La incertidumbre se adueñó del final de la campaña en Estados Unidos, con la mayoría de las encuestas anticipando un escenario extremadamente parejo que hacía muy difícil prever quién sería el ganador de las elecciones. Finalmente, el resultado se conoció antes de lo que muchos se imaginaban y con contundencia: Donald Trump se llevó el voto popular, la mayoría en el colegio electoral y el control del Senado. Entonces se impuso la pregunta de cada ciclo electoral: ¿qué pasó con los sondeos?
“Las mayores desviaciones de las encuestas ocurrieron fuera de los estados clave, donde se observó una inclinación más fuerte hacia Trump, a pesar de las expectativas de cambio gubernamental”, comenta a LA NACION Ana Iparraguirre, politóloga y directora de Dynamis Consulting, desde Washington.
Las últimas encuestas daban un margen de error de entre 1 y 3 puntos porcentuales para cada candidato en los estados clave, lo cual, viendo los resultados, se considera dentro de lo esperado. “Hay una precisión razonable”, dice la experta sobre esta tendencia. Pero las ventajas ajustadas cerrados y un cambio sustancial en el voto de jóvenes, latinos y mujeres hicieron que esta elección fuera especialmente difícil de predecir.
–Los resultados preliminares muestran buenos resultados de Trump en todos los estados clave, ¿considera que, en términos generales, las encuestas fueron precisas en sus proyecciones? ¿Cómo analizas esta situación en comparación con elecciones anteriores?
–Sí. Si miramos el promedio de las encuestas públicas en los siete estados competitivos, daban a cada candidato con una ventaja de uno o dos puntos. La diferencia que vemos en los resultados finales se mantiene dentro de un margen de error aceptable. En general, el promedio de las encuestas públicas y los resultados finales en estos estados competitivos muestran una precisión razonable. Por ejemplo, nuestra última encuesta para el Wall Street Journal mostraba una ventaja de tres puntos para Trump en el voto popular, y creo que al final estará bastante cerca de esa cifra una vez que se cuenten todos los votos. Las encuestadoras advirtieron que sería una elección difícil de predecir debido a los márgenes estrechos. Aunque el margen de error siempre existe, los resultados en los siete estados clave parecen estar dentro de las proyecciones de las encuestas públicas.
–¿Hubo algún estado en particular donde las encuestas mostraron una diferencia notable en comparación con los resultados finales?
–Sí. Las mayores desviaciones se observaron fuera de estos siete estados competitivos. Para mí, esta es una de las historias más interesantes de esta elección, más allá de la derrota de Kamala y las críticas a su campaña. Esta elección estaba estructuralmente inclinada hacia un cambio de gobierno, con más del 70% de la población queriendo un cambio y una aprobación presidencial baja. A pesar de esto, en los estados clave, la campaña demócrata logró contener la ventaja republicana, aunque en otros estados hubo una mayor inclinación hacia Trump. Para darte algunos ejemplos, en Florida, los demócratas perdieron 10 puntos en comparación con 2020, y en Virginia perdieron cinco.
–¿Qué tan precisas fueron las encuestas en reflejar la intención de voto de los grupos jóvenes, latinos y mujeres? ¿Hubo alguna variación significativa en los resultados finales para estos segmentos?
–Las encuestas incluyeron señales de alerta sobre el voto latino, especialmente entre hombres, donde se observó una diferencia notable. También alertaron sobre el voto joven, que mostró un movimiento importante hacia Trump. Algunas de estas tendencias fueron captadas por las encuestas. Si mirás, por ejemplo, lugares donde se dieron los cambios más notables, estos son distritos con más del 25% de población latina, donde el movimiento fue de 10 puntos con respecto a 2020. En distritos con gran cantidad de jóvenes entre 18 y 34 años, el cambio fue de seis puntos en contra de los demócratas en comparación con 2020. Así que me parece que esos movimientos se vieron en muchas partes, especialmente en zonas con mayor diversidad racial, con menor población blanca y una mayor proporción de población de color. Entre los jóvenes también se observó un cambio importante en áreas urbanas, que tradicionalmente son demócratas, donde se vio un movimiento a favor de Trump. Este es un escenario muy distinto al de 2020, donde Trump ganó con una coalición anclada principalmente en el voto blanco sin educación universitaria y en áreas rurales. Ahora, su coalición es mucho más heterogénea, y esto se debe a dos factores: uno es el atractivo que genera en ciertos grupos, y el otro es el rechazo hacia la administración actual, que fue percibida como una que no benefició la economía de estos sectores. Entre los jóvenes, por ejemplo, el tema de Israel y Gaza también influyó.
Por su parte, el voto femenino mostró una ventaja significativa para Harris según los exit polls, con una diferencia de 10 puntos. Sin embargo, no fue tan amplia como la que Biden había obtenido hace cuatro años, que fue de 15 puntos. Entonces, aunque Harris tuvo ventaja entre las mujeres, fue menor en comparación con la elección pasada.
–¿Qué cambios significativos observás en las metodologías de encuestas desde las elecciones de 2016 y 2020 para mejorar su precisión?
–Hubo dos ajustes principales en términos de precisión: uno más controversial y el otro generalmente más aceptado. El primero fue un ajuste basado en niveles educativos. Antes de esta elección, la principal brecha en las encuestas anteriores no era por género, sino por nivel educativo. El segundo ajuste, que es el más controversial y ha generado debate, tiene que ver con la ponderación basada en el voto anterior. Esto significa que se le pregunta a la gente cómo votó en 2020, y en función de eso, se ajustan los datos para mejorar la precisión de la proyección. Este es un tema técnico y fue motivo de discusión. De hecho, algunas encuestadoras, como el New York Times y ciertos encuestadores demócratas, no aplican este ajuste, mientras que otros sí. Hay un gran debate al respecto. Pareciera que, en una elección donde Trump vuelve a estar en la boleta, aplicar este ajuste mejoró la precisión de los resultados.
–¿Entonces los esfuerzos para ajustar la ponderación y el muestreo fueron efectivos? ¿En qué áreas todavía se ven limitaciones?
–Sí, pero todavía hay mucho que hacer, especialmente en la representatividad de las encuestas. El hecho de que tengan que ser ajustadas por voto anterior demuestra que hay un porcentaje de la población que no está siendo representado de forma adecuada en el muestreo aleatorio de las encuestas, como debería ser. Por eso es necesario hacer ciertos ajustes. Muchos de estos problemas están relacionados con cambios demográficos y con cómo se comunica la gente y dónde se encuentra. Ya no es tan fácil acceder a todos por teléfono, y hay segmentos de la población que no responden a las llamadas telefónicas. Todo esto dificulta cada vez más llegar a toda la gente mediante un único medio de contacto.
–¿Cree que los eventos de última hora afectaron los resultados finales en comparación con las proyecciones de las encuestas?
–Fue una elección que estuvo trabada desde el principio. El único evento que realmente tuvo un impacto significativo fue cuando se bajó Biden de la candidatura y respaldó a Kamala Harris. Más allá de eso, esta campaña pareció estar llena de acontecimientos, aunque pocos lograron un impacto duradero. Por ejemplo, Donald Trump fue condenado y hasta hubo dos intentos de asesinato en su contra, uno de los cuales vimos en vivo. Sin embargo, todo esto tuvo muy poca incidencia en la intención de voto. Te diría que, en general, fue una elección muy rígida, con pocos votantes indecisos al final, alrededor de un 5%. La política identitaria fue dominante, y eso hizo que fuera muy difícil mover a los votantes de un lado a otro.
–¿Qué tanto impacto cree que tuvieron los comentarios de los candidatos en sus últimos rallies sobre el voto puertorriqueño?
–Creo que, con el paso de los días, vamos a obtener más información que nos permitirá evaluar algunos detalles importantes, como por ejemplo, el voto de los puertorriqueños. Ese será un análisis interesante.