La policía antidisturbios de Georgia utilizó gas lacrimógeno, cañones de agua y balas de goma contra miles de manifestantes en Tiflis, quienes protestaban por la decisión del primer ministro Irakli Kobajidze de retrasar hasta 2028 los planes del país para adherirse a la Unión Europea (UE).
Un total de 43 personas fueron detenidas en Georgia por incidentes ocurridos durante la manifestación, informó este viernes el Ministerio de Interior a través de un comunicado en su página web.
Según la institución, los arrestos se realizaron bajo cargos de “desobediencia a los agentes del orden y vandalismo menor”. Además, 32 efectivos de las fuerzas de seguridad resultaron heridos, de los cuales 13 requirieron cirugía debido a lesiones graves en la cabeza, los ojos y el cuerpo.
El Ministerio acusó a “algunos” manifestantes de protagonizar “acciones provocativas”, como ignorar las instrucciones de los policías, insultarlos y enfrentarlos físicamente.
En su comunicado, el organismo denunció que estas “acciones ilegales y violentas” provocaron daños en infraestructuras y lesiones de diversa gravedad en los agentes. Para controlar la situación, el Ministerio defendió la utilización de “los medios especiales permitidos por la ley” con el fin de disolver la protesta.
Los enfrentamientos, que comenzaron poco después de la medianoche, dejaron escenas de barricadas en llamas, detenciones y violencia, en un contexto de creciente tensión política y social.
Ondeando banderas europeas y georgianas, los manifestantes bloquearon la principal avenida de la capital y se concentraron frente al Parlamento, exigiendo que el gobierno retomara la agenda de integración con la UE.
Según medios locales, las fuerzas del orden no solo atacaron a los manifestantes, sino también a periodistas que cubrían la protesta.
El estallido social en Georgia fue desencadenado por el anuncio del primer ministro Irakli Kobajidze, quien justificó el aplazamiento de la adhesión a la UE acusando a “algunos políticos europeos” de ejercer “chantaje”.
Kobajidze afirmó que el asunto de unirse al bloque no estaría “en la agenda hasta finales de 2028″, aunque aseguró que su gobierno seguirá trabajando en las reformas requeridas por Bruselas para “convertirse en Estado miembro en 2030″.
El anuncio se produjo horas después de que el Parlamento Europeo aprobara una resolución no vinculante en la que denunciaba “irregularidades significativas” en las elecciones legislativas de octubre y pedía repetirlas en un plazo de un año.
Dichos comicios fueron ganados por el partido oficialista Sueño Georgiano, que fue acusado de estrechar lazos con Moscú y de cometer fraudes electorales, según denuncias de la oposición y observadores internacionales.
La Comisión Europea, por su parte, había congelado el proceso de adhesión en 2023, citando preocupaciones sobre retrocesos democráticos en el país.
A pesar de haber sido reconocido como candidato oficial a la UE en diciembre de ese mismo año, la inestabilidad política y las acusaciones de corrupción obstaculizaron el camino de Georgia hacia la integración europea.
La decisión de Kobajidze fue vista por muchos como un alejamiento del proyecto proeuropeo que respaldan amplios sectores de la población georgiana. El partido Sueño Georgiano enfrentó fuertes críticas por su supuesta proximidad con Rusia, un tema especialmente sensible en Georgia, dada su historia reciente.
En 2008, el país libró una breve guerra con Rusia, que resultó en la ocupación de los territorios separatistas de Osetia del Sur y Abjasia por fuerzas rusas.
Desde entonces, gran parte de la sociedad georgiana considera a Moscú como una amenaza directa a su soberanía, lo que reforzó el deseo de acercarse a la UE y la OTAN.
Las protestas en Tiflis son solo el capítulo más reciente de meses de movilizaciones ciudadanas en Georgia, muchas de las cuales fueron protagonizadas por movimientos proeuropeos que exigen al gobierno mayores avances en materia democrática.
(Con información de AFP)