
Golpeado por la inflación, la reducción de los subsidios a los servicios públicos, el peso de los alquileres y la falta de acceso al crédito, un 72% del conjunto de los trabajadores recibe un sueldo inferior a un millón de pesos por mes.
Esa estimación incluye tanto a los que cobran un salario fijo como a los cuentrapropistas y se agudiza más cuando la condición laboral es informal o precarizada: el 89% de los asalariados informales y el 88% de los cuentapropistas de baja calificación se encuentran en este segmento de ingresos insuficientes.
El informe, elaborado por Eduardo Chávez Molina, Mariana Sosa y José Rodríguez de la Fuente, del Instituto Gino Germani de la Universidad de Buenos Aires, subraya: “Esta insuficiencia generalizada se agrava al contrastar con el valor de la Canasta Básica Total (CBT), que en octubre de 2025 ascendía a $1.213.799 para un hogar tipo de cuatro integrantes”.
El reporte destaca que incluso dentro del grupo de los asalariados formales, el segmento mejor remunerado del universo laboral, el 58% no supera ese umbral, lo cual “evidencia una crisis generalizada de ingresos que trasciende la informalidad y afecta la capacidad de amplios sectores de la población para cubrir sus necesidades básicas”.
Mileuristas nacionales
A la manera de los mileuristas de España, aquellos que luchan por cubrir los gastos de la vivienda y comer con solamente 1.000 euros al mes y mantienen una economía personal precaria, los ingresos de los argentinos refuerzan el fenómeno del “trabajador pobre” cada vez más consolidado.
Aún teniendo un puesto de trabajo estable, el informe asegura que 1 de cada 5 trabajadores (19,3%) con jornada completa de 40 horas semanales, es pobre. Entre los asalariados informales que también trabajan en jornada completa, la pobreza se dispara al 41,3 por ciento.
Aún teniendo un puesto de trabajo estable, el informe asegura que 1 de cada 5 trabajadores (19,3%) con jornada completa de 40 horas semanales, es pobre (Instituto Gino Germani)
Según los investigadores, “casi parodiando la condición de los mileuristas europeos, en el caso de Argentina, privados de subsidios de alquiler y tarifas, es una situación de una precariedad extrema. Su ingreso, estático en un contexto inflacionario, bajo, pero con inflación, se ve devorado por un alquiler que absorbe una parte considerable de sus recursos, condenándolos a la pobreza residencial”.
A esta presión se suma el “encarecimiento continuo” de alimentos y servicios, anula toda capacidad de ahorro: “Cualquier imprevisto se transforma en una crisis insalvable, profundizando la incertidumbre. Sin colchón financiero, el acceso al crédito es nulo, bloqueando o dificultando cualquier proyecto de movilidad social como la compra de una vivienda o la capacitación profesional, y perpetuando un estado de mera subsistencia”.
La insuficiencia de los ingresos también se refleja en el aumento del pluriempleo, que alcanza al 12% de los ocupados, lo que demuestra que incluso los asalariados formales deben recurrir a ocupaciones adicionales para evitar la pobreza. El estudio destaca que 9,7 millones de personas (el 67% de la Población Económicamente Activa) enfrentan problemas de empleo, ya sea por desocupación, subocupación o inserción en puestos precarios.
Al mismo tiempo en que describe este escenario crítico, el informe menciona el efecto positivo sobre el salario de la baja de la inflación.
Si se mide la pobreza por ingresos, tras un pico del 55% al comienzo del actual gobierno, el indicador cayó al 31,8%, un nivel similar a finales de 2018 (Instituto Gino Germani)
“Si se mide la pobreza por ingresos, tras un pico del 55% al comienzo del actual gobierno, el indicador cayó al 31,8%, un nivel similar a finales de 2018. La mejora respondió a la desaceleración de la inflación y al crecimiento relativo de los ingresos, especialmente en los trabajadores informales”, destacaron los investigadores.
Los ocupados informales de algunas ramas en particular son los que traccionaron la salida de la pobreza a partir de una mejora en sus ingresos laborales, no obstante lo cual los especialistas señalaron que “es preciso destacar que se trata aun de ingresos muy bajos”.
Los ocupados que más incrementaron sus ingresos laborales en este ultimo año fueron los de las ramas Alojamiento y servicio de comidas (quienes en promedio cobran $563.000 mensuales y solo el 8% de ellos gana más de $1 millón mensuales), los de comercio (quienes en promedio cobran $648.000 mensuales y solo el 12% de ellos gana más de $1 millón mensuales), los de construcción (quienes en promedio cobran $599.000 y solo el 8% de ellos gana más de $1 millón mensuales) y los de transporte que cobran $1,1 millón en promedio y solo el 29% de ellos gana más de $1 millón mensuales).
Los ocupados que más incrementaron sus ingresos laborales en este ultimo año fueron los de las ramas Alojamiento y servicio de comidas (quienes en promedio cobran $563.000 mensuales y solo el 8% de ellos gana más de $1 millón mensuales)
El informe identificó un “Efecto de Flexibilidad” a través del cual los cuentapropistas, quienes pueden ajustar sus precios o tarifas con más agilidad que un asalariado formal, “lograron mejorar su ingreso real relativo frente a la canasta básica durante la desaceleración inflacionaria. Esto resultó en una reducción de la pobreza entre los cuentapropistas no calificados (del 38,8% al 36 por ciento)”.