“Hala, hala, hala…”, decía Aschira, simpatiquísima, antes de hacer sus predicciones. Fue la astróloga preferida de la televisión en los 80 y 90, famosa por aconsejar sobre amor, a quien quisiera oírla. Quizá porque ella no había tenido tanta suerte en el amor. Nació en Marruecos el 28 de diciembre de 1930 con el nombre de Encarnación Ruiz Ruiz, pero se crio en España. Fue cantante lírica, pero abandonó la profesión cuando se enamoró de Felipe Fort y lo siguió hasta Buenos Aires, donde se reinventó como astróloga. Recién en 2010, ya enferma, regresó a España y murió en Madrid, el 29 de noviembre de 2019.
De madre granadina y padre sevillano, pasó sus primeros años en Andalucía y debutó siendo muy joven como cantante de ópera y zarzuela. A fines de los 60, se lució en obras como Luisa Fernanda, La corte del faraón y La viuda alegre. Se retiró cuando conoció al empresario chocolatero argentino que estaba de viaje por Europa y no dudó en seguirlo hasta Buenos Aires. Aquí fue muy popular haciendo predicciones en varios ciclos de televisión; estuvo con Susana Giménez y Mirtha Legrand; en ShowMatch, Dadyvertido, Agrandadytos; colaboró en varias revistas y escribió varios libros. Muchos aún recuerdan el desopilante almuerzo en la mesa de Mirtha Legrand que Aschira compartió con los Midachi, Tusam y Ricky Maravilla y que batió varios récords de audiencia. También hizo radio y acompañó a Juan Alberto Mateyko en Movida 630, en Radio Rivadavia. Muchos programas se la disputaban para que fuera a hacer sus predicciones y para preguntarle desde cuestiones amorosas hasta el posible resultado de partidos de fútbol.
Amores contrariados
Aschira estuvo casada dos veces. La primera fue en 1964, con el padre de su hija mayor, Eva, y luego con el multimillonario Felipe Fort, fundador del emporio del chocolate y abuelo de Ricardo Fort, y con quien tuvo una hija, Paloma. Con ella nunca tuvo buena relación, especialmente en los últimos años. Paloma hizo varias denuncias mediáticas y también en la justicia, asegurando que su madre le mintió sobre de su filiación y que no es hija de Felipe Fort, sino de Carlos, por lo que sería hermana de Ricardo Fort y no su tía, como se creía. Nadie de la familia quiso hacerse el ADN y la causa está parada desde hace tiempo. Esta situación alejó a ambas hermanas, pues Eva siempre dijo que su madre no tuvo ningún tipo de contacto con Carlos Fort, pero su hermana opinaba diferente. En las notas que dio Paloma en distintos programas, repetía: “Soy fruto de la relación de Aschira con Carlos Fort. Ella vivía con Felipe Fort, pero se acostaba con Carlos. Felipe se llevó un disgusto grande cuando Carlos le dijo que yo no era hija de él. Él se enfrentó a esta señora y tengo testigos presenciales”.
Aschira y Felipe se conocieron a finales de los 60 en un viaje que hizo a Europa, angustiado por la muerte de su hijo mayor y recién separado de su esposa María Asunción. Dicen que fue un flechazo, que la relación se dio de inmediato y que los primeros meses los vivieron a la distancia hasta que Aschira y la pequeña Eva, que en ese momento tenía 2 años, se instalaron en Buenos Aires. Se casaron vía México en 1964 porque él estaba separado y el divorcio todavía no existía en nuestro país. Los Fort nunca aceptaron a Aschira en su familia y la miraban con una desconfianza que se intensificó en 1969, cuando falleció Felipe y Paloma tenía apenas seis meses. Aschira tenía 39 años y dos hijas chicas de las que se hizo cargo sola.
Nunca habló de su vida privada, quizá porque era un pacto que había hecho con Felipe Fort, hasta que Paloma empezó a divulgar en TV intimidades “y mentiras”, según Aschira. La astróloga le dio entonces una entrevista a Chiche Gelblung, en donde aseguró: “Paloma busca dinero de donde sea, es lo único que le interesa en el mundo. Le expliqué mil veces que cuando murió su papá, la empresa era una fábrica normal, y para que lo dejaran tranquilo, él repartió todo a sus hijos en vida. Cuando murió, a Paloma le tocó un departamento precioso y en cuanto lo tuvo lo hipotecó y por supuesto, se lo remataron porque no tenía cómo pagar la hipoteca. Por eso cuando le preguntan por el departamento ella no sabe qué decir. Después, el padre de Ricardo parece que había traído unas barritas de cereales y con eso ganó millones, que es lo que está gastando el loco de Ricardo, y cuando ella vio eso dijo que le pertenecía. Le dije que no le corresponde porque es de otra familia, pero ella está enloquecida con esto, y piensa que soy yo la que no quiero, pero hasta los abogados le dijeron que no le correspondía. Yo la amé siempre y la crie como una princesa, pero ahora me da vergüenza. No tengo ni la dirección de mi hija, toda la familia está indignada con ella. Paloma se casó y se separó, pero yo no me enteré por ella. No sé si siquiera dónde vive. Nunca preguntó si estoy bien de salud, siempre me tuvo un odio a muerte, ella me da vergüenza”, sostenía con tristeza. Madre e hija nunca se reconciliaron.
En una carta que su hija mayor, Eva, escribió a los pocos días de su muerte, decía: “Quedó viuda con dos hijas pequeñas siendo muy joven y nos sacó adelante con fuerza y decisión, siendo en sus propias palabras ‘padre, madre y niño de los recados’. Sin duda cometió errores, pero quién esté libre de culpas… Le gustaba la música de Frank Sinatra, las películas de Paul Newman, Hitchcock y las de mafiosos, las retrospectivas en Sociedad Hebraica y el San Martín, ir a comer a los restaurantes españoles de Avenida de Mayo, que la reconocieran por la calle y contestar con su famoso ‘Hala, hala’. Amaba a su público, nunca negó una sonrisa ni una palabra a nadie que la parara en la calle (y reconozco que esto a veces me hacía enojar). Era inquieta, culta, divertida y seductora; así la recuerdo yo, y me gustaría que se la recordara. Descansa en paz, mamá”.
En los últimos años, ya delicada de salud, pidió volver a España, en donde vive su hija mayor y allí falleció, hace cinco años.