
Los cambios en el ciclo menstrual son más habituales de lo que se piensa y pueden tener múltiples causas, desde el estrés diario hasta ciertas condiciones médicas. Aunque un periodo diferente puede resultar desconcertante, aprender a identificar las señales de alarma y saber cuándo consultar al médico es clave para cuidar la salud y vivir con mayor tranquilidad.
En ese sentido, un flujo menstrual más ligero de lo habitual puede pasar inadvertido o resultar inquietante, pero la hipomenorrea, término clínico que designa esta situación, requiere atención cuando el cambio se mantiene en el tiempo.
Según la Cleveland Clinic, la hipomenorrea se presenta como una disminución notable tanto en la cantidad como en la duración del sangrado menstrual, generalmente durante dos días o menos y de forma reiterada en varios ciclos.
Aunque en algunas mujeres este patrón puede estar dentro de la normalidad, los especialistas sugieren consultar a un profesional sanitario si la alteración se prolonga durante tres periodos seguidos.

Este fenómeno implica una reducción del flujo menstrual respecto al ciclo acostumbrado. Dana Leslie, especialista en salud femenina de la Cleveland Clinic, aclara que la hipomenorrea se diagnostica cuando el sangrado se vuelve más escaso y breve de lo habitual para cada mujer.
A lo largo de la vida, la menstruación puede fluctuar en intensidad y duración, sin que esto implique necesariamente un problema de salud. No obstante, una modificación persistente podría indicar desequilibrios hormonales o patologías subyacentes.
Ciclo normal: qué tener en cuenta
Según la Cleveland Clinic, un ciclo menstrual normal es aquel que ocurre cada 21 a 35 días y dura entre tres y siete días, aunque la experiencia puede variar de persona a persona. La cantidad de sangrado suele oscilar entre dos y tres cucharadas por periodo, y es habitual que existan cambios en el patrón a lo largo de la vida, especialmente en la adolescencia y cerca de la menopausia.
El ciclo menstrual se divide en cuatro fases principales que se repiten mes a mes. Comienza con la menstrual, cuando el cuerpo elimina el revestimiento del útero; sigue la folicular, en la que las hormonas estimulan el desarrollo de un óvulo; luego ocurre la ovulación, cuando el óvulo maduro se libera y puede ser fertilizado; y finalmente, la lútea, que prepara el útero para un posible embarazo o marca el retorno a la menstruación si no hay fecundación.

Estas etapas están reguladas por cambios hormonales y determinan la duración y las características del ciclo en cada persona. Siendo que la regularidad y las características del ciclo son únicas para cada mujer, por lo que es fundamental conocer qué es común en cada caso para reconocer cuándo un cambio podría requerir consulta médica.
Algunas mujeres experimentan síntomas físicos y emocionales relacionados con el ciclo, como cólicos abdominales, hinchazón, dolor de cabeza, sensibilidad mamaria, cambios de humor o fatiga. Estos síntomas pueden variar en intensidad o no presentarse en absoluto y, por lo general, forman parte del proceso menstrual saludable. Sin embargo, si resultan muy intensos o alteran la vida diaria, es recomendable mencionarlos durante una consulta médica.
Causas y síntomas de un periodo más corto o escaso
En tanto, entre los motivos más frecuentes de periodos ligeros se encuentran el estrés, la pérdida de peso, el hipertiroidismo, el síndrome de ovario poliquístico (SOP), la perimenopausia y la estenosis cervical. El estrés incide en las hormonas al alterar los niveles de cortisol y modificar la producción de gonadotropinas como el estrógeno y la progesterona, lo que puede causar irregularidades menstruales o incluso ausencia de periodo (amenorrea).
Bajar de peso rápidamente, seguir dietas restrictivas o realizar ejercicio intenso también puede llevar a este cuadro. El organismo necesita cierta cantidad de grasa y energía para mantener la ovulación y la síntesis de hormonas sexuales. Cuando estos requerimientos no se cumplen, las alteraciones hormonales impactan en el patrón menstrual habitual.

El hipertiroidismo, caracterizado por una actividad excesiva de la glándula tiroides, interfiere en el equilibrio hormonal y tiende a acortar o reducir el flujo menstrual. Puede acompañarse de síntomas como ansiedad, fatiga, aumento de la frecuencia cardíaca, sudoración excesiva y dificultades para dormir.
El SOP afecta la ovulación por un aumento de andrógenos, lo que genera no solo flujo escaso, sino también acné, piel grasa, manchas oscuras, exceso de vello, pérdida de cabello y aumento de peso.
Durante la perimenopausia, una etapa de transición que puede iniciarse desde los 35 años, disminuye progresivamente la producción de estrógeno. Los ciclos se vuelven irregulares y pueden aparecer dificultad para concentrarse, sofocos, cambios de humor y sequedad vaginal.
En la estenosis cervical, el cuello uterino se estrecha y esto dificulta la salida normal del flujo menstrual. Las causas incluyen infecciones, anomalías de nacimiento, cirugías, radioterapia o traumatismos. Esta condición suele asociarse a dolor pélvico y molestias al usar tampones o durante las relaciones sexuales.

Los síntomas adicionales varían en función de la causa: estrés y pérdida de peso pueden provocar fatiga y alteraciones en el ánimo; el hipertiroidismo, nerviosismo y sudoración; el SOP, cambios en piel y vello; la perimenopausia, sofocos y sequedad vaginal; la estenosis cervical, dolor pélvico. La Cleveland Clinic insiste en la importancia de prestar atención a estos signos y consultar si el patrón menstrual cambia sostenidamente.
Consulta y tratamiento
Si los periodos breves o escasos se extienden durante tres ciclos consecutivos, se recomienda acudir a un profesional médico para descartar causas hormonales o patológicas. El diagnóstico suele incluir exploración física, análisis de antecedentes, pruebas de sangre y estudios de imagen, entre ellos resonancia magnética, ecografía transvaginal o sonohisterografía.
Las opciones de tratamiento dependen de la causa concreta. La Cleveland Clinic subraya que no se debe asumir que solo el estrés o la pérdida de peso son responsables. El abordaje puede variar desde cambios en el estilo de vida o manejo del estrés hasta terapias específicas para el hipertiroidismo, el SOP o la estenosis cervical.
Una variación persistente en el patrón de sangrado siempre justifica la consulta médica para descartar afecciones de salud y definir el tratamiento adecuado, acuerdo a las recomendaciones de la Cleveland Clinic.