Desde temprano el barrio de Liniers se transformó para recibir a una de las cantantes más convocantes de Latinoamérica: Shakira. Desde temprano se empezó a respirar una energía contagiosa que lo único que pedía era cantar y bailar al ritmo de los hits de la colombiana, quien no decepcionó a los miles de fanáticos que se presentaron en el Estadio José Amalfitani para celebrar su carrera en el marco del cierre de “Las Mujeres Ya no Lloran World Tour”, gira con la que dio la vuelta al mundo desde el 11 de febrero del 2025.

Pelucas violetas, en honor a “Las de la intuición”, caderines árabes, las réplicas exactas del look de “Chantaje” y grupos de amigos con outfits personalizados para la ocasión fueron solo algunas de las cosas que se pudieron ver en dentro y fuera del estadio. Desde el momento en el que Ángela Torres finalizó su presentación, la ansiedad generalizada por la salida de la cantante tan solo comenzó a aumentar y la leve tardanza en su salida solo hizo del encuentro algo todavía mejor.

A las 21:30 horas en punto, con el cielo despejado, la “Loba” salió a escena con la caminata que se convirtió en un momento icónico del tour. Al ritmo de “La Huesera” y con los gritos de los fans convocados en el estadio de Vélez, partió al encuentro de sus miles de fanáticos. “Estoy aquí Argentina” fueron las primeras palabras que dijo frente a un público que esperó el reencuentro durante meses.

Shakira dio inicio al primer show en Buenos Aires al ritmo de

Desde el primer momento, la energía que irradió Shakira fue completamente contagiosa y, durante las dos horas y media de show, no decayó en ningún momento. “La fuerte”, “Girl like me”, “Intuición” y “Estoy” fueron las primeras canciones que entonó para encender los motores de la verdadera fiesta que fue su show. Durante “Estoy”, el pogo no tardó en formarse y los fuegos artificiales acompañaron a la perfección el momento.

El público fue hechizado por la cantante, al punto de que muchos de ellos no podían creer lo que veían sus ojos. Antes de comenzar con los siguientes temas se tomó unos segundos para conectar con todos los presentes, que por tan solo unos minutos bajaron el volumen de los gritos. “Son increíbles. No saben qué alegría me da estar aquí en esta segunda vuelta, gracias por permitírmelo. ¿Por qué será que cuando vuelvo a Argentina siento que estoy en casa? ¿Serán los tantos años que venimos queriéndonos, acompañándonos?“, fue lo primero que dijo al hacer una pausa del ritmo festivo que impuso con tan solo cuatro temas.

Lo que yo tengo con Argentina es una historia de amor que no se acaba y continua. Gracias por esperarme, gracias por estar aquí y definitivamente no hay mejor reencuentro”, siguió diciendo, sin embargo, su micrófono tuvo una pequeña falla, generando el único blooper de una noche. Entre risas volvió a retomar su discurso: “Decía, no hay mejor reencuentro que el de su lobita con su manada argentina. Buenos Aires está noche y siempre… somos uno”.

La colombiana no solo dio cátedra en canto, sino también en baile y en performance

Así, ofreció un concierto inolvidable en el que mostró, una vez más, su capacidad de reinventarse y su indiscutible magnetismo escénico. La colombiana abrió su corazón con baladas como “Acróstico” y “Don’t bother”, donde no dudó en mostrar su lado más vulnerable, atravesado por la emoción y la introspección. Pero pronto volvió a convertirse en la showoman salvaje y exótica de siempre: con “Te felicito”, “Hips don’t lie” y “Chantaje”. Con su performance, desplegó una furia de virtuosismo, contorsiones y melena al viento, encarnando la hechicería pop que la distingue y marcando el pulso del espectáculo con sus movimientos y su energía arrolladora.

En un pasaje del show, hizo una pausa para lanzar una reflexión sobre el amor y la libertad personal: “El amor al otro es bonito, pero yo creo que es más bonito el amor propio”, dijo antes de interpretar “Soltera”, una de las canciones de su última era, celebrada sobre una enorme “S” como símbolo de empoderamiento. Danzó con libertad y complicidad frente al público, dejando que la letra (“Se pasa rico soltera”) resonara como un mantra de independencia y deseo, especialmente entre las mujeres presentes, que corearon con fuerza su mensaje de autonomía y liberación sexual.

Sin embargo, el momento más emotivo de la noche indudablemente fue cuando cantó “Día especial”, canción que tiene junto a Gustavo Cerati. Más allá del significado del tema en sí, los gritos, aplausos y vítores no tardaron en ser los protagonistas cuando en la pantalla central apareció el propio Gustavo cantando el tema que compusieron juntos.

En todo momento, la oriunda de Barranquilla miró a la pantalla con el cariño propio de una persona que extraña a su amigo. Inevitablemente, algunos de los presentes no pudieron contener las lágrimas frente al homenaje. El amor colectivo por el músico fallecido fue más allá de gritar a todo pulmón la canción, sino que una vez finalizada dejaron, tan solo por unos segundos, de gritar el nombre de Shakira, para unir sus voces en un “Cerati, Cerati, Cerati”.

La nostalgia también tuvo su momento estelar en el concierto. Cuando comenzaron a sonar “Inevitable”, “Pies descalzos” y “Ojos así”, miles de personas se entregaron al recuerdo, entre el desahogo y el festejo más puro. Hubo un verdadero pogo en la multitud y, mientras Shakira invitó con su performance a imitar sus legendarios movimientos de caderas, el público se vio envuelto en una ola de furia-melancolía imposible de olvidar.

Aquí está, lo prometido es deuda“, fue todo lo que necesitó aclarar para que la manada comprendiera que ”Días de enero” estaba por ser presentada. Esta canción no estuvo en el setlist cuando tocó en el Campo Argentino de Polo, por lo que fue recibida con todo el amor del público, que no dejó una sílaba sin cantar del tema dedicado a Antonio de la Rúa.

A este hit le siguió “La pared” y decidió hacer algo que no es costumbre en sus conciertos: invitó a un grupo selecto a cantar con ella. Para eso, eligió a la orquesta estable del Teatro Colón para que la acompañara, haciendo más especial la primera noche en Buenos Aires.

Cuando llegó el turno de “Suerte”, uno de sus éxitos globales, Shakira sumó una puesta renovada y poderosa: con una versión de arreglos pop árabes, la artista bailó con dagas, rodeada de llamas de fuego, rindiendo homenaje a sus raíces libanesas y a sus ancestros. El baile con armas blancas, lejos de ser agresivo, resultó magnético y sensual, mezclando tradición y modernidad en una escena de alto impacto visual y simbólico.

Sin dar respiro al público, el show siguió con “Waka Waka”, donde el estadio se transformó en una auténtica fiesta multicolor: los bailarines y las pantallas recrearon el clima mundialista, mezclando referencias al carnaval y a África, desatando el fervor y haciendo vibrar a todos los presentes.

Cada una de las canciones que entonó a lo largo de las dos horas y media de show fueron coreadas por todo el público presente (Foto: RSFotos)

En ese clima, la gente se movía al ritmo de la música, los diez bailarines agitaban el escenario y el estadio clamaba con fervor, ella se iba del escenario y las luces se apagaban, ¿de manera definitiva? Fue la pregunta que comenzó a resonar y que pronto recibió la respuesta: una loba gigante comenzaba a erguirse en el centro de la escena, dejando en claro que aún había mucho más.

Sobre las pantallas, mientras tanto, se leyeron “Los diez mandamientos de la loba”, frases como “protegerás y cuidarás a tu manada por encima de todo”, “una loba no compite con las de su especie, las lobas se ayudan y se protegen”, hasta la ironía final: “una loba no codiciará los bienes ajenos… ¡claramente!” —un guiño indisimulado de Shakira a Piqué y su actual pareja, Clara Chía—, que fue festejado por la multitud.

A continuación, sonó “Loba”, otro clásico de furia bailable. Shakira, desde el escenario, invitó a su público a soltar sus mejores aullidos: “¡Auuu!” El estadio, completamente eufórico, respondió a coro en una comunión a pura energía.

Lamentablemente, el cierre llegó, pero Shakira lo hizo como solo ella sabe: con una energía arrolladora, la alegría intacta y el deseo auténtico de darlo todo ante el público que la adora. Para el broche final eligió el tema que define y bautiza a su última gira, “Bzrp Music Sessions, Vol. 53”, una verdadera catarsis post-divorcio que se transformó en himno de empoderamiento y libertad coreado por todos los presentes.

Lejos de quedarse sobre el escenario, la estrella colombiana bajó a las vallas, buscó el contacto directo y se entregó a un cierre lleno de complicidad: cantó y bailó con la multitud, abrazó a los fans y compartió la fiesta en el corazón de Vélez. En el momento culminante, la emoción se volvió celebración colectiva con una lluvia de dólares ficticios—papelitos que, al acercarse, revelaban la imagen de Shakira como ícono global y fenómeno indiscutido.

Así, cerró la primera de sus tres noches en el Estadio José Amalfitani, despidiendo a su público entre euforia y agradecimiento, y dejando claro que la magia y el cariño de ambas partes marcan cada retorno suyo a los escenarios argentinos.

Crédito fotos: RSFotos