Julio Argentino Roca y Juan Domingo Perón

Al inicio, corresponde aclarar la terminología derecha/izquierda, una ubicación espacial nacida en la Revolución Francesa que aplica a dos políticas diferentes y, si se quiere, antagónicas. Fue en la Asamblea Nacional o Constituyente, que sancionó la Constitución de 1791, cuando se delimitaron claramente estos campos. Fue casual, sin ninguna connotación al pasado. Los diputados se ubicaron hacia un lado u otro de la sala en función de simpatías o coincidencias en el pensar, así como de afinidades personales. Los que acentuaban la igualdad social o reformas políticas más agudas, como el voto universal y la república, se ubicaron a la izquierda, mirando desde el púlpito desde donde se hablaba. Los reacios a avanzar tan rápidamente se instalaron a la derecha. ¡Tan simple como esto! Fue al azar. Si se hubieran ubicado al revés, estaríamos hablando de otra cosa.

Estos ámbitos espaciales se mantuvieron en las sucesivas asambleas, agudizándose en la Convención a partir de 1793. Pero, que quede claro: las discusiones entre la derecha y la izquierda se dieron entre los revolucionarios, es decir, entre los que participaron en los acontecimientos de 1789. Dicho de otra manera, derecha e izquierda coincidieron en y con la Revolución. El clero y la nobleza estaban afuera de esto: eran la reacción. Contra ellos se alzó la Revolución, y contra ellos se alzó tanto la derecha como la izquierda. Contra los resabios feudales y en pos del capitalismo, ambas se abrazaron a la Revolución.

Girondinos y jacobinos

Los girondinos, defensores de la Revolución, en la Asamblea Legislativa (1789-1792), fueron la izquierda; y en la Convención (1792-1794), la derecha, pues ese espacio lo habían ganado los jacobinos. Todos profesaban principios y valores liberales pro-capitalistas.

Sobre el carácter popular de los jacobinos hay cosas que decir. Por ejemplo, sus dirigentes más destacados fueron los hermanos Lameth, esclavistas con plantaciones en Haití; el príncipe de Broglie, hermano del general que conducía el ejército del rey; y Felipe de Orleans, o Felipe Igualdad, primo de Luis XVI y una de las fortunas más fabulosas de Francia, que parecía jugar a la rebeldía. Todos eran jacobinos fervientes. El mismo Robespierre, de modales aristocráticos sin serlo, replicaba en su atuendo y estética la moda de la nobleza. Esto no significa nada, claro, excepto que manifestó en un discurso: “Lo que triunfa no es la democracia, es la doctrina de la minoría de los elegidos” (A. Maurois, Historia de Francia). Al parecer, los elegidos eran los jacobinos, la flamante nobleza moral.

El director de cine Andrej Wajda, ya fallecido, realizó en 1983 un excelente film sobre la Revolución Francesa: Danton, con la excepcional actuación de Gérard Depardieu. Wajda captó, gracias a su fina percepción, el espíritu elitista de Robespierre, un hombre para quien la moral y la virtud constituían la esencia de la democracia. Su rígida conducta se hallaba envuelta en ropajes antiguos, pues su imagen era la de un aristócrata implacable. Era el pasado honorable que vomitaba fuego sobre la impureza presente del clero y la nobleza. Un buen ejemplo para entender la esencia de la izquierda.

Liberalismo y marxismo

Durante todo el siglo XIX, la derecha y la izquierda se mantuvieron vigentes en el marco del sistema capitalista. Como decía el general Perón, “todos somos hijos del liberalismo creado en la Revolución Francesa”, de manera que fue el liberalismo el cuerpo ideológico que abrió las puertas del futuro. Así fue hasta la irrupción del marxismo en el poder en 1917. A propósito de estos hechos, dice Furet: “En el mismo momento en que Rusia sustituye a Francia en el papel de nación situada en la vanguardia de la historia, para bien o para mal, porque hereda de Francia y del pensamiento del siglo XIX la elección revolucionaria. Los bolcheviques tienen antepasados jacobinos y los jacobinos anticipaciones de tipo comunista”.

A partir de este momento, izquierda fue sinónimo de destrucción del capitalismo. Buscaba arrollarlo. Esto fue así hasta la desaparición del comunismo en 1989, lo que no significó la desaparición de la izquierda. Se reformuló para no morir de tristeza y aburrimiento, travistiéndose en progresismo, que en lo que hace a valores y principios puede ser más perjudicial que la izquierda dura. Vamos a nuestro país.

El roquismo: expresión de la derecha popular

En línea con lo planteado hasta aquí podría decirse que en nuestro país y en siglo XIX tuvimos izquierda y derecha que dejaron su legado a las generaciones futuras. Naturalmente puede ser arbitraria la opinión sobre los hechos que analizaremos pero a la luz de los estudios históricos realizados y las opiniones actuales de cierta historiografía sesgada a la izquierda no cabe duda del perfil político e ideológico de Roca. Partimos del tucumano pues con él quedó constituido el Estado Nacional en todos sus aspectos formales.

En un apretada síntesis Roca ha sido para la izquierda, el progresismo, el nacionalismo y el liberalismo iluminista la cara cruel de la oligarquía argentina. Conductor de los grupos de poder asociados al capital extranjero. La cara criolla del capitalismo salvaje, afirman. En su momento tanto Alem como Mitre exploraron acusaciones de orden social sobre el roquismo: millonarios fementidos rodeados de lujos y riquezas. Bajo su gobierno se cobijó la Generación del 80, escritores, historiadores, poetas y pensadores hedónicos y frívolos al decir de Sebrelli y extranjerizantes y desarraigados para nacionalistas, izquierdistas y tutti cuanti.

Bajo el gobierno de Roca se creo el Estado moderno argentino, se alcanzaron los límites históricos de nuestra geografía heredada de España Se educó al soberano, se propuso una avanzadísima ley o Código de Trabajo y se instauró el servicio militar obligatorio. Revelando que primero está la Patria a la libertad individual. Eran liberales pero no tontos. No hay duda que Roca significó en su momento la derecha en los términos planteados al comienzo de esta nota, como también para la izquierda que vino después. Su enfrentamiento con el mitrismo y el alemnismo replica el conflicto francés, cien años después, pero en nuestro país. Tan cierto es esto que surgido el socialismo en 1896, la izquierda como espacio ideológico político quedó en sus manos y Alfredo Palacios llegó a ocupar en 1905 la banca de Diputado como representante de la Boca gracias al apoyo que le dio el mitrismo. Decía en la oportunidad La Nación: “Era el único en la circunscripción que reunía elementos genuinamente populares”.

La derecha y el radicalismo

Para la elecciones de 1916 el radicalismo llevó como candidato a Hipólito Yrigoyen. El hombre venía del autonomismo de Adolfo Alsina, luego del Partido Republicano y finalmente el PAN, Partido Autonomista Nacional (Roca) todo un programa. Se enfrentó a los conservadores que levantaron un pésimo candidato, Lisandro de la Torre, enemigo político y personal de Yrigoyen. Lisandro sin ser socialista se aproximaba a la izquierda desde el liberalismo mitrista, razón por la cual en 1896 rompe con Hipólito cuando este se niega a una alianza con Mitre. Los conservadores en 1916 le retacearon el voto, es que Lisandro dos años antes de las elecciones había declarado: “La palabra conservador atenta contra el buen sentido. Nosotros somos Demócratas Progresistas, de un colorido casi radical-socialista”. De modo que los conservadores levantaron un candidato progre y los radicales un candidato de pasado conservador. Rarezas argentinas. No engañó don Hipólito. Cuando debió enfrentarse a la izquierda lo hizo sin temblarle el pulso: la Semana Trágica, la Patagonia Rebelde y la Forestal. Por eso no se entiende que la actual derecha en el poder con Milei como Presidente descalifique equivocadamente a Yrigoyen. Da la sensación que desconocen la historia y no hallan sus raíces.

El peronismo, nuevamente la derecha popular

Este asunto amerita un artículo en sí mismo, de modo que en la presente nota andaré muy por encima. El Golpe de Estado de 1943 tuvo tres razones fundamentales. El Ejército no estaba dispuesto a avalar el fraude electoral que se avecinaba para producir el triunfo de la fórmula Patrón Costa-Iriondo y si no avalaba el fraude ganaba entonces la Unión Democrática que era la izquierda de aquellos años. Frente a esta disyuntiva el Ministro de Guerra, general Ramírez, en combinación con radicales, se preparó para encabezar una fórmula. Castillo lo expulsó del poder al observar que trababa su fórmula de Costa. Ante la expulsión del poder de Ramírez la alternativa que quedaba era el golpe. Al respecto decía el dirigente sindical Monzalvo: “En el mes de enero de 1943, antes de la Revolución del 4 de junio, Griffith (agregado cultural de los EE.UU.) estaba organizando esas fuerzas, eternas enemigas del pueblo. En un mitín realizado en la ciudad de Córdoba asistieron los representantes del Partido Comunista, la Unión Cívica Radical, la Democracia Progresista y allí Griffith les dijo que los EE UU contribuirían a la consolidación de la Unión Democrática para llegar a una unidad entre todas ellas para embarazar la acción del Presidente Castillo”.

En esta palabras se halla la verdad del golpe del 43 y de los orígenes del peronismo. Parar a la izquierda y a los EE.UU. de los Demócratas, que sostenían y sostienen aun a la izquierda progresista. El Mileismo antes de atacar a-históricamente al radicalismo y al peronismo debiera comprender mejor los espacios derecha/izquierda. ¡Del menemismo ni hablar!