El ecoísmo es un patrón psicológico caracterizado por priorizar las necesidades ajenas y evitar la atención (Imagen Ilustrativa Infobae)

Mientras que algunas personas intentan evitar cualquier atención y prefieren pasar inadvertidas, un patrón de comportamiento poco conocido, denominado ecoísmo, llama la atención de psicólogos y expertos. Se trata del polo opuesto al narcisismo, y se caracteriza por la tendencia a priorizar continuamente las necesidades de los demás en detrimento de las propias. Las personas ecoístas exhiben una excesiva modestia, evitan ser el centro de atención y experimentan serias dificultades para expresar deseos o establecer límites personales.

El término ecoísmo se origina en la mitología griega, de la misma manera que el narcisismo. La historia de Eco, una ninfa castigada por los dioses a repetir únicamente las palabras de otros, sirve como base conceptual: su voz fue silenciada tras intentar ayudar a las amigas de Zeus y, finalmente, fue rechazada por el vanidoso Narciso. Según consignó BBC, esa incapacidad de Eco para manifestar sus deseos la llevó al sufrimiento, analogía que describe cómo las personas ecoístas sacrifican sus propias necesidades para evitar sentirse avergonzadas o perder la aprobación de los demás.

Este patrón de conducta no se limita a la simple empatía; el ecoísmo puede derivar en hiperapatía, baja autoestima, miedo al rechazo y dificultad extrema para establecer límites”, explicó a ABC la psicóloga Noelia Gómez López. La tendencia a asumir la culpa y a pedir muy poco a los demás responde al temor de agobiarlos o ser vistos como alguien que busca atención, lo que a la larga puede afectar el bienestar emocional e incluso desembocar en estados depresivos.

El término ecoísmo proviene de la mitología griega y representa el polo opuesto al narcisismo (Imagen Ilustrativa Infobae)

Según los especialistas consultados por ABC, en muchos casos los ecoístas provienen de entornos familiares donde se refuerza la idea de sacrificarse por los otros como instrumento para recibir afecto. Esta dinámica perpetúa un desequilibrio relacional: quienes adoptan el ecoísmo encuentran su validación en la utilidad o complacencia hacia los demás, lo que suele dar lugar a relaciones poco equitativas.

El ecoísmo y el narcisismo tienden a complementarse, ya que el narcisista busca atención y admiración, mientras que el ecoísta obtiene aprobación al someterse a las necesidades ajenas. No obstante, Gómez López advirtió que estas relaciones son insostenibles y pueden dejar profundas secuelas emocionales en quienes se sienten atrapados en ellas por miedo a dejar de complacer y la consiguiente culpa asociada.

A diferencia del trastorno narcisista de la personalidad, no existe una condición clínica equivalente al ecoísmo, aunque su expresión “puede contribuir a la soledad, al aislamiento y a problemas de salud mental”, según detalló BBC. En contraste, se observó que un nivel moderado de narcisismo, especialmente del tipo denominado “narcisismo grandioso”, puede incluso relacionarse con mayor resiliencia ante el estrés y mejores resultados en la salud mental. Sin embargo, “tanto el exceso como el defecto de autoafirmación pueden tener consecuencias negativas”, subrayó el catedrático Kostas Papageorgiou de la Queen’s University de Belfast en su análisis para BBC.

El ecoísmo se origina frecuentemente en entornos familiares que refuerzan el sacrificio personal para obtener afecto (Imagen Ilustrativa Infobae)

El abordaje terapéutico para quienes muestran características de ecoísmo implica reconocer que no es necesario identificarse como alguien inferior a los demás ni rechazar el propio valor. Aprender a encontrar un punto de equilibrio y validar los logros y deseos personales es fundamental para el bienestar y el desarrollo de relaciones más sanas y recíprocas. Los expertos recomiendan desafiar las creencias internalizadas desde la infancia sobre la necesidad de agradar o adaptarse para recibir cariño, y subrayan que buscar ayuda profesional puede ser el paso inicial para dejar atrás patrones autolimitantes y construir nuevas dinámicas personales.

Así, tanto el ecoísmo como el narcisismo forman parte de un espectro de personalidad, y el adecuado equilibrio entre reconocer la valía propia y considerar a los demás es crucial para la salud emocional y el bienestar general. Más allá de las categorías fijas, la flexibilidad adaptativa y el desarrollo de límites sanos favorecen no solo la satisfacción personal, sino también la capacidad de relacionarse con los demás de manera equilibrada.