
En la década de 1970, Stephen King vivía en Boulder, Colorado, con su familia, sin imaginar que un incidente cotidiano se convertiría en la semilla de uno de sus personajes más terroríficos. Una noche, tras cenar en una pizzería local, su auto sufrió una falla mecánica que lo obligó a dejarlo en el taller y regresar a pie por un camino solitario.
Mientras avanzaba entre sombras y silencio, el escritor sintió esa inquietud que precede a las grandes ideas. El paisaje desierto, apenas iluminado por los faros lejanos, se transformó en la chispa creativa que daría vida a Pennywise, el payaso siniestro de It, una de las figuras más perturbadoras del universo King.
De acuerdo a Europa Press, el recorrido llevó al escritor a atravesar un viejo puente de madera, escenario que disparó en su memoria el cuento infantil noruego Las tres cabras Gruff. La historia narra cómo tres cabritas deben cruzar un puente custodiado por un trol, un relato que King había conocido de niño.
La conjunción entre el entorno real y la reminiscencia del cuento activó la creatividad del escritor en aquel momento.

El puente, el trol y el nacimiento de un ícono del terror
De acuerdo con testimonios del propio Stephen King, fue en ese breve trayecto cuando surgió la semilla para lo que más tarde se convertiría en la novela It. El escritor recordó: “Un camino estrecho y sin luces conducía hasta aquella zona… Tuve que cruzar un puente de madera extrañamente pintoresco”.
La sensación de soledad y el vínculo con aquella historia infantil detonaron la pregunta central: ¿cómo sería narrar una historia de horror basada en un trol bajo un puente, pero en la vida real?

La idea se mantuvo latente durante varios años. En 1981, King decidió transformarla en obra literaria, llevando el concepto más allá del clásico trol de los cuentos. El escritor contempló que el monstruo de su novela debía concentrar todos los temores posibles.
“Debía de ser una cosa que aglutinara todo, algo horrible, desagradable, grosero, una criatura que no quieres ver y que te hace gritar solo al verla”, explicó Stephen King en entrevistas posteriores.

Según declaraciones de King recogidas por Europa Press, el autor decidió analizar cuáles eran los temores más comunes en la infancia. Se planteó la siguiente pregunta: “¿Qué asusta a los niños más que a nada en el mundo?”. La respuesta fue contundente: los payasos.
Esta reflexión lo llevó a crear a Pennywise, la criatura capaz de tomar cualquier forma, pero generalmente manifestada como un payaso terrorífico.

La novela It llegó al público en 1986. El personaje de Pennywise se convirtió rápidamente en un símbolo del terror contemporáneo, superando el ámbito literario para instalarse en la cultura popular global.
Adaptaciones cinematográficas y televisivas reforzaron su notoriedad, especialmente con el reciente estreno de It: bienvenidos a Derry, precuela de la saga original.

El impacto de Pennywise trescendió generaciones. De acuerdo con registros de Milenio, la figura del payaso continúa captando el interés de fanáticos y nuevos espectadores, que desean descubrir el trasfondo del personaje. King, al fusionar una situación cotidiana y un clásico cuento infantil, creó uno de los villanos más reconocidos del siglo XX y XXI.
La serie It: bienvenidos a Derry, estrenada en la plataforma de streaming HBO con motivo del Día de Muertos, explora los antecedentes de Pennywise y aporta nuevas miradas al mito.
Este relanzamiento reavivó preguntas sobre el proceso creativo que dio origen al personaje, así como sobre la relación del miedo con las figuras aparentemente inofensivas.

“La imagen del payaso se eligió porque representa una figura cercana y amigable para los niños, pero puede subvertirse en un símbolo de horror”, afirmó King sobre su decisión.
El autor combinó elementos de la tradición oral, sus propias experiencias y la observación de los miedos universales para dar vida al personaje de Pennywise.
El fenómeno alrededor de la saga It y de Pennywise continúa vigente. Las adaptaciones y la difusión en medios mantienen la relevancia de su origen, que radica en un episodio común y familiar para cualquier lector: una caminata al atardecer, la evocación de un cuento infantil y la imaginación de un autor que, sin preverlo, transformó la rutina en la génesis de un mito del terror moderno.