
En medio de la investigación judicial por la producción y distribución de fentanilo contaminado de los Laboratorios Ramallo S.A. y HLB Pharma Group SA, dos ex trabajadoras brindaron declaraciones testimoniales ante el Juzgado Federal N° 3 de La Plata, a cargo de Ernesto Kreplak, que corrobora las pruebas que ya constan en el expediente: ambas describieron con precisión cómo se alteraban los controles de calidad, se falsificaban planillas y se maquillaban las condiciones de la planta ante inspecciones inminentes de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) y que envases que se descartaban por contener partículas en suspensión u otros contaminantes como “pelos”, igual las enviaban a “rotulado” y salían al mercado.
Los testimonios pertenecen a Lucía Soledad Abeijón, quien se desempeñó como checker de control de calidad, y Bárbara Edith Pennisi, técnica de laboratorio del área de microbiología. Sus relatos —a los que accedió Infobae— exponen un cuadro de irregularidades sistemáticas, con manipulación de resultados, presión sobre empleados y encubrimiento de lotes fuera de norma.

“Nos hacían camuflar los lotes con fechas viejas”
Lucía Abeijón declaró que ingresó en febrero al laboratorio “sin estudios requeridos para el puesto” y fue asignada directamente al control de calidad.
“Me dijeron que no importaba que no tuviera título, que lo importante era que siguiera las indicaciones”.
Según relató, los productos presentaban fallas visibles:
“Había muchos sueros con partículas, puntos o pelos. Pensaba que los descartaban, pero volvían al carro y pasaban a etiquetado”.
Contó además que los empleados temían ser despedidos si informaban o rechazaban demasiados envases: “Cuando veían que descartábamos muchos, nos decían que no había que tirar tanto, que se revisaran de nuevo. Yo tenía miedo de que me echaran si decía algo, así que hacía lo que me pedían.”
Abeijón explicó que el control de calidad se hacía “a las apuradas” porque había que cumplir con los despachos: “Había que sacar los productos rápido porque todo tenía que salir, aunque no estuviera revisado”.

También describió deficiencias en los procedimientos: “Los controles de esterilidad se hacían apurados, solo para que quedara registrado”.
“Cuando pedíamos reactivos nuevos nos decían que no había presupuesto y que usáramos lo que quedaba”.
La ex trabajadora también le dijo al juez: “Los frascos venían manchados o con restos de líquido, pero nos decían que igual los mandáramos a etiquetar”, y reconoció que incluso los envases con fallas “se mezclaban después con los buenos”.
“A veces venía alguien de arriba y decía ‘eso va igual’, aunque el control diera mal”.
Durante la suspensión de la producción de medicamentos por parte de la ANMAT ante las denuncias de supuestas muertes de pacientes vinculados al fentanilo de HLB Pharma por parte de la ANMAT, aseguró, “nos hacían poner todos los lotes entre diciembre y enero, fechas en que el laboratorio estaba habilitado, y tuvimos que camuflar todos los lotes”.
Los controles de agua también se falseaban. Los relatos afirman que los controles de calidad, por ejemplo, del agua que se utilizaba, debía ser tomado en tres puntos distintos, sin embargo, esto no era así: “Las tres muestras se sacaban del mismo punto, pero se ponía como que eran de distintos. Temperatura y presión no andaban, pero igual se anotaba que sí”.
Abeijón añadió que completaban planillas de años anteriores: “Llenábamos papeles viejos de 2023 y 2024, nos turnábamos la lapicera y la letra para que no se note. Después aparecían firmadas en la computadora”.

El supervisor identificado como Esteban era, según su testimonio, quien impartía las órdenes: “Nos decían que venía ANMAT, cambiaron pisos, máquinas y vestuarios”.
También relató condiciones precarias de trabajo: “Había días que directamente no se podía trabajar por el olor o por los derrames, pero teníamos que quedarnos igual”.
“La mayoría de los compañeros no sabía lo que era un control microbiológico, nos enseñábamos entre nosotros”.
“Se priorizaba que los lotes salieran antes de que llegara ANMAT, aunque no estuvieran completos”.
“Me hacían mentir básicamente”
Por su parte, Bárbara Pennisi, técnica de análisis clínicos que trabajó en el área de microbiología, contó que ingresó al laboratorio en febrero y se fue en mayo, luego de tres meses de “período de prueba”.
“Me contrataron sin firmar nada, me dijeron que después arreglábamos el contrato”.
Su relato expone manipulación directa de los resultados bacteriológicos: “Contábamos las bacterias, daba +10, y siempre nos hacían poner -1. Me hacían mentir básicamente.”
Pennisi explicó que los registros se llenaban “a mano, en formularios impresos”, y que “los datos no salían de nuestros análisis, sino de lo que cargaban los chicos de físico-química en la computadora”.
“Nos hacían escribir resultados que no estaban hechos ni analizados.”
También recordó que no contaban con insumos de protección adecuados:
“No teníamos barbijos ni guantes suficientes, y a veces trabajábamos con la ropa de calle”. Pennisi dijo que “había análisis que directamente no se hacían, pero igual aparecían cargados en el sistema”.
“Nos daban resultados prearmados y nos decían que los copiáramos igual, sin cambiar nada”. Una vez, incluso, la retaron por marcar un resultado positivo: “Me dijeron que no lo ponga así porque después queda mal en el registro”.
Relató que el sector usaba “planillas viejas fotocopiadas, sin número de lote, y después se las completaba a mano”, y que en ocasiones la obligaban a quedarse horas extra “para llenar datos de cosas que no se habían hecho, solo para tener el cuaderno completo.”

“El miedo era constante, nadie quería perder el trabajo, y todos sabíamos que había cosas que no estaban bien”.
“No había control ni supervisión real. Se trataba de hacer lo que pidieran para que los números cerraran”.
La técnica reveló también que se reescribían los libros de producción, arrancando hojas y reemplazándolas con nuevas para ajustar los lotes: “Agregaban lotes viejos de antes de 2025 para encajarlos en ese tiempo porque la producción estaba cortada y necesitaban vender. Le sacábamos el anillado, agregábamos la hoja nueva y poníamos el sello del laboratorio”.
Ambas testigos coincidieron en que durante los meses de febrero y marzo, el laboratorio se preparaba para una supuesta visita de la ANMAT.
“Cambiaron pisos, puertas, pintaron todo y ordenaron los depósitos”, detalló Abeijón.
Pennisi, en tanto, sostuvo que “cuando venía ANMAT, había que ordenar todo. Pintaron y cambiaron alfombras. Decían que iban a venir, pero nunca llegaban.”
También describió el clima interno de esas semanas:
“Las supervisoras hablaban en códigos y estaban muy nerviosas. Adriana Iúdica, mi jefa, estaba exageradamente alterada.”
Ambas coincidieron en que la mayoría del personal era inexperto y que los controles reales estaban ausentes.
“Nosotros hacíamos lo que nos decían. Había órdenes que venían de arriba, pero no sabíamos de quién”, declaró Pennisi.

Los chats internos
Los relatos de las testigos se alinean con el contenido de los chats internos incorporados al expediente, extraídos de los teléfonos de los principales imputados. Los mensajes revelan que, ante el aviso de una inspección de la ANMAT, los responsables ocultaron reactivos vencidos y manipularon documentación para “simular” normalidad.
En una conversación fechada el 8 de marzo de 2025, los empleados admiten haber escondido los químicos fuera del laboratorio:
- “Escondieron todos los reactivos vencidos así que no tengo para preparar la fase móvil”.
- “¿Usted sabía que dejaron todos los reactivos afuera abajo de la lluvia?”.
- “Y el sol que estuvo haciendo”.
- “Pudo haber explotado eso tranquilamente”.
- “Y con el agua capaz la mitad de las cosas se echen a perder”.
En otro intercambio, un operario se quejaba del apuro por “maquillar” las instalaciones:
“Lo de la pintada no avisaron nada, son de terror… pintaron hasta la puerta de control”.

La improvisación era total. En otro grupo de trabajo, los responsables del área de control admitían el manipuleo de documentación y resultados falsos:
- “Me llamó Diego (García, directivo del laboratorio) y me dijo que la semana que viene hay inspección desde ANMAT”.
- “Estamos al horno. Habrá que pelearla”.
- “El fentanilo dio mal, hay que repetirlo mañana”.
- “Ya todos sabían que esa producción se hizo en el aire con respecto a lo documental. Hay que armar todo de cero”.
- “No dibujemos más resultados, después nos pasan estas cosas”.
Los investigadores judiciales consideraron esas comunicaciones como prueba directa del encubrimiento y falsificación deliberada de controles internos, así como del riesgo químico que implicó dejar reactivos expuestos al calor y la lluvia.
Las coincidencias entre ambos testimonios y las pruebas electrónicas fortalecen la hipótesis de que el laboratorio habría seguido generando documentación y registros falsos durante períodos en los que estaba inhabilitado por deficiencias técnicas. Según la Justicia, los libros secuestrados en los allanamientos —cuadernillos de “Datos crudos de análisis microbiológicos”— coinciden con los formatos que las testigos reconocieron haber manipulado.
Mientras avanza la investigación, la causa busca determinar si esas prácticas están directamente vinculadas con la producción de medicamentos contaminados, entre ellos el fentanilo inyectable, cuya fabricación fue prohibida por la ANMAT.

Un informe del Cuerpo Médico Forense presentado a Kreplak confirmó que 38 de las 40 historias clínicas analizadas —sobre un total de 173— corresponden a muertes por infecciones bacterianas asociadas al uso del anestésico adulterado. Los peritos del Instituto Malbrán detectaron que los lotes 31202 y 31244 presentaban “riesgos significativos que comprometerían la calidad y seguridad del producto” y un proceso de fabricación “poco robusto e inconsistente”.
Procesados y situación judicial
La causa tiene 14 procesados, entre ellos directivos y responsables técnicos de la producción y control de calidad del medicamento. Cuatro de ellos permanecen detenidos en el penal de Marcos Paz: Ariel García Furfaro, propietario de HLB Pharma y Laboratorios Ramallo. Diego García, su hermano y directivo de ambas compañías. Javier Martín Tchukrán, director de Manufactura. José Antonio Maiorano, director técnico responsable de la producción y liberación de los lotes contaminados.
Con prisión domiciliaria se encuentran Nilda Furfaro, madre de los hermanos García, y Carolina Ansaldi, directora técnica de Laboratorios Ramallo SA.
Otras ocho personas —responsables de áreas de producción y control de calidad— fueron procesadas sin prisión preventiva: Eduardo Darchuk, Edgardo Gerardo Antonio Sclafani, Rocío del Cielo Garay, Dayana Astudillo Bolívar, Adriana Iúdica, Wilson Daniel Pons, María Victoria García y Víctor Pablo Boccaccio. Todos están acusados de adulteración de sustancias medicinales con resultado de muerte en concurso con adulteración peligrosa para la salud pública. Las defensas apelaron, y será la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata la que defina si confirma o revoca los procesamientos.

El 8 de mayo de 2025, la ANMAT emitió una advertencia nacional: “ANMAT alerta sobre el uso de un lote de fentanilo inyectable por desvío de calidad. No deberá utilizarse el producto FENTANILO HLB / FENTANILO (CITRATO), concentración 0,05 mg/ml, lote 31202, vto. SEP-26.”
Seis meses después, las pericias oficiales, los chats internos y los nuevos testimonios judiciales revelan un sistema de negligencia, falsificación y encubrimiento dentro de un laboratorio que operaba fuera de toda norma sanitaria, y cuya producción derivó en la mayor tragedia sanitaria del país.
Las principales declaraciones de las dos testigos:
Lucía Soledad Abeijón (Checker de Control de Calidad)
- “Me dijeron que no importaba que no tuviera título, que lo importante era que siguiera las indicaciones.”
- “Había que sacar los productos rápido porque ‘todo tenía que salir’, aunque no estuviera revisado.”
- “A veces los envases venían manchados o con restos de líquido, pero nos decían que igual los mandáramos a etiquetar.”
- “Los controles de esterilidad se hacían apurados, solo para que quedara registrado.”
- “Cuando pedíamos reactivos nuevos nos decían que no había presupuesto y que usáramos lo que quedaba.”
- “Los frascos con fallas o sin tapa hermética se colocaban en otro carro y después volvían mezclados con los buenos.”
- “A veces venía alguien de arriba y decía ‘eso va igual’, aunque el control diera mal.”
- “Había días que directamente no se podía trabajar por el olor o por los derrames, pero teníamos que quedarnos igual.”
- “La mayoría de los compañeros no sabía lo que era un control microbiológico, nos enseñábamos entre nosotros.”
- “Se priorizaba que los lotes salieran antes de que llegara ANMAT, aunque no estuvieran completos.”
- “Entré en febrero sin estudios requeridos para el puesto.”
- “Había muchos sueros con partículas, puntos o pelos. Pensaba que los descartaban, pero volvían al carro y pasaban a etiquetado.”
- “Cuando veían que descartábamos muchos envases, nos decían que no había que tirar tanto. Yo tenía miedo de que me echaran si decía algo.”
- “Nos hacían camuflar los lotes entre diciembre y enero, cuando el laboratorio estaba habilitado.”
- “Tomábamos las tres muestras del mismo punto, pero se ponía como si fueran de distintos.”
- “Temperatura y presión no andaban, pero igual se ponía en la documentación que sí.”
- “Llenábamos planillas viejas de 2023 y 2024. Nos turnábamos la lapicera y la letra para que no se note.”
- “Las firmas aparecían después en la computadora.”

Bárbara Edith Pennisi (Técnica de Laboratorio en Microbiología)
- “Me contrataron sin firmar nada, me dijeron que después arreglábamos el contrato.”
- “No teníamos barbijos ni guantes suficientes, y a veces trabajábamos con la ropa de calle.”
- “Había análisis que directamente no se hacían, pero igual aparecían cargados en el sistema.”
- “Nos daban resultados prearmados y nos decían que los copiáramos igual, sin cambiar nada.”
- “Cuando preguntábamos por qué no se podían repetir las pruebas, nos contestaban ‘porque ya está mandado’.”
- “Una vez me retaron porque marqué un resultado como positivo. Me dijeron que no lo ponga así porque después ‘queda mal en el registro’.”
- “En el sector se usaban planillas viejas fotocopiadas, sin número de lote, y después se las completaba a mano.”
- “A veces me hacían quedarme más horas para llenar datos de cosas que no se habían hecho, solo para tener el cuaderno completo.”
- “El miedo era constante, nadie quería perder el trabajo, y todos sabíamos que había cosas que no estaban bien.”
- “No había control ni supervisión real. Se trataba de hacer lo que pidieran para que los números cerraran.”
- “Nos hacían escribir resultados que no estaban hechos ni analizados.”
- “Contábamos bacterias, daba +10 y nos hacían poner -1. Me hacían mentir.”
- “Sacábamos los datos de la computadora, no de nuestros análisis.”
- “Arrancábamos hojas de los libros porque cambiaban los lotes todo el tiempo.”
- “Agregaban lotes viejos de antes de 2025 para encajarlos en ese tiempo porque ya estaba cortada la producción.”
- “Le sacábamos el anillado a los cuadernos, agregábamos hojas nuevas y poníamos el sello.”
- “Cuando venía ANMAT, nos hacían ordenar todo. Pintaron y cambiaron alfombras.”
- “Las supervisoras hablaban en códigos y estaban muy nerviosas.”