Silvia Pinal es una de las histrionisas más representativas de México y aunque su historia familiar está llena mujeres relevantes, existió un hombre que marcó su vida: Luis G. Pinal, quien más que ser su padre adoptivo, resultó un pilar muy importante en su vida.
Es por eso que aquí te decimos la historia de este hombre que, pese a sus rígidas convicciones, nunca dudó en las capacidades de la Diva del Cine de Oro Mexicano y que su historia quedó plasmada en la autobiografía Esta soy yo de Silvia Pinal.
Quién fue Luis G. Pinal
Luis G. Pinal conoció a María Luisa Hidalgo cuando Silvia tendría entre cuatro y cinco años. Él había formado parte del ejército del general Plutarco Elías Calles y fue corresponsal en Hollywood.
Antes de conocer a la madre de la diva del Cine de Oro Mexicano, el hombre ya había tenido un matrimonio y tenía tres hijas. No obstante, el señor Luis siempre fue muy transparente al contar su historia de vida.
Esto generó confianza en María Luisa, quien tras un tiempo de relación, decidió casarse con él. Desde un principio, Luis G. Pinal trató a Silvia como a una más de sus hijas y le otorgó su apellido de forma legal.
El señor Pinal era contador titulado, periodista, coronel, político y políglota. Sus convicciones estaban del lado del Partido Revolucionario Institucional y, debido a que fue militante, consiguió un puesto en esta esfera.
Debido a ello, la familia se mudó constantemente y en algún momento, Luis G. Pinal se convirtió en presidente municipal de Tequisquiapan.
Aunque podría parecer que desenvolverse en el mundo de la política hacía que la familia estuviera en una buena situación económica, la realidad no era así, ya que el señor no siempre recibía sus pagos y entre él y su esposa tenían que hacer grandes esfuerzos para solventar los gastos del hogar.
Cuando las cosas mejoraron, el señor Pinal se mudó con la familia a Acapulco y trabajó como socio en un hotel llamado Los Pericos.
Pasado el tiempo, Silvia empezó a mostrar interés en el mundo artístico, pero en un principio, su padre no estaba del todo de acuerdo con esto, pues al ser un hombre tradicional, pensaba que la joven necesitaba enfocarse primero en estudiar algo más convencional y que le garantizara su seguridad económica.
Cuando Luis G. Pinal se enfrentó al padre biológico de Silvia
En una ocasión, Moisés Pasquel, padre biológico de Silvia, se presentó en la casa y, tras un gran alboroto, fue que la joven se enteró que el señor Pinal no era de su sangre. Pese a este gran impacto, la relación entre ambos sólo se fortaleció, pues el hombre le recordó que su lazo con ella iba más allá de los lazos genéticos.
Años más tarde, cuando Silvia ya estudiaba en el Instituto Nacional de Bellas Artes, el señor Pinal trabajaba en la Dirección del Rastro de la Ciudad y recogía a su hija de los ensayos.
Cuando nació Sylvia Pasquel, Luis G. Pinal cayó enamorado de su nieta. Según lo que recuerda Silvia en su autobiografía, el rígido hombre olvidaba sus rasgos militares cuando estaba frente a la niña y se volvía sumamente cálido y amoroso.
En 1951, cuando el señor estaba con la pequeña, sufrió un infarto y falleció. Silvia Pinal siempre lamentó que su progenitor ya no pudo verla triunfar, ni alcanzar todo por lo que luchó.