
El gobierno de Taiwán está reforzando su presencia internacional con una activa agenda en Europa, consolidando vínculos parlamentarios y comerciales en un momento de alta tensión con el régimen de China y de cambios en el tablero geopolítico global.
Delegaciones de alto nivel, discursos en el Parlamento Europeo y gestos de colaboración tecnológica dan cuenta de una estrategia de diversificación de apoyos más allá de los aliados históricos de la isla.
La vicepresidenta taiwanesa Hsiao Bi-khim realizó la semana pasada una visita histórica a Bruselas, siendo la primera representante isleña en participar formalmente en actividades de un parlamento europeo en más de veinte años.
En la capital belga, Hsiao intervino ante una alianza de diputados críticos de la política china, defendiendo el papel de Taiwán como “actor indispensable en la conversación global sobre paz, prosperidad y democracia”.
El vicecanciller François Chihchung Wu explicó que “normalmente, estos viajes se planifican con meses de antelación, pero esta vez la confirmación llegó en pocas semanas”, lo que evidenció un ambiente favorable de apertura por parte de Bélgica, Alemania y órganos de la Unión Europea.
El Parlamento Europeo, si bien no toma decisiones sobre política exterior, ha ofrecido tribuna a las posiciones de la isla y facilitó la agenda de Hsiao en la región. Durante su intervención, la vicepresidenta advirtió sobre los riesgos de las llamadas “herramientas autoritarias”, marcando paralelos entre la presión de Beijing sobre Taiwán y la ofensiva rusa contra Ucrania.
En paralelo, la ex presidenta Tsai Ing-wen completó una serie de visitas a Alemania, República Checa y otros Estados miembros, subrayando el valor estratégico de la democracia taiwanesa en foros regionales.
Las iniciativas diplomáticas se enmarcan en un contexto de distanciamiento entre la Unión Europea y China, acentuado tras la negativa de Beijing a condenar la invasión de Rusia en Ucrania y la reciente restricción china a la exportación de minerales estratégicos para el sector tecnológico. Estas situaciones han impulsado a diversos países europeos a buscar alternativas para asegurar su cadena de suministro y a fortalecer la cooperación con Taiwán, actor central en la producción mundial de semiconductores y equipos de alta tecnología.

“El bloque mantiene su política de una sola China, pero tiene interés en mantener relaciones estrechas con Taiwán, una democracia afín y un socio clave en economía y tecnología”, afirmó un portavoz de la Unión Europea.
El énfasis de la agenda europea-taiwanesa se reflejó en la recepción de una delegación de 41 legisladores de 17 países europeos el mes pasado en Taipéi, una de las más numerosas en la historia reciente.
La respuesta de Beijing fue inmediata: el Ministerio de Asuntos Exteriores de China presentó protestas y calificó estas actividades como graves provocaciones. Desde la perspectiva china, cualquier visita oficial a la isla o colaboración parlamentaria representa una violación al principio de integridad territorial.
El escenario de apertura no se limita a Europa. Japón, a través de declaraciones de la primera ministra Sanae Takaichi, advirtió que el uso de la fuerza en el estrecho de Taiwán sería considerado una amenaza existencial para la seguridad de su país, lo cual habilitaría una respuesta conjunta con Estados Unidos. Además, Alemania envió recientemente su primer buque de guerra en décadas a través del estrecho y Japón desplegó destructores en esas aguas, reflejando el respaldo tácito a la libertad de navegación y a la estabilidad regional.
En el ámbito tecnológico, los países europeos han incrementado la compra de drones taiwaneses, pieza fundamental en el equipamiento militar contemporáneo. Las autoridades de la isla resaltan constantemente el peso de Taiwán en sectores como la automoción, la salud y la defensa, insistiendo en que ese papel resulta “indispensable para la seguridad y el desarrollo global”.
El presidente taiwanés William Lai continúa ampliando la proyección internacional de la isla, una línea que ya estaba presente durante el mandato de Tsai Ing-wen. No obstante, las restricciones diplomáticas persisten: en julio, Estados Unidos no autorizó una escala de Lai durante una gira internacional, en un contexto marcado por sensibilidades políticas antes de la posible visita del presidente Donald Trump a China en 2026.
Mientras la comunidad internacional observa con atención estos movimientos, países de Europa y Asia ajustan sus políticas respecto a Taiwán y China para proteger sus propios intereses comerciales y estratégicos.
En este contexto, Taipéi se posiciona activamente como aliado relevante en tecnología y democracia, y aprovecha el actual clima de polarización geopolítica para expandir alianzas y ganar visibilidad en foros internacionales.
(Con información de Bloomberg)