La pelea es abierta. Los dos distritos que comparten responsabilidades en la prevención del delito sostienen un tenaz enfrentamiento político. De un lado y otro de la avenida General Paz se escuchan críticas. Se arrojan errores y culpas. Ciudad y Buenos Aires se muestran cada vez mas separados. Más que vecinos, parecen extraños. Al menos así queda expuesto en el inhabitual título de una de las cotidianas informaciones compartidas a la prensa por la policía bonaerense: “Detuvimos a una banda de porteños que marcaban y robaban en zona sur del conurbano”
Resaltar “porteños” en este caso de delincuentes detenidos por entraderas como se hace en los operativos en los que se atrapa a grupos de ladrones de otras nacionalidades parece impulsar la construcción de un “ellos” y un “nosotros” para profundizar las diferencias entre los distritos. Y llega como final de una semana en la que ambas partes señalaron al otro.
De un lado se impulsó la idea de que “Kicillof (Axel) y el kirchnerismo piensan que el victimario es la víctima”, mientras que desde La Plata emergían cuestionamientos por la situación de presos en calabozos de comisarías porteñas.
El jefe del gobierno porteño, Jorge Macri, había sido directo en sus cuestionamientos lanzados en los últimos días. Y la tribuna elegida fue un seminario de especialistas internacionales de políticas de seguridad pública, que organizó su administración. “La ciudad es una de las capitales más seguras de toda América, pero vemos con preocupación una realidad muy compleja en el vínculo con la provincia de Buenos Aires, donde esta prioridad que le damos nosotros a la seguridad no es la misma”, sostuvo Macri.
Y agregó: “No hay política de seguridad que alcance si no hay decisión política de enfrentar al delito. Nuestro compromiso es absoluto, tanto por el respaldo con el que cuentan las fuerzas de seguridad locales como por el criterio que establecimos: en la ciudad, quien comete un delito, tiene consecuencias”. Destacó, en cuanto al respaldo a sus agentes de aplicación de la ley, que cada 30 horas un policía de la ciudad es atacado en la provincia de Buenos Aires, en tránsito desde o hacia sus puestos de trabajo en la Capital.
Ese último dato ya había generado una polémica en septiembre pasado, cuando Macri habilitó a que los efectivos porteños pudiesen utilizar el chaleco antibalas reglamentario cuando circulasen fuera de servicio en territorio bonaerense.
Es que dos oficiales porteños fueron asesinados en robos en el conurbano entre julio y septiembre pasado. Juan Manuel Castelli y José Luis Gómez fueron mortalmente baleados en Lomas de Zamora y Lanús. En los últimos cuatro años se registraron 13 homicidios de policías porteños: 12 en Buenos Aires.
Los asesinatos de los policías Castelli y Gómez terminaron de demoler las de por sí endebles relaciones entre funcionarios de ambos distritos. Así lo reconoció en ese momento el ministro de Seguridad porteño, Waldo Wolff: “Alonso ni siquiera me llamó. Antes siempre hablábamos. Es una cuestión de respeto”.
El funcionario de la ciudad se refería así al quiebre de vínculos con el ministro de Seguridad bonaerense, Javier Alonso. Esa línea directa entre los responsables de la prevención del delito en el área metropolitana aparece completamente rota. Y la respuesta del ministro provincial a las críticas de Macri resultan un explosivo para cualquier intento de acuerdo. “Nunca antes en la historia de Capital Federal se escaparon tantos presos de comisarías. Tienen muchas deficiencias”, dijo Alonso un día después del mensaje del jefe del gobierno porteño. Y defendió a Kicillof: “El compromiso del gobernador con el tema de la seguridad es el más fuerte de los últimos gobernadores, nunca se había invertido tanto en la provincia”.
Claro que la visión en la ciudad es bien diferente. Hasta la vicejefa de gobierno, Clara Muzzio, se sumó en los últimos días a las quejas contra el gobernador en la red social X: “Los destinos de la provincia y de la ciudad de Buenos Aires están unidos. Si en la provincia crece la violencia, la droga, el delito generalizado, como pasó en estos dos gobiernos de Kicillof, la ciudad inevitablemente sufre las consecuencias”.
La “banda de porteños”
En ese contexto de acusaciones cruzadas emergió la denominación policial de la “banda de porteños” que robaban a adultos mayores en el partido de Berazategui. Para sustentar esa imagen se indicó que los once detenidos tienen domicilio legal en la ciudad. Sin embargo, el detalle del operativo señaló, además de allanamientos en el barrio porteño de Villa Lugano, procedimientos y capturas en Villa Celina, la localidad del partido de La Matanza que es lindera con la ciudad, justo frente a Villa Lugano. En territorio porteño fueron detenidos solo tres de los once sospechosos, aunque en ese distrito se hicieron siete de los doce allanamientos.
En Villa Celina apareció, además, un chaleco antibalas con la inscripción de la Policía de la Ciudad, material hallado por la policía bonaerense en una de las guaridas de la banda y cuya procedencia es aún motivo de investigación, pero que resultó por ahora otro elemento para sostener la denominación de “banda de porteños”.
La polémica entre los funcionarios de la ciudad y Buenos Aires encuentra en este caso otro resorte para tomar impulso. Pero la investigación sobre el grupo delictivo al que los bonaerenses llaman “banda de porteños” tiene en las sombras un dato importante: policías porteños y bonaerenses se ayudaron para dar con ese organización que elegía blancos accesibles –adultos mayores–, pero de alto poder adquisitivo. Ese diálogo profesional parece no haberse cortado. Lo que no es poco. Tampoco mucho. Pero suficiente para mantener un necesario flujo de información de un lado a otro de una región sin fronteras.
Es que los detectives bonaerenses lograron identificar tres vehículos que usaron los delincuentes para escapar luego de una entradera en Berazategui y esa información llegó a la fuerza de seguridad porteña. Una de esos autos, un Peugeot 208, fue detectado por el Anillo Digital, el sistema de cámaras y lectores de patentes operado por la Policía de la Ciudad y que funciona en los cruces entre la ciudad y el conurbano. Ese aporte entregó la pista inicial que llevó al arresto de los delincuentes que al final quedaron bautizados como la “banda de porteños”.