El concepto de contagio social de los trastornos mentales, como la depresión, ha sido objeto de debate en la ciencia durante más de tres décadas, según reseña un artículo de Smithsonian magazine. La idea de que las emociones y estados de ánimo pueden “transmitirse” entre las personas ha ganado terreno, especialmente después de un reciente estudio publicado en JAMA Psychiatry, sugiere que, en el caso de los adolescentes, estar expuesto a compañeros con trastornos mentales podría aumentar el riesgo de desarrollar condiciones similares. Sin embargo, la evidencia sobre esta posible transmisión sigue siendo incierta.
Un estudio sobre el contagio social de los trastornos mentales
El estudio realizado por investigadores de la Universidad de Helsinki y otras instituciones finlandesas examina la salud mental de más de 700,000 jóvenes nacidos entre 1985 y 1997. Los resultados indican que los adolescentes que tenían compañeros diagnosticados con trastornos mentales mostraron un riesgo significativamente mayor de desarrollar enfermedades mentales en el futuro. En concreto, aquellos que estuvieron expuestos a más de un compañero diagnosticado con un trastorno mental tuvieron un 18% más de probabilidades de recibir un diagnóstico similar, en comparación con aquellos sin compañeros afectados.
Jussi Alho, autor principal del estudio, explicó en una comunicación con Undark magazine que el diseño de su investigación es adecuado para examinar este fenómeno. Alho argumentó que las clases escolares actúan como “redes sociales impuestas” y que, al ser compuestas de manera institucional, no están influenciadas por la selección de los individuos según sus afinidades. “Las clases escolares son muy adecuadas para la investigación, ya que generalmente no se forman endógenamente por individuos que seleccionan a otros similares como compañeros de clase”, afirmó. A pesar de esto, Alho reconoció la posibilidad de “confusión residual”, una limitación del estudio que puede estar explicando ciertos resultados.
Críticas a la investigación: Factores de confusión no considerados
El análisis realizado por los científicos finlandeses no pasó desapercibido. Eiko Fried, psicóloga clínica de la Universidad de Leiden, cuestionó la validez de los resultados al aludir que podrían existir factores de confusión no considerados en el estudio, como el entorno socioeconómico de los jóvenes. “Estos niños terminan en las mismas escuelas, y se produce una agregación de depresión en esas escuelas”, comentó Fried en un correo electrónico a Undark magazine. Según ella, la pobreza en el vecindario podría ser un factor que contribuye a los trastornos mentales observados, lo que genera la falsa impresión de un contagio social.
Aunque el estudio de la Universidad de Helsinki controló factores como las tasas de empleo y los niveles educativos en los vecindarios, Fried sostuvo que otras variables no contempladas podrían estar desempeñando un papel fundamental en la propagación de los trastornos mentales entre los jóvenes. Los psicólogos enfrentan el desafío de identificar qué influencias sociales son realmente causales y cuáles son simplemente coincidencias contextuales.
El diseño del estudio y la defensa de los investigadores
A pesar de las críticas, los autores del estudio defienden la validez de su enfoque. Jussi Alho, al ser consultado sobre las críticas, subrayó que el diseño del estudio tiene en cuenta la estructura fija de las clases escolares como redes sociales “impuestas”. “Las clases escolares se encuentran entre las redes de pares más significativas durante la infancia y la adolescencia, dado el tiempo sustancial que se pasa junto con los compañeros de clase”, explicó.
Sin embargo, Alho también reconoció que “no podemos descartar completamente la confusión residual” debido a factores no medidos o mal medidos, lo que plantea dudas sobre la influencia real de los factores contextuales. Aun así, los investigadores consideran que el enfoque utilizado permite observar una relación entre los trastornos mentales de los compañeros y el aumento de riesgo en los jóvenes, sin que estos hayan sido seleccionados por afinidad.
¿Contagio de la conciencia? Un cambio en la percepción pública
Más allá de los aspectos biológicos o emocionales de un posible “contagio”, los investigadores propusieron que la exposición a compañeros con trastornos mentales podría generar un tipo de contagio diferente: la conciencia pública. Este fenómeno se refiere a la forma en que la visibilidad y la mayor normalización de los trastornos mentales a través de la exposición social pueden impulsar a los individuos a reconocer y tratar sus propios problemas de salud mental.
“Podría ser que el conocimiento de los trastornos mentales a través de los compañeros ayude a normalizar los diagnósticos y aumente la receptividad al tratamiento”, indicaron los autores del estudio. Esta mayor conciencia, sumada a la influencia de las redes sociales y los medios de comunicación, podría estar contribuyendo a una mayor aceptación y visibilidad de las enfermedades mentales. De este modo, más personas estarían dispuestas a buscar ayuda y recibir un diagnóstico, lo que cambiaría la percepción social sobre estos trastornos.
¿Contagio social o simplemente un reflejo del entorno?
Aunque la relación entre el entorno social y la salud mental sigue siendo incierta, el debate sobre el “contagio social” de los trastornos psicológicos resalta un cambio importante en la forma en que entendemos y tratamos la salud mental. Los adolescentes que están expuestos a compañeros diagnosticados con trastornos mentales podrían estar, de alguna forma, experimentando un tipo de contagio que no se refiere a la transmisión de la enfermedad en sí, sino a la mayor visibilidad y aceptación de estos trastornos en la sociedad.
Este enfoque sobre la “conciencia pública” abre nuevas posibilidades para comprender cómo los trastornos mentales se perciben y se tratan en la sociedad moderna, especialmente en un contexto donde las redes sociales juegan un papel cada vez más relevante.