
Sobrevivir en las ciudades más pobladas ya no se limita a cubrir necesidades básicas como el acceso a agua o servicios esenciales.
La capacidad de hacer frente al calor y al frío extremos también puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.
Un equipo de investigadores de los Estados Unidos, Brasil y la India publicaron un estudio en la revista Environment International y advirtieron que el 0,44% de las muertes urbanas en América Latina están relacionadas con altas temperaturas y el 5,09% con bajas temperaturas.

Es el trabajo más completo que se haya hecho para la región. Los científicos utilizaron datos de 326 ciudades y revelaron una tendencia que inquieta.
Aunque los porcentajes parecen modestos, los investigadores señalaron que esas muertes pueden aumentar si no se adaptan las ciudades ante el avance del cambio climático y la falta de medidas de protección.
Ese tema será tratado durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 30), que se realizará del 10 al 21 de noviembre en la ciudad de Belém, Brasil.
Ciudades y riesgos frente al clima

El objetivo del equipo científico fue preciso: determinar cómo afectan las temperaturas extremas a la mortalidad urbana en América Latina.
Ya se había comprobado que los entornos urbanos suelen agravar los riesgos de los fenómenos de las temperaturas extremas, ya que la menor presencia de vegetación, el cemento y la falta de sistemas de climatización facilitan que tanto el calor como el frío dañen la salud.
El concepto central que analizaron ahora los investigadores fue el de estrés térmico, que ocurre cuando el cuerpo no logra mantener una temperatura segura ante picos de calor o frío.

Entre los factores más problemáticos aparece la escasez de sistemas de refrigeración o calefacción en hogares y espacios públicos, lo que incrementa la vulnerabilidad.
El equipo se puso a buscar resultados confiables y representativos. Por eso, cruzaron información de ciudades de distintos tamaños, altitudes, ubicaciones y con diferentes condiciones sociales, para capturar el verdadero impacto de la temperatura sobre la mortalidad.
Cómo actuar ante el calor y el frío

Tras conseguir un volumen enorme de registros diarios de temperatura y cifras de mortalidad urbana, los investigadores analizaron series temporales extensas.
Consideraron como “extrema” una temperatura especialmente alta o baja comparada con el rango típico de cada ciudad.
Así detectaron que las ciudades cercanas al ecuador y al nivel del mar enfrentan más muertes asociadas al calor, mientras que las situadas en zonas altas se ven más afectadas por el frío.
“La mortalidad atribuible al frío supera a la relacionada con el calor en la mayoría de las ciudades”, afirmaron.

Las diferencias con otras regiones del mundo alertan sobre la influencia del cambio climático, inducido por actividades humanas: aunque en Europa el frío causa más muertes hoy, las previsiones muestran que el calor podría crecer como amenaza en Latinoamérica.
Dentro del trabajo, se elaboraron mapas detallados para que las autoridades identifiquen rápidamente las zonas urbanas en mayor riesgo.
Se aplicaron métodos estadísticos avanzados para eliminar la influencia de variables como edad o enfermedades existentes. Esto otorga mayor seguridad a sus conclusiones.

“La vulnerabilidad urbana multiplica el impacto”, alertaron los autores, quienes advierten que planificar viviendas y espacios públicos es tan vital como contar con hospitales en condiciones óptimas.
Recomendaron que se deberían monitorear regularmente esos datos de mortalidad y adaptar políticas públicas al ritmo que imponga la crisis climática y los cambios en los patrones de temperatura.
Urgencia de adaptación urbana

También el informe recomienda implementar sistemas de alerta temprana, fortalecer campañas de prevención y adaptar infraestructuras urbanas para reducir riesgos, en especial en barrios populares y entre adultos mayores y personas con enfermedades crónicas.
Entre las limitaciones, los expertos reconocen que no siempre pueden registrar condiciones individuales o la calidad exacta de las viviendas, y que existen diferencias en la solidez de los sistemas de datos de salud en cada ciudad.
En diálogo con Silvia Fontan, docente e investigadora del Departamento de Ciencias de la Salud de la Universidad Nacional de La Matanza, en la Argentina, expresó: “Se trata de un trabajo muy interesante que se enmarca en una línea de investigaciones previas que son referencia para quienes estudian clima y salud en ciudades de Latinoamérica”.

“Como los procesos de envejecimiento de la población continuarían como tendencia y los escenarios de cambio climático plantean un reto para la gestión urbana, este trabajo publicado en Environment International adquiere relevancia al vincular datos de temperatura, proyecciones poblacionales y riesgo de mortalidad por grupos de edades», resaltó.
El equipo de investigación plantea definiciones relevantes sobre el impacto del calor y del frío en los grupos poblacionales con mayor riesgo, como las personas mayores.
“El análisis permitió obtener resultados que proyectan los impactos de temperaturas no confortables, tanto de calor como de frío, y posibilitaron una comparación de los efectos esperados en ambos casos”, puntualizó.

Esas definiciones, junto a los resultados y conclusiones presentados “abren el debate sobre cómo inciden en esos escenarios en las condiciones de vida, la exposición laboral y las características de la vivienda en la capacidad de proteger a la población”.
La planificación urbana tiene gran potencial para ofrecer mejores oportunidades de cuidado a las poblaciones, sostuvo Fontan.