La obesidad afecta al 60% de las mascotas en Estados Unidos, incrementando el riesgo de enfermedades crónicas y costos veterinarios (Imagen Ilustrativa Infobae)

La obesidad dejó de ser un problema exclusivo de los humanos. En Estados Unidos, la tendencia escaló tanto entre las mascotas que los especialistas estiman que alrededor del 60% de los perros y gatos vive con sobrepeso.

Ese exceso de kilos no tiene nada de inofensivo. Aumenta las probabilidades de enfermedades crónicas, incrementa los costos veterinarios y reduce la expectativa de vida de los animales que comparten la vida cotidiana con millones de familias.

La dimensión del problema empujó a la industria farmacéutica hacia un territorio impensado hasta hace pocos años. Las compañías que impulsaron el desarrollo de medicamentos adelgazantes para humanos ahora miran el ámbito veterinario como un escenario donde las mismas herramientas hormonales podrían generar un impacto similar al alcanzado entre los pacientes con obesidad.

El uso de moléculas GLP-1 marca una nueva tendencia en el tratamiento de la obesidad animal (Imagen Ilustrativa Infobae)

La biotecnológica estadounidense encabeza ese proceso y pretende ofrecer un tratamiento específico para perros y gatos antes de que termine la década.

El proyecto gira alrededor de un implante denominado OKV-119, desarrollado en conjunto por la biotecnologica Okava y la biofarmacéutica Vivani Medical.

El dispositivo tiene aproximadamente el tamaño de un chip de rastreo y libera una dosis constante de exenatida durante seis meses. Esta sustancia funciona como un análogo de GLP-1, la hormona que regula el apetito, incrementa la sensación de saciedad y ralentiza la digestión. Los investigadores la seleccionaron por su familiaridad funcional con moléculas ya presentes en medicamentos humanos como Wegovy o Zepbound.

Michael Klotsman, director ejecutivo de Okava, explicó el razonamiento detrás de la propuesta con una frase que sintetiza décadas de discusión sobre salud metabólica en animales: “La restricción calórica, o ayuno, es una de las intervenciones más consolidadas para prolongar la vida y mejorar la salud metabólica de los perros. Pero también es una de las más difíciles de mantener”. El desafío se vuelve evidente para cualquier dueño que intentó reducir la cantidad de premios diarios o ajustar la alimentación de su mascota sin generar estrés, rechazo o cambios en la relación afectiva.

Estudios iniciales mostraron que pequeñas dosis de exenatida permitieron que los gatos perdieran al menos el cinco por ciento de su peso en 112 días (Linkedin)

La ciencia detrás de un implante que busca cambiar el vínculo con la comida

Los desarrolladores apuntan a resolver ese obstáculo. Según Klotsman, el fármaco “imita muchos de los efectos fisiológicos del ayuno sin requerir cambios significativos en las rutinas de alimentación ni alterar el vínculo entre humanos y animales que a menudo se centra en la comida”.

La idea no es que un perro o un gato deje de comer ni reduzca su actividad. “Lo que los dueños deberían esperar es que sus mascotas coman las porciones adecuadas sin la obsesión previa por la comida”. Añadió que seguirán mostrando interés en las comidas “pero sin el comportamiento excesivo de pedir comida, hurgar en la basura ni engullirla”.

Los primeros estudios en gatos entregaron resultados alentadores. Pequeñas dosis de exenatida lograron reducir la ingesta calórica y favorecer una pérdida de al menos el 5% del peso corporal en 112 días.

El ensayo clínico se amplió a perros, un paso clave para evaluar seguridad, efectividad y estabilidad a largo plazo. Si todo avanza según lo previsto, el implante podría estar a la venta, al menos en Estados Unidos, entre 2028 y 2029.

Los veterinarios clasificaron a cien millones de mascotas con sobrepeso en 2022 mostrando un crecimiento notable respecto de los años anteriores (Linkedin)

La demanda potencial no deja dudas. En 2022, los veterinarios clasificaron a 100 millones de perros y gatos como con sobrepeso u obesidad, frente a los 80 millones registrados cinco años antes.

La ciencia ha demostrado que los perros con sobrepeso viven hasta 2,5 años menos que sus pares delgados y que atraviesan una vida con más complicaciones de salud. Entre los gatos, los animales con mayor peso tienen una tasa de mortalidad 2,8 veces superior que la de sus contrapartes esbeltas.

Para Klotsman, el implante ofrecería a los profesionales una herramienta útil cuando las estrategias tradicionales fallaron. “OKV-119 —dijo— representa una herramienta adicional para los veterinarios que tratan mascotas donde los enfoques convencionales han sido insuficientes, de manera similar a cómo las terapias con GLP-1 han brindado nuevas esperanzas a los pacientes humanos que luchan contra la obesidad a pesar de sus mejores esfuerzos con la dieta y el ejercicio”.

Los beneficios de la convivencia y el impacto en la salud humana

Perros con exceso de peso pueden vivir hasta dos años y medio menos que los animales delgados lo que evidencia la magnitud del problema (AP)

El avance de la tecnología se produce en Estados Unidos, un país donde el lugar de las mascotas en la vida diaria adquirió un peso inusual. Según encuestas recientes, el 52% de los dueños de perros considera que la salud de su compañero es tan importante como la suya y el 41% afirma que incluso más. El fenómeno responde a una realidad emocional y social: los animales no solo acompañan, también mejoran la salud de las personas.

Diversos estudios muestran que convivir con un perro o un gato disminuye el estrés, reduce la ansiedad y atenúa el impacto de la soledad, uno de los problemas de salud pública más discutidos en la última década. También existen beneficios físicos medibles.

La actividad asociada al cuidado cotidiano de un perro determina que sus dueños tengan un 34% más de probabilidades de alcanzar los 150 minutos de ejercicio semanales recomendados que quienes no conviven con animales. Otros trabajos señalan que los dueños de mascotas exhiben niveles más bajos de presión arterial, colesterol y triglicéridos, lo que representa una ventaja concreta para la salud cardiovascular.

Los fármacos GLP1 para humanos tienen un valor que hoy resulta elevado y lo mismo podría ocurrir con el de los animales, aunque los especialistas creen que con el tiempo bajarán los costos (REUTERS/Ali Withers/)

Los datos son contundentes. Un estudio publicado en 2019 concluyó que quienes conviven con perros presentan un 24% menos de riesgo de muerte prematura en comparación con quienes no tienen animales. Entre las personas con antecedentes de infartos o accidentes cerebrovasculares, la reducción del riesgo llega al 31%. El efecto también aparece en los tutores de gatos. Investigaciones comparativas indican que quienes viven o vivieron con felinos tienen un 37% menos de probabilidades de morir por un ataque cardíaco y un 26% menos de probabilidades de morir por enfermedades cardiovasculares.

En conjunto, los especialistas describen a las mascotas como una “herramienta de longevidad”. La frase sintetiza una idea intuitiva, pero ahora respaldada por evidencia científica: mejorar la salud de los animales también mejora la salud de quienes comparten su vida con ellos.

El desafío de los costos y el horizonte de los tratamientos accesibles

El 52 por ciento de los dueños de perros considera que la salud de su mascota es tan importante como la suya, según una encuesta reciente (EFE)

La expansión de esta nueva generación de medicamentos enfrenta un obstáculo decisivo: el precio. No obstante, la historia de la medicina ofrece pistas sobre la evolución futura. Sir Stephen O’Rahilly lo recordó durante una presentación en la Royal Society sobre las causas de la obesidad. Explicó que los costos de los GLP-1 seguirán un camino similar al de otros medicamentos que empezaron como productos costosos y luego se volvieron accesibles. Recordó el caso de los tratamientos para la hipertensión.

El panorama general revela una convergencia llamativa. La salud humana y animal siempre estuvo entrelazada, pero la tecnología hormonal destinada a regular el apetito podría cambiar de forma directa la manera en que los dueños gestionan la vida cotidiana de sus mascotas. La obesidad ya no aparece como un destino inevitable para perros y gatos con inclinación a comer más de lo necesario. La próxima década podría marcar el inicio de una solución que combine ciencia hormonal avanzada, herramientas veterinarias innovadoras y un vínculo afectivo cada vez más profundo entre humanos y animales.