
En 1812, París vio el nacimiento de la primera brigada de investigación criminal formada por agentes encubiertos, bajo el mando de Eugène-François Vidocq. Criado en Arras, al norte de Francia, Vidocq transitó por una vida que lo llevó de la marginalidad y los delitos menores a convertirse en una figura central de la seguridad pública.
La creación de la Brigada de Sûreté marcó un hito en la historia policial: estableció las bases de la policía nacional francesa e impulsó el desarrollo de métodos innovadores que más tarde seguirían instituciones como Scotland Yard y el FBI.
La juventud de Vidocq estuvo marcada por delitos menores, fugas y varias temporadas en prisión. Hijo de una familia propietaria de una panadería, abandonó su hogar a los catorce años y trató de emigrar a Estados Unidos, aunque no lo consiguió. Se integró en un circo ambulante donde sufría constantes accidentes y finalmente regresó a casa, sin haber encontrado un rumbo definido.
Sus frecuentes problemas en el ejército y su paso por múltiples cárceles lo ubicaron en el margen de la sociedad francesa de entonces.
Durante sus años en prisión, Vidocq forjó una reputación como escapista. Utilizaba disfraces y falsificaba documentos para eludir la vigilancia y logró huidas espectaculares, lo que alimentó su leyenda. Sus memorias relatan al menos 20 escapes exitosos y diversas experiencias en las galeras francesas, donde los reos cumplían sentencias con trabajos forzados.
Nace la Sûreté: transición del delito al orden
Entre los 30 y 40 años, Vidocq decidió colaborar con la policía. Se entregó voluntariamente en 1809, buscó su libertad y comenzó a informar sobre otros presos. Posteriormente, fue liberado con la condición de continuar como informante fuera de la cárcel, obteniendo un acuerdo con las autoridades que reconocieron su habilidad para obtener confesiones y datos del submundo criminal.

En 1811, ascendió a jefe de la Brigada de Seguridad, una unidad pionera dentro de la Prefectura de París. La integraban cinco hombres vestidos de civil, que arrestaban a ladrones, asesinos y falsificadores. La estrategia incluía la infiltración en bandas y el cobro de comisiones por caso resuelto, en lugar de sueldos fijos. En siete años, según datos del propio Vidocq, la Sûreté detuvo a más de cuatro mil sospechosos, lo que incrementó la confianza en sus métodos.
Vidocq impulsó un enfoque innovador para su época: empleó a antiguos delincuentes como agentes, creó registros detallados de criminales y experimentó con técnicas de ciencia forense, como el uso de yeso para conservar huellas de pisadas. Introdujo sistemas de archivo sobre unos treinta mil individuos, con datos sobre antecedentes, alias y características físicas.
Los métodos de Vidocq permitieron un enfoque reactivo y preventivo en la persecución del delito. Empleó la observación meticulosa en escenas del crimen y anticipó la utilidad de las huellas dactilares y la comparación de balas en investigaciones, sentando bases para la criminología moderna.

El fin de las Guerras Napoleónicas propició el crecimiento de la Brigada. Vidocq amplió la plantilla de cinco a 28 integrantes, incluyendo algunas mujeres, algo inédito en su tiempo. Su gestión, sin embargo, generó polémicas recurrentes.
Según investigaciones de Paul Metzner, difundidas por The Public Domain Review, la incorporación de exconvictos respondía tanto a una necesidad operativa como a una paradoja propia de la Francia posrevolucionaria: el Estado aceptaba figuras provenientes de los márgenes, pero también las vigilaba con recelo.
A pesar de sus logros, la brigada se mantuvo bajo constante sospecha. El superior de Vidocq, Jean Henry, recibió acusaciones respecto a supuestos sobornos, delitos urdidos para lucrarse y enriquecimiento ilícito. Estas denuncias acompañaron la carrera pública de Vidocq incluso después de 1827, cuando abandonó la Sûreté, y su fortuna personal siguió siendo motivo de especulación.

Tras dejar la policía, Vidocq publicó cuatro volúmenes de memorias entre 1828 y 1829. El éxito literario fue inmediato; sus relatos inspiraron a escritores como Victor Hugo, Honoré de Balzac y Edgar Allan Poe. Las memorias, repletas de anécdotas y descripciones del ambiente criminal de la época, ofrecieron una visión novedosa del crimen e influyeron en el surgimiento del género policial.
Según Dominique Kalifa, la figura de Vidocq representa la transición del submundo criminal a la esfera oficial de la investigación. Kalifa resalta su papel en el desarrollo de agencias de detectives privados, aunque matiza la afirmación de que su Bureau de Renseignements, creado en 1832, fue absolutamente pionero.
Vidocq combinó la inteligencia corporativa y los casos personales, y buscó legitimar el sector importando técnicas de la Sûreté, así como invenciones propias como la tinta indeleble y el papel antifalsificación.

Las relaciones entre la policía estatal y Vidocq se volvieron tensas. La policía intentó clausurar su agencia en repetidas ocasiones e inició procesos judiciales en 1837 y 1843. De acuerdo con las crónicas judiciales, Vidocq fue absuelto, pero el deterioro en el negocio y la confiscación de archivos impactaron negativamente en su economía.
En sus últimos años, Vidocq padeció dificultades económicas. Diversas cartas muestran sus solicitudes de ayuda al Estado francés. Cuando falleció en 1857, su fortuna había menguado considerablemente, y su legado quedó repartido entre admiradores y detractores.
El debate sobre la figura de Vidocq persiste en la actualidad. Fue fuente de inspiración para literatura, cine y videojuegos, y su rol en la evolución de la investigación criminal sigue generando análisis controvertidos. De acuerdo con Michel Foucault y Graham Robb, la vida de Vidocq representa tanto la integración del crimen en el poder estatal como el surgimiento del detective moderno, planteando interrogantes sobre la delgada frontera entre ambos mundos.
Eugène-François Vidocq pasó de fugitivo a arquitecto de la policía moderna y dejó una huella indeleble en la cultura y la criminología. Su legado continúa alimentando debates y narraciones, mostrando que su vida evadió las categorías simples y permanece abierta a nuevas interpretaciones.