Adoptar hábitos sencillos puede marcar una diferencia en la salud cerebral, de acuerdo con especialistas citados por Verywell Health y evidencia científica. Seis prácticas cotidianas, respaldadas por investigaciones recientes, ayudan a reducir el riesgo de demencia y Alzheimer.
Estas recomendaciones, presentadas en la Conferencia Internacional de la Asociación de Alzheimer de 2025, ofrecen caminos prácticos para quienes buscan proteger la memoria y las funciones cognitivas a lo largo de la vida.
La prevención de estas enfermedades representa una prioridad de salud pública por el aumento de casos en todo el mundo. Según verywell health, el desarrollo de demencia y Alzheimer depende de una combinación de factores, como la genética y la salud cardiovascular, pero también de los hábitos diarios.
1. Actividad física: mover el cuerpo protege el cerebro
El primer hábito destacado es la actividad física regular, asociada a una menor probabilidad de padecer Alzheimer incluso en personas con predisposición genética. Un estudio presentado en la Conferencia Internacional de la Asociación de Alzheimer demostró que el movimiento continuo ayuda a proteger la función cognitiva.
Las opciones comprenden caminar, levantar pesas, bailar, correr, nadar, yoga, deportes de equipo y ejercicios de equilibrio. Además recomienda incrementar la actividad de manera gradual y evitar largos periodos sentado, ya que la inactividad puede perjudicar tanto al cuerpo como a la mente. Añadir pausas activas diarias contribuye a mantener la salud cerebral.
2. Control del estrés: impacto directo sobre la mente
La gestión del estrés constituye el segundo pilar recomendado. La forma en que una persona responde a la presión influye directamente en el bienestar mental. De acuerdo con el estudio publicado en Prevention Science, entre las estrategias prácticas figuran priorizar las tareas conforme a los valores personales, evitar la sobrecarga de responsabilidades, buscar apoyo profesional cuando sea necesario y delegar funciones.
Además, el ejercicio, la meditación, la respiración profunda, la interacción social, los pasatiempos, la lectura y la escritura ayudan a reducir la ansiedad y propiciar un pensamiento saludable.
3. Alimentación equilibrada: clave en la protección cognitiva
La alimentación saludable también resulta esencial. El ensayo finlandés FINGER, citado por verywell health, mostró que modificar la dieta junto al control cardiovascular y de la diabetes disminuye el riesgo de Alzheimer.
Las recomendaciones apuntan a consumir frutas y verduras, carnes magras, pescado, carbohidratos complejos, mantener un peso adecuado y evitar productos procesados, fritos o ricos en azúcares. Limitar o eliminar el consumo de alcohol es aconsejable. Estas pautas pueden adaptarse a condiciones como diabetes o colesterol elevado.
4. Vida social: mantener la mente activa
Participar en actividades grupales, ya sean deportivas, recreativas o culturales, se asocia con un menor riesgo de demencia. La interacción social reduce el estrés y refuerza las habilidades cognitivas, según evidencia científica.
Integrarse a grupos de aficionados, ejercicios o encuentros sociales resulta beneficioso para quienes desean proteger su salud mental.
5. Entrenamiento cognitivo: ejercitar la mente
El quinto hábito sugerido es el entrenamiento cognitivo. Consiste en aplicar estrategias y técnicas para mantener y desarrollar la memoria y la atención. Entre las alternativas se encuentran el uso de realidad virtual, la educación continua y el asesoramiento en salud mental.
Según un estudio publicado en Frontiers in Psychology, se exploran diferentes enfoques con el objetivo de determinar cuáles son los métodos más efectivos y medir su impacto a largo plazo en la prevención del deterioro cognitivo. Actualmente, estas investigaciones buscan establecer las mejores prácticas y sus beneficios sostenidos para la función cerebral.
6. Responsabilidad y apoyo: el poder del acompañamiento
El estudio estadounidense US POINTER, citado por verywell health, comparó personas que cambiaron su estilo de vida por sí mismas con quienes siguieron un programa estructurado y supervisado. Los resultados demostraron que quienes recibieron apoyo experimentaron mayores beneficios cognitivos.
Para incrementar la responsabilidad, se recomienda participar en grupos de ejercicio y trabajar con entrenadores, dietistas o consejeros en manejo del estrés. Esto facilita la adopción y el mantenimiento de nuevos hábitos saludables.
Los expertos insisten en la importancia del autocuidado en todas las etapas de la vida, ya que los factores modificables pueden tener un impacto significativo en la salud cerebral. Contar con apoyo facilita la incorporación de estos hábitos y promueve cambios sostenibles que ayudan a preservar la función cognitiva y la calidad de vida con el paso del tiempo.