La revolución de la inteligencia artificial poco a poco empieza a llegar al mundo laboral y cada vez son más las profesiones que viven una metamorfosis con este nuevo jugador en la cancha. Una de ellas es la carrera de abogacía, cuyas tareas y roles podrían verse alteradas dentro de poco, dada la reciente llegada a la Argentina de una inteligencia artificial especializada en este sector.
Efectivamente, aunque la evolución de esta industria hoy se perfila lento, promete un futuro muy favorable. Un reciente estudio realizado por el Thomson Reuters Institute brinda algunos indicios sobre cómo será la transformación de esta industria: el informe detectó que el 86% de los abogados en América Latina esperan que la inteligencia artificial tenga un impacto alto o transformacional en la industria legal en los próximos 5 años. Sin embargo, solo el 22% de las firmas legales tienen una estrategia de IA visible a nivel global. Ahora bien, vale resaltar que el 71% de estas últimas ya está experimentando retorno de inversión.
La escasa definición de un plan estratégico que indique cómo se incorporará la IA en este rubro es algo visible; son varios los casos que hicieron eco en los medios últimamente, con malos usos de las inteligencias artificiales genéricas, a las que recurrieron para resolver casos jurídicos. Desde dos abogados que le pidieron precedentes legales a ChatGPT para usar en una demanda, los presentaron en un juicio sin verificarlos y el juez descubrió que esos casos no habían existido, por lo que les impuso una multa. O el caso brasilero, en el que el Consejo Nacional de Justicia de Brasil tuvo que iniciar una investigación contra un juez, que publicó una sentencia hecha con ayuda de ChatGPT, que contenía jurisprudencia inventada. O el juez de Chubut que usó ChatGPT para redactar un fallo que terminó siendo anulado.
En ese contexto, hace poco más de una semana Thomson Reuters lanzó en la Argentina una nueva herramienta, que es utilizada por tribunales federales en Estados Unidos, el 80% de los estudios de “Am Law 100″ (un listado de las 100 firmas de abogados más grandes de Estados Unidos) y por más de 20.000 despachos y departamentos jurídicos alrededor de todo el mundo. Pero, ¿de qué se trata esta solución que desembarcó en el país?
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La herramienta es un asistente de inteligencia artificial generativa que, a diferencia de otras plataformas de este tipo, fue entrenada por abogados y busca ser una herramienta para esos mismos profesionales. En otras palabras, es una IA generativa de nivel profesional que permite ejecutar tareas legales esenciales.

¿Los resultados? “Clientes que antes demoraban entre 6 y 8 horas en hacer ciertas tareas, hoy las resuelven en 15 minutos”, detalló Rodrigo Hermida, vicepresidente de legal professionals LatAm & tax professionals south LatAm en Thomson Reuters, y agregó que estiman que liberará hasta 240 horas por año, por abogado.
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Desde la firma señalan que los abogados todavía deben ocuparse de muchas gestiones operativas y de papelerío que no pueden omitirse, pero que no representan un gran diferencial para los clientes. La herramienta, bautizada como CoCounsel Core, fue un proyecto que nació originalmente como Casetext y que hace dos años Thomson Reuters decidió adquirir. Entre las tareas que puede realizar de manera independiente están el leer, resumir o comparar documentos; también generar piezas o respuestas, como escribir un mail en base a un expediente. Al liberar ese tiempo, explican que los abogados podrían dedicar más esfuerzos a fidelizar clientes, atender a nuevos usuarios y aportar mayor valor al negocio. En palabras de Hermida: “Nació para potenciar y acelerar la función humana del abogado”.

¿En qué se diferencia de ChatGPT o Gemini?
Desde la multinacional Thomson Reuters explican que vienen trabajando hace décadas con software y cuestiones de automatización, pero actualmente decidieron poner foco en la incorporación de la IA. “La empresa está invirtiendo US$200 millones por año en desarrollos de inteligencia artificial a nivel global, ya sea en nuevas funcionalidades, nuevos casos de uso, entre otros”, explicó Hermida.
Pero, ¿en qué se diferencia esta plataforma con una IA genérica como ChatGPT o Gemini a la hora de resolver estas tareas?
En primer lugar, busca ser una herramienta más segura para los espacios de trabajo. “Se sabe que hoy hay mucho uso individual de la inteligencia artificial generativa y los colaboradores pueden compartir datos confidenciales de los clientes a las plataformas, información que los modelos luego utilizan para entrenarse”, resalta Marisa Molina, del área de propuesta de valor en tecnología legal en Thomson Reuters.
Efectivamente, pocos saben que los datos que se comparten a los chats de IA no son privados, sino que las inteligencias artificiales los utilizan para seguir entrenándose. En otras palabras, las conversaciones con ChatGPT, Gemini y otras versiones gratuitas o personales de inteligencias artificiales pueden usarse para mejorar el modelo; y no solo eso, sino que esto funciona por defecto, salvo que el usuario lo desactive manualmente en las configuraciones. En ese sentido, Molina apuntó: “Nuestra IA no almacena información de los clientes, tampoco se entrena con sus documentos ni los conserva”.

La herramienta también cuenta con un sistema que permite que, cuando la IA no sepa la respuesta a la consulta que se le hace, no produzca lo que se conoce como “alucinaciones” (inventar respuestas), sino que indique que es información que no está disponible. También ofrece la opción de acceder a la fuente original de cada una de las respuestas que brinda.
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Además de estas funcionalidades, detallan que para lanzar una versión en un país en específico hacen un trabajo de adaptación con traductores locales. De hecho, hace poco más de un mes desembarcaron en Brasil y colaboraron con equipos de ahí antes de lanzarla. “Cuando llevamos la herramienta a los países, nuestros departamentos de tecnología, abogados y traductores trabajan en el desarrollo y localización de la herramienta, para que trabaje y razone conociendo la práctica del lugar, las legislaciones locales, etc.”, detalló Molina, que explica que hicieron lo mismo en Canadá, Reino Unido, Australia y Japón, donde la herramienta se encuentra localizada en el idioma nativo y con las adaptaciones necesarias para comprender el razonamiento jurídico de esos lugares.
Por último, explican que, al estar entrenada por abogados y ser una IA destinada a esa misma profesión, la necesidad de darle contexto a la herramienta es menor. Además, permite trabajar con hasta 200 documentos a la vez, algo que los modelos genéricos suelen limitar a 20.
“El abogado, como todas las profesiones, va a tener que evolucionar y fuerte. Pero la IA no es una tecnología que nos reemplaza, sino que potencia, acelera y permite que el negocio crezca”, concluyó Hermida.