
La Argentina enfrenta una transformación digital acelerada que, según reportes de la Coordinación Nacional de Juventud y el Observatorio Humanitario de Cruz Roja Argentina respaldados por el Fondo de la Emperatriz Shôken, expuso una problemática en aumento: la presencia de apuestas online entre adolescentes. Antes asociadas a públicos adultos y espacios controlados, estas prácticas incursionaron de lleno en la vida cotidiana de menores escolarizados y revelaron tensiones sociales preexistentes, agravando riesgos desiguales en diferentes contextos.
Una encuesta que abarcó a 11.421 estudiantes pertenecientes a 231 escuelas localizadas en 16 provincias —entre ellas Buenos Aires, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Mendoza, San Juan, San Luis, Formosa, Entre Ríos, Corrientes, Salta, Santiago del Estero, Jujuy, La Rioja, Chubut y Tierra del Fuego— permitió delinear el alcance y los efectos de la expansión del juego digital. El universo consultado registra que 6 de cada 10 alumnos de secundaria tienen exposición directa o por cercanía a las apuestas, ya sea participando (16%) o en relación con personas que juegan (45%).
“Desde el Observatorio Humanitario impulsamos investigaciones que nos permitan comprender mejor la realidad y fortalecer nuestra acción humanitaria. Los datos que arroja la investigación muestran claramente el riesgo al que están expuestos niños y niñas de 13 a 18 años. El uso de billeteras digitales y publicidad permanente son las principales puertas de ingreso a las apuestas online, sin distinguir plataformas legales a ilegales. El 75% de los y las adolescentes que entrevistamos pide controles más estrictos sobre plataformas”, remarcó José Scioli, Director del Observatorio Humanitario de Cruz Roja Argentina
Como principal vía de acceso sobresale el grupo de pares: el 57% de quienes apuestan lo hace por influencia de amigos. Además, un 78% de adolescentes sin experiencia directa tomó conocimiento gracias a círculos sociales y conocidos.

El entorno familiar tampoco es ajeno, pues el 40% de los jugadores adolescentes convive con adultos que también participan. Entre quienes sí apuestan, la conciencia del riesgo aparece en el 79%, quienes señalan la posibilidad de desarrollar adicción. Un dato relevante: 12% quedó endeudado producto del juego. Los efectos repercuten en la dimensión emocional, con el 69% que refirió ansiedad y malestar, así como en ámbitos concretos: 47% reconoció alteraciones del sueño y 49% cambios negativos en el rendimiento escolar por su vínculo con la práctica.
La edad promedio de iniciación oscila entre los 13 y los 14 años, con mayor frecuencia de participación conforme se avanza a los 17 o 18.
La brecha de género resulta clara, según el estudio: 24% de los varones admitió haber apostado frente al 8% de las mujeres, y la recurrencia también es superior entre los primeros. La dimensión digital toma relevancia en la construcción del fenómeno: entre 71% y 79% fue alcanzado por publicidad sobre apuestas virtuales, aun sin jugar directamente, lo que evidencia la potencia del entorno online. Respecto de los métodos de ingreso, el 83% de los jugadores utilizó billeteras digitales para pagar y el 43% contó con el apoyo de intermediarios para concretar las apuestas.

Una problemática central radica en la confusión normativa: entre 51% y 66% no logra diferenciar plataformas legales de ilegales. En las pruebas de dominios (bet.ar y .com), la opción “no estoy seguro/a” fue la más elegida, lo que señala carencia de información específica sobre la regulación.
El 80% manifestó que las herramientas actuales para evitar que menores ingresen no funcionan, lo que evidencia distancia entre las políticas y la realidad digital. Asimismo, 4 de cada 10 pide capacitaciones o campañas en sus escuelas, enfatizando el interés por recibir formación referida a riesgos concretos, conocer el funcionamiento de los algoritmos de captación y acceder a información sobre dónde y cómo pedir ayuda en situaciones problemáticas.
Los resultados nacionales muestran la consolidación de las apuestas online incluso bajo prohibición legal para menores de 18 años. La normalización, reflejada en que solo el 27% declaró no tener contacto ni conocer apostadores, describe un entramado social donde la práctica circula y es validada por buena parte de su entorno. Además, la disparidad de género persiste no solo en la cantidad sino en la intensidad: los varones reportan apuestas más frecuentes y presencia en circuitos informales.

Las diferencias territoriales también son significativas. En la región metropolitana de Buenos Aires, las tasas de exposición y participación superan a los promedios nacionales, aunque el avance del juego digital atraviesa todas las jurisdicciones relevadas.
Las motivaciones para comenzar se transforman con la edad: a menor edad, la curiosidad, el deseo de sociabilizar y la baja percepción de peligro predominan, mientras que entre los mayores la expectativa económica y la posibilidad de obtener ganancias ganan peso. En esta transición, las adolescentes informan afectaciones marcadas en la esfera mental, mencionando presiones y ansiedad, mientras que los varones, en cambio, reflejan mayor vulnerabilidad ante los impactos financieros derivados de la actividad.
Entre los factores impulsores, la combinación de entretenimiento, motivaciones sociales y la expectativa de premios figura en los primeros lugares. Entre los apostadores, el 43% recibió ayuda directa, mayormente de amigos, para ingresar en las plataformas. La mitad de los encuestados reconoce el estímulo que aportan influencers y figuras conocidas, y el 44% comenzó por incentivos, bonos o promociones recibidas. Así, el valor del entorno social y digital queda reflejado como motor fundamental.

La publicidad digital es un componente clave: de 71% a 79% estuvo expuesto campañas, promociones o contenidos patrocinados, aún quienes no apostaron. Las estrategias más usadas incluyen las redes sociales, transmisiones deportivas, streamers y líderes de opinión en línea. Los incentivos económicos y el diseño algorítmico de las plataformas contribuyen a que el acceso temprano se potencie. En cuanto a los medios para operar, las billeteras electrónicas constituyen la vía casi exclusiva de pagos entre los adolescentes. Esta digitalización dificulta los controles de edad e identidades y hace más compleja la intervención a tiempo.
Los temas asociados a las apuestas se tratan poco en los espacios principales de formación y socialización juvenil: entre 79% y 87% señala escaso o nulo debate al respecto, tanto en escuelas como en el hogar. El relevamiento detectó que la práctica digital de apuestas fue adoptada y, en muchos casos, se ha naturalizado en espacios juveniles de pertenencia, en rutinas y códigos grupales, pasando a integrar charlas cotidianas y prácticas recreativas.

El informe aporta que el fenómeno se encuentra fuertemente asociado a contextos de digitalización masiva, facilidad de uso de dispositivos y presencia permanente de plataformas.
Al mismo tiempo, la brecha entre entretenimiento y exposición al riesgo tiende a desdibujarse en escenarios donde las herramientas de prevención y contención resultan fragmentadas o inexistentes. La Cruz Roja Argentina observó que la problemática incluye a adolescencias escolarizadas, con patrones que se repiten de manera transversal en el territorio, aunque la práctica suele esconderse, por temor a reprimendas o por considerarla normal en el grupo de pares. Esta combinación de silencio y validación dificulta la detección y la intervención temprana.
Sobre el funcionamiento de las plataformas, los especialistas destacan que los atractivos de las apuestas digitales se sostienen en el anonimato, la creación rápida de cuentas, la persistente oferta promocional y la referencia positiva de personas Mediatizadas. A esto se suma la ilusión de dominio sobre el azar y la narrativa de recompensa rápida, factores que afectan a un público todavía sin habilidades de toma de decisiones plenamente maduras.
En paralelo, los entornos escolares y familiares resultan permeados por conversaciones, presiones y réplicas de comportamientos observados en plataformas. Aparecen así nuevos problemas subjetivos: emergen malestares emocionales, conflictos familiares y académicos, pérdidas económicas y reducción de actividades extracurriculares, de acuerdo al registro cuantitativo surgido de las más de once mil encuestas. Esa base permitió al estudio detectar perfiles de riesgo, variaciones por provincia y diferenciar escenarios según el acompañamiento institucional disponible.

El trabajo de campo llevado adelante entre el 18 de agosto y el 3 de octubre de 2025 resultó útil para captar patrones vinculados al periodo escolar: cuando las rutinas están afianzadas pero existe margen para identificar cambios en hábitos y conductas propias del ciclo lectivo. Así, se pudieron precisar momentos de mayor incidencia de las apuestas y establecer tendencias estacionales en la frecuencia y formas de juego.
El informe extiende una batería de recomendaciones para abordar el fenómeno en los distintos frentes. Sugiere reforzar los mecanismos de control, incluyendo monitoreos públicos, auditorías y acuerdos para aumentar la protección en plataformas. Considera imprescindible la intervención de los propios adolescentes en el diseño de políticas que los afectan y la co-creación de soluciones que identifiquen vulnerabilidades reales en el entorno digital.
Otra propuesta detallada apunta al bloqueo coordinado de sitios ilegales o con acceso a menores, involucrando a empresas de telecomunicaciones y organismos reguladores. Limitar el ingreso, sobre todo en espacios escolares y redes públicas, forma parte de la prevención sugerida. El informe remarca la importancia de mejorar la seguridad en billeteras digitales y pagos electrónicos, exigiendo mayor identificación y supervisión para detectar usuarios menores de edad.

El rol de la publicidad y los influencers es objeto de especial señalamiento. En ese punto, se plantea la necesidad de regular la promoción de apuestas, exigir mensajes preventivos visibles, establecer códigos éticos para figuras públicas y deportistas y prohibir prácticas de captación encubierta hacia públicos juveniles. Igualmente, se recomienda incorporar la alfabetización digital en la malla curricular escolar, fomentar el diálogo familiar sobre el tema y fortalecer el rol de referentes comunitarios.
El informe identifica a los grupos de pares como pilar en la prevención: potenciar programas de acompañamiento juvenil podría facilitar la detección de señales de alerta y redirigir las búsquedas de ayuda, con herramientas de autocuidado y canales de comunicación empática. Además, indica que las campañas preventivas deben diseñarse junto a adolescentes, en lenguaje accesible, utilizando formatos atractivos y centrando el mensaje en riesgos y manipulación digital, en oposición a la narrativa del “éxito fácil”.
La propuesta de entornos digitales seguros y transparentes incluye repensar el diseño algorítmico de las plataformas, reducir el estímulo compulsivo y adoptar estándares éticos en el sector tecnológico. La participación activa de organizaciones de la sociedad civil en la elaboración e implementación de talleres —priorizando el diálogo, la escucha de experiencias y la consolidación de redes de apoyo— es parte fundamental de la estrategia recomendada.

Por último, el informe aboga por la puesta en marcha de talleres de educación financiera y materiales prácticos para evaluar el impacto económico de las apuestas, asociar montos apostados a bienes o tiempo de trabajo y advertir las consecuencias de la actividad. Planea además la creación de guías para distinguir entre sitios legales e ilegales y para la gestión autónoma de riesgos.
El panorama delineado por la Coordinación Nacional de Juventud y la Cruz Roja Argentina expone todas las aristas de un fenómeno atravesado por particularidades digitales, sociales y económicas, y formula alternativas integrales que involucran a la comunidad educativa, las familias, el sector privado y el Estado, con la meta de proteger derechos, prevenir daños económicos y resguardar la salud mental de los adolescentes en el país.