
Mover el cuerpo todos los días no solo mejora el ánimo, también puede darle una gran ayuda al organismo para defenderse del cáncer, según un estudio realizado por investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Yale de los Estados Unidos.
En diálogo con Infobae, la doctora Rachel Perry, la investigadora principal del trabajo que se publicó en la revista PNAS de la Academia Nacional de Ciencias, explicó que moverse regularmente puede quitarle “energía” a los tumores y frenar su crecimiento de forma directa. Al menos lo comprobaron en ratones.

El mecanismo es concreto: al hacer actividad física, los músculos captan mucha más glucosa, la fuente de energía preferida tanto por los músculos como por las células cancerosas.
Cuando el músculo consume esta glucosa primero, el tumor se queda casi sin recursos y no puede desarrollarse con rapidez. Así, el ejercicio no solo fortalece el cuerpo, también complica la vida del cáncer.
“Uno de los hallazgos interesantes de este estudio fue que el ejercicio ralentizó el crecimiento tumoral en el cáncer de mama, pero no en el melanoma”, especificó.
“Creemos que el ejercicio puede tener diferentes efectos en distintos tipos de tumores; aquellos que dependen más del metabolismo, como el cáncer de mama, podrían tener mayor probabilidad de mostrar un efecto beneficioso. Por supuesto, en este estudio solo analizamos dos tipos de tumores, por lo que aún queda por estudiar”, comentó Perry a Infobae.
Ejercicio y tumores: lo que revela la ciencia

Ya se sabía que la actividad física regular fortalece el corazón, regula el peso y contribuye a sentirse con más energía.
El equipo de la doctora Perry quiso ir más allá. Quiso saber si el ejercicio lograba frenar el crecimiento tumoral al hacer que los músculos le quiten glucosa a las células cancerosas.
En los experimentos, los investigadores trabajaron con dieciocho ratones: doce tenían una dieta que inducía obesidad, un factor que facilita la progresión tumoral.
A la mitad le permitieron usar una rueda para correr libremente. El resto permaneció sedentario. Después de solo cuatro semanas, los cambios fueron notables.

Los tumores en los ratones obesos que hicieron ejercicio resultaron un sesenta por ciento más pequeños que los de los ratones obesos sedentarios, e incluso un poco menores que los de los animales sanos que no se movían, detalló Perry.
Además, con solo media hora de ejercicio, los músculos “acapararon” glucosa y oxígeno, mientras los tumores consumieron menos.
La investigación también analizó el ADN: detectaron que el ejercicio modificó la actividad de 417 genes clave.
El músculo movilizó más glucosa y dejó al tumor sin sus recursos habituales. Perry planteó que esta remodelación metabólica ocurre sin necesidad de entrenar como un atleta, sino simplemente moviéndose lo que el cuerpo tolera.
El estudio fue más allá e identificó una baja notoria en la actividad de la proteína mTOR en las células cancerosas, un elemento fundamental para el crecimiento del tumor. Este ajuste metabólico puede ser una de las claves para frenar el avance del cáncer.

Perry remarcó que estos mecanismos metabólicos son compartidos por todos los mamíferos, incluidos los humanos, más allá de la obesidad. Existen registros de cambios similares en la genética de personas con cáncer que agregan ejercicio a su rutina diaria.
En diálogo con la revista New Scientist, el doctor Rob Newton, experto de la Universidad Edith Cowan de Australia, consideró que los datos del nuevo trabajo publicado en PNAS refuerzan la idea de que mantenerse activo genera un entorno hostil para el cáncer.

Newton sostuvo que el ejercicio suprime al cáncer de varias formas y que no encuentra motivos para pensar que esto no ocurra en humanos.
Además, subrayó la importancia de la masa muscular: quienes tienen menos músculo y permanecen inactivos presentan mayor riesgo de mortalidad por cáncer.
El ejercicio, aliado simple contra el cáncer

El músculo activo, al captar gran parte de la glucosa, amplifica el efecto protector del movimiento.
Propuso una visión más innovadora: el ejercicio debería verse como un verdadero “medicamento oncológico”, parte esencial de cualquier tratamiento y no solo como una mejora del estilo de vida.

La clave del futuro está en descubrir cómo generar ambientes cada vez menos favorables al tumor.
En esa batalla, el músculo es el mejor aliado. Puede convertir al ejercicio en una herramienta poderosa, sencilla y accesible para sumar en la lucha contra el cáncer.
“Nuestros datos sugieren que la aptitud física que existe a lo largo de un continuo (y no en la distinción binaria ejercicio/sin ejercicio) es beneficiosa”, expresó Perry.

“Es importante destacar que nuestros ratones hicieron ejercicio usando ruedas para correr en sus propias jaulas, es decir, se ejercitaban tanto como querían, y esto resultó útil en ratones con cáncer de mama”, resaltó.
“Aunque nuestro estudio no puede hacer recomendaciones directas para los pacientes, los datos indican que la cantidad de ejercicio que cada persona sienta cómoda puede ser beneficiosa. Esto significa caminar regularmente por la manzana, no entrenar para una maratón”, añadió.