cuestionan”, expresaron. “Nuestro país sostiene que es imprescindible que todas las consideraciones relativas a la cuestión climática deben ceñirse a los avances científicos basados en la evidencia sólida, sin dogmatismos de ninguna índole”, reza el texto, que por falta de tiempo no pudo leerse en voz alta en la apertura de las sesiones.
“Se fueron para no avalar lo que allí se decida”, afirmaron voces de la diplomacia con conocimiento de la estrategia nacional.
“Es hora de demostrar que la cooperación mundial no está estancada, que está a la altura que exige el momento” dijo el lunes Simón Stiell, responsable de la ONU en materia del clima, en la apertura de la conferencia. Una cumbre que se extenderá hasta el viernes 22, con la presencia de líderes y presidentes, ya sin representación argentina.