La atajada de Emiliano “Dibu” Martínez contra el francés Kolo Muani, cuando se consumía el alargue de la final de Qatar 2022 entre Argentina y Francia, se observó en innumerables oportunidades. Desde todos los ángulos posibles. Miles de repeticiones inundaron las pantallas de los canales de televisión. Tatuajes, remeras y otros actos de veneración muestran al marplatense con su pierna estirada, agigantando su figura ante un remate a quemarropa del atacante. En ese preciso instante, nació una subtrama de la historia. Un secreto que conocen, principalmente, los arqueros.

Sigo haciendo pilates. Y cuando estiro esa pierna (la izquierda), digo ‘esta me dio la copa del mundo’”, explicó Martínez, en una entrevista post Mundial de Qatar, para realzar la importancia del pilates en sus entrenamientos. “No es suerte, es entrenamiento”, siguió el marplatense, quien descartó de plano el azar o la fortuna y alzó la bandera de esta práctica deportiva que nació el siglo pasado y, de a poco, empieza a asomar en el mundo del fútbol.

Creado por el alemán Joseph Hubertus Pilates, este método de entrenamiento físico -mental empezó a tener cierta trascendencia en la formación de bailarines clásicos. Con una estructura ideada para fortalecer la movilidad y flexibilidad, el pilates, con el paso de los años, empezó a entrometerse de manera sigilosa en el fútbol, aunque de forma alternativa y no como una consigna activa de los entrenamientos diarios.

En la previa a cada encuentro, sea de la selección argentina o del Aston Villa, Martínez se toma unos minutos para elongar cada una de sus piernas. Abraza la pelota y se concentra. Contiene la respiración y libera el aire para relajar cada uno de sus músculos. Aunque esté ideado para cualquier futbolista, sin importar su posición en el campo de juego, el pilates tiene un gran soporte en los arqueros, quienes se arrojan de un lado al otro y deben levantarse en milésimas de segundos para contener una nueva avanzada del rival.

Desde aquella memorable atajada en tiempo suplementario, el Dibu machacó sobre la importancia del pilates y, en más de una oportunidad, le dedicó un espacio en sus historias de Instagram. También vaticinó que este método de entrenamiento alargará su vida útil en un deporte que obliga a redoblar esfuerzos, y a reinventarse para que la foto de la atajada en Qatar no quede en el olvido.

La palabra pilates en la Argentina comenzó a ser escuchada en los años 90, cuando Tamara Di Tella montó su primer spa que combinó esta técnica de elongación. Mirado con recelo en una cultura íntegramente enfocada en “hacer fierros”, la actividad empezó a sumar adeptos y llegó a La Plata en 2004. Por ese entonces, el instructor Cristian Pérez, hoy dueño de Ecos Pilates, arrancó con la idea de expandir estos conocimientos y logró dar en la tecla para que varios futbolistas, mucho de ellos arqueros como Rodrigo Rey (Independiente), Tomás Durso (Atlético Tucumán) y Nelsón Insfrán (Gimnasia y Esgrima de La Plata), desistan de su horario de descanso post entrenamiento para darle una herramienta más a su cuerpo.

Tomás Durso, Cristian Pérez y Rodrigo Rey en el estudio Ecos Pilates de La Plata

“Los arqueros son un jugador de campo más, no se quedan debajo de los tres palos. Tienen que tener un buen pie, una buena patada. Hacemos un trabajo especial para ellos en la zona de hombros y caderas, que es una parte del cuerpo importante cuando se tiran para agarrar la pelota”, destacó Pérez, en diálogo con LA NACION, avalado por sus conocimientos como profesor de educación física e instructor de pilates. A su vez, puntualizó: “Trabajamos en las flexiones, rotaciones, extensiones. Intentamos mover todo lo que se pueda del cuerpo, cuidándolos”.

Rodrigo Rey asiste dos veces por semana al centro de pilates. Se mezcla entre los alumnos del lugar, sin pedir un trato diferencial. Según Pérez, el arquero de Independiente “tiene una cabeza diferente” y asimila rápidamente cada ejercicio. “Él es muy disciplinado. Va al entrenamiento una hora antes y se va una hora después. Tiene una cabeza muy fuerte, enfocada en lo que hace, registra todo su sistema corporal y entiende perfectamente las consignas para laburar”, detalló.

Actualmente en Independiente, Rey comenzó a practicar pilates en 2018, cuando era arquero del Paok de Salónica de Grecia. Tal fue su impresión y evolución que, al retornar al país para jugar en Godoy Cruz, tuvo una charla con el departamento médico del club mendocino para incorporar las camillas especiales para estos ejercicios. “El pilates es un gran complemento del fútbol porque tiene bajo impacto y se ejercita el cuerpo de manera integral. El arquero es el único jugador que trabaja con el pie y las manos y esta disciplina te permite integrar todos los movimientos del cuerpo en una misma actividad”, explicó el guardavallas del Rojo a LA NACION.

Con la sabiduría de un instructor y la seguridad de un profesional que se supera día tras día para ser el mejor en su puesto, Rey sostuvo: “La flexibilidad, elasticidad y fuerza de la zona media me permite tener la máxima amplitud posible de mi cuerpo. Por ejemplo, cuando tengo que volar a una pelota me tengo que estirar lo más que pueda, son movimientos motores que se asemejan a la realidad en el campo. Lo que se mejora son milímetros, pero justamente esos milímetros te permiten llegar a la pelota”.

“Hacé pilates. De a poquito te va a cambiar la vida”, recuerda Tomás Durso, en diálogo con LA NACION, sobre el consejo que le brindó Rey cuando eran compañeros en Gimnasia y Esgrima de La Plata en 2021. Hoy en Atlético Tucumán, donde se encuentra a préstamo desde el conjunto platense, el arquero de 25 años es un número fijo en la formación que dirige Facundo Sava y admite que este método no solo le reconfiguró su manera de pensar, sino que aprendió a conocer cada rincón de su cuerpo que sufre el castigo de patear y detener una pelota.

“Los arqueros castigamos mucho el cuerpo. En los entrenamientos te tirás como 100 veces al piso y eso te pasa factura. El pilates es como un mimo. Hay clases que son más repeticiones de movimiento, otras para distender el cuerpo durante 40 segundos en una posición. Es una práctica que se puso de moda, pero llegó para quedarse”, explicó el oriundo de La Plata. En esa misma línea, manifestó: “Sinceramente, me salvó la vida”.

El arquero del conjunto tucumano conoce a la perfección su puesto y cómo funciona su estructura corporal ante la incorporación de un estímulo. Cada ejercicio de pilates persigue un propósito específico. Dentro de ese terreno admite que esta práctica le da conocimientos que otros compañeros no tienen y les despierta intriga al verlo elongar en una colchoneta.

Tomás Durso saca provecho de sus clases de pilates para estirarse lo más posible en busca de atrapar la pelota

“Hacer pilates te da conciencia corporal. Hacés una postura, un movimiento y conoces qué parte del cuerpo estás trabajando. A veces, antes de un entrenamiento, me pongo a elongar y mis compañeros me preguntan qué hago. Una vez les dije ‘estoy moviendo las escapulas’ y quedaron todos sorprendidos. Primero que no conocen qué son y segundo, no tienen esa conciencia de mover todo el cuerpo, de hacer trabajos lumbares y de fortalecimiento”, añadió sobre los ejercicios orientados al fortalecimiento de los omóplatos.

Al tratarse de un entrenamiento integral, donde la elasticidad y la fuerza se unen para fortalecer cada área, Durso explicó que esta práctica no solo le permite tener un rendimiento acorde a un deportista de alto rendimiento, sino que, a la larga, es un resguardo dentro del clima vertiginoso que se vive en el fútbol argentino. “Si vos sos elástico, adquirís rapidez. Cuanto más elástico sea, más estiro mi carrera. Si soy rápido, los clubes me quieren; si soy lento, me empiezan a retirar. Es medio cruel, pero es así. Cuanto mejor estés, más te van a querer”, aclaró, terminante.

Tras la victoria conseguida ante Huracán, el arquero del Decano explicó, desde su óptica, como “reventó” su físico en aquel encuentro y qué labor tuvo el pilates para estabilizarlo. “El partido contra Huracán fue re contra picante. Tuve que sacar de abajo como 20 veces con toda mi fuerza y eso significa que al cuádriceps lo arruinaste, lo exigiste al máximo. Al otro día, hice pilates y pude entrenar. A mí me ayuda a soltar el partido, te da la posibilidad de entrenar a la par de tus compañeros”, graficó, a modo de ejemplo.

La práctica de este método alternativo abre un interrogante en el fútbol argentino. La demanda de resultados y éxitos deportivos se contraponen contra el cuidado del físico del propio futbolista. No solo en Argentina, sino también en Europa, los protagonistas reclaman una pausa en el calendario atestado de compromisos. “En los equipos de fútbol, lamentablemente, no les dan mucha importancia a los trabajos de movilidad y flexibilidad. Noto una falta de intensión de incluir al pilates. Imaginate que cada vez más futbolistas buscan por fuera de los clubes sumar esta actividad”, indicó Pérez, quien, al día de hoy, trabaja con ocho futbolistas de Primera División en su centro ubicado en La Plata.

Rodrigo Rey, con sus piernas estiradas, desvía una ocasión clara de gol

Por su parte, Durso, profundizó aún más sobre este aspecto y presionó sobre la llaga que puede abrir un nuevo paradigma: “En general a todos los clubes argentinos les cuesta invertir en cosas positivas para el fútbol, por eso creo que todavía existe una veta amateur. Entiendo que es hilar fino, pero va con el presupuesto que tiene cada club y en la elección de si traen el mejor refuerzo o compran una camilla de pilates”.

“Cuando estuve en Godoy Cruz incorporamos el pilates en conjunto con el departamento médico. En el gimnasio del club hay cuatro camillas que las usábamos de manera preventiva antes y después de entrenar. En Independiente traté de hacerles entender a los directivos sobre la importancia que tenía y compraron un reformer. De a poco se va implementando, pero uno sabe que es una inversión grande para un plantel de 30 jugadores”, sintetizó Rey, quien tomó un rol similar al de un embajador de la actividad y plantó una semilla que, a futuro, podría florecer para dar un salto de calidad importante en la meta de cuidar a los profesionales que salen a la cancha.