Minutos después del claro triunfo de Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos, el nombre del próximo embajador argentino en Washington se convirtió en una de las prioridades de la política exterior nacional. Mientras desde la Casa Rosada y la Cancillería guardan silencio, trabajan puertas adentro para definir al elegido, que reemplazará a Gerardo Werthein y tendrá a su cargo la tarea de representar a la Argentina ante la primera potencia mundial, al mando del Partido Republicano a partir del 20 de enero próximo.

En Balcarce 50 y cerca del canciller Gerardo Werthein (que dejó vacante ese puesto para reemplazar a Diana Mondino) aseguran que se “tomarían unos días” para resolver la incógnita y definen que el elegido será “alguien muy cercano al Presidente”. Mientras tanto, la danza de nombres en el oficialismo no se detiene.

En primera línea, al menos hasta hoy, aparecen el designado embajador en la ONU, Francisco Tropepi, y el jefe de asesores económicos del Presidente, Demian Reidel. Se trata de dos perfiles totalmente diferentes: el primero, diplomático de carrera, fue el número dos de Werthein en la embajada argentina en Washington, y conoce de sobra el trabajo diplomático.

Francisco Fabian Tropepi viene de trabajar con Werthein y es uno de los que picaría en punta

Otro punto a su favor es que estuvo a cargo de la embajada argentina en Israel, cuando la justicia condenó por corrupción al exembajador en ese país Sergio Urribarri. “Occidental, cristiano y amigo del pueblo judío”, lo define un diplomático que apuesta por él.

Por el contrario, Reidel es un economista cercano a Milei, sin experiencia diplomática pero con la ventaja de haber construido un vínculo fuerte con el empresario Elon Musk. “Los yankees quieren de interlocutor a alguien que tenga el celular de Milei, y que no se comunique con él por cable diplomático”, afirma uno de los dirigentes cercanos a la Libertad Avanza que cree que Reidel será finalmente el elegido.

Con un perfil similar al de Tropepi y chances de recibir el ofrecimiento está Mariano Caucino, ex embajador en Israel durante el gobierno de Mauricio Macri y actual embajador en India, destino al que llegó hace solo cinco meses. “Nadie lo llamó, pero él va donde lo designen”, cuenta un funcionario que lo conoce bien.

En un hipotético segundo pelotón aparecen mencionados distintos candidatos. El actual embajador en Paraguay, Guillermo Nielsen, exfuncionario, durante años cercano y hasta candidato del armado político de Roberto Lavagna, tiene experiencia diplomática y cercanía con el Presidente.

Del riñón de Pro también sobresalen algunos nombres, como el de Gabriel Sánchez Zinny, ex ministro de Educación bonaerense y actual funcionario porteño con múltiples contactos en Estados Unidos, y Alex Campbell, que también pasó por el gabinete de María Eugenia Vidal entre 2015 y 2019 y es poseedor de un contacto clave: Carlos Trujillo, ex embajador norteamericano en la OEA durante la anterior gestión presidencial de Trump y asesor personal del presidente electo. “Este resultado no solo refleja la voluntad de los estadounidenses, sino que también trae una gran oportunidad para la Argentina, promoviendo el comercio y la inversión en un contexto de crecimiento y transformación. Espero que este mandato genere nuevas oportunidades para todos y sea un gran éxito”, escribió Campbell en su cuenta de Instagram, junto a una fotografía con el electo presidente estadounidense.

Del riñón del oficialismo, aunque con menos chances, surgen los nombres del secretario de Turismo, Daniel Scioli, quien hoy tuiteó una foto con Trump en el ya lejano año 1989, y el director de la Agencia Argentina de Inversiones, Diego Sucalesca, cercano a Karina Milei. También el empresario Juan Nápoli, frustrado candidato a senador y actual presidente del Banco de Valores.

“El mejor para ese cargo sería Guillermo Francos, además se lo merece. Pero Javier no va a querer romper los equilibrios internos en el gabinete, y no lo va a dejar ir”, afirman muy cerca de Milei, en referencia al jefe de gabinete, quien fuera representante argentino ante el BID durante el gobierno de Alberto Fernández, antes de renunciar para pasar a las huestes libertarias.