
En el barrio República de la Sexta, en Rosario, la ONG Orillas lleva quince años abriendo caminos para que adultos que no habían terminado la escuela accedan a la educación y a un trabajo digno.
En esto tiempo, unas 60 personas mayores de 50 años pasaron por la escuela para adultos y por los distintos talleres de formación. Un recorrido que les permitió retomar estudios, aprender oficios y abrir nuevas oportunidades de trabajo.
El acceso a la educación y la posibilidad de transformar la vida a través del aprendizaje han sido el motor de Orillas. Carolina Roldán, egresada de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Rosario, contó cómo la profunda desigualdad que observaba cada día al cruzar la calle entre la universidad y el barrio la llevó, junto a un grupo de amigos, a dejar de ser espectadora y actuar para modificar esa realidad.
Origen y motivación de Orillas
Según Roldán, el proyecto nació en 2010, cuando un grupo de jóvenes decidió enfrentar la pobreza desde la educación: “Pensamos que había muchas cosas de la realidad que nos afectaban, principalmente la pobreza. Y decidimos empezar a actuar en relación a eso y dejar de ser espectadores.”

El Club Unión y Fuerza abrió sus puertas para las primeras actividades. A esa zona del barrio se la conoce como La Siberia, comparando el sector con la zona alejada y fría de Rusia. El nombre Orillas surgió tanto por la ubicación geográfica, al borde de la barranca del río, como por la convicción de que una orilla representa el inicio de algo más grande. “Creemos que la educación es lo que te iguala y que te va a dar las oportunidades en el futuro”, afirmó Roldán.
La organización priorizó desde el inicio escuchar a los vecinos para ofrecer talleres que potenciaran sus habilidades y respondieran a sus intereses. El objetivo era claro: romper las barreras de la desigualdad y abrir oportunidades de educación y formación profesional para las familias del barrio.
La creación de la escuela para adultos
En los primeros años, Orillas se enfocó en el apoyo escolar para niñas, niños y jóvenes, con talleres de arte, ciencia y matemática: “Nos enfocamos principalmente en disminuir la repitencia escolar, que lo logramos”. Sin embargo, pronto identificaron la necesidad de trabajar también con los adultos, ya que muchas transformaciones alcanzadas en los jóvenes se veían limitadas en el entorno familiar. “Era algo que nos dábamos cuenta, que a lo mejor lográbamos un montón de transformaciones en los chicos y después en la casa un poco se truncaba”, explicó Carolina.

El cambio se produjo cuando los propios chicos comenzaron a llevar a sus madres y padres a estudiar. Así, Orillas comprendió las dificultades que enfrentaban los adultos para terminar la secundaria, como la imposibilidad de asistir con sus hijos o los problemas de inseguridad en el turno noche.
Tras medio año de gestiones con el Ministerio de Educación de Santa Fe, la organización logró implementar planes fines que permitieron a catorce personas finalizar tercero, cuarto y quinto año. Posteriormente, la Dirección Provincial para Adultos autorizó la creación de una extensión áulica de la Escuela 1168, lo que permitió que la Escuela de Educación para Adultos (EMPA) funcionara en la sede de Orillas todas las tardes. “Así logramos tener la escuela ahí, la EMPA ahí, funcionando todos los días a la tarde, en donde asisten con hijas e hijos”, detalló Roldán.
Barreras y soluciones para la educación de adultos
Las dificultades para que los adultos terminaran la secundaria eran estructurales: “Nadie podía ir a la escuela con sus hijos ni tampoco podía ir en el turno noche por temas de inseguridad o de trabajo.”
El modelo de Orillas resultó innovador porque permitió la asistencia con hijos y ofreció contención integral. “No solamente es tener la escuela ahí, sino es aparte todo el acompañamiento que nosotros hacemos”, subrayó.

El trabajo en red con el Estado fue clave para la sostenibilidad del proyecto. Roldán agradeció el apoyo de directivas provinciales quienes acompañaron la iniciativa y garantizaron su continuidad tras cambios de gestión: “Por suerte hoy le podemos dar continuidad, que agradezco a Noemí Stara, que es la directora provincial actual, y a la primera directora provincial, que fue Lucía Salinas, que nos escuchó también.”
Acceso a trabajo y estudios superiores
Uno de los indicadores de impacto que Orillas se propuso desde el inicio fue que los habitantes del barrio accedieran a la universidad, algo que parecía inalcanzable pese a la cercanía física con la Ciudad Universitaria: “Nos parecía muy contradictorio que nadie de todo ese barrio pensara posible acceder a la universidad siendo que están a media cuadra.”
Hoy, el 60% de quienes terminan la secundaria en Orillas cursa carreras universitarias o terciarias, como enfermería, docencia, derecho, marketing o programación.
Roldán compartió la emoción que le genera ver el esfuerzo de quienes asisten a la escuela, muchas veces acompañados por varios hijos: “La verdad que algunos contextos de dificultad que atraviesan, que hayamos podido ser una pata para que ellos puedan cumplir esto y que puedan transformar su vida, la verdad que es muy emocionante.”
Además, destacó que quienes pasan por la ONG logran progresar en su vida.
Oferta de talleres y formación profesional
La oferta de capacitaciones se amplió con el programa Nueva Oportunidad, del Ministerio de Desarrollo de Santa Fe, que permitió crear propuestas como artes y oficios, locución, barbería y peluquería, robótica, ajedrez y herramientas digitales.
“Todos estos talleres fueron creados por la propia necesidad del lugar, del territorio, de lo que la gente nos va pidiendo”, explicó Roldán. El apoyo escolar se brinda ahora de manera personalizada, según la demanda.

“Todos los talleres que tenemos, además nos enfocamos en el último tiempo que puedan generar trabajo, que sean una herramienta para que ellos puedan tener un oficio en el futuro y así poder trabajar”, detalló.
En el caso de la robótica, los niños aprenden programación desde pequeños, y algunos llevan tres años asistiendo al taller. La barbería y peluquería ofrecen la posibilidad de que los egresados utilicen el salón para trabajar y generar ingresos, y ya hay jóvenes que han comenzado a ejercer el oficio. “Incluso alguno de los chicos hoy ya está trabajando de cortar el pelo, tienen sus clientes y es una ayuda económica también”, agregó.
Contención social y sentido de comunidad
Orillas también atiende otras necesidades básicas, como la ayuda alimentaria, que se mantiene desde la pandemia gracias a la membresía con el Banco de Alimentos. Además, la organización gestiona recursos de salud, como la entrega de setenta pares de lentes a personas que los necesitaban, campañas de vacunación y operativos para el boleto gratuito.
El sentimiento de pertenencia y comunidad es uno de los valores centrales de la organización. El equipo de Orillas está formado por quince personas, más los docentes de la extensión áulica y los talleristas, cada uno responsable de garantizar el funcionamiento de su área.
La proyección a futuro
A pesar de que las necesidades básicas se han multiplicado y el contexto social se ha deteriorado, Orillas continúa gestionando recursos y luchando para que las personas puedan acceder a un trabajo digno y desarrollarse plenamente.

“Hoy lo que hace que se extremen las necesidades es que un poco las personas dejaron de ser solidarias o pensar en comunidad para pensar individualmente y creo que eso es lo que está haciendo que estemos cada día peor”, reflexionó Roldán. Sin embargo, la organización sostiene su labor y busca ampliar el espacio y mejorar el equipamiento para seguir acompañando a más personas.
El trabajo sostenido de Orillas muestra que la educación para adultos y la comunidad pueden abrir nuevas oportunidades y transformar vidas, permitiendo que quienes participan descubran su potencial y construyan un futuro diferente para sí mismos y sus familias.