Diego Echeverría Casanova hizo una defensa transversal de la libertad en todos los niveles de la sociedad, desde lo político hasta lo cotidiano

Libertad. Si hay una palabra que atraviesa Enclave de ideas. Un faro de libertad en cada página, es esa. En su libro, el diputado y profesor uruguayo Diego Echeverría Casanova reúne una selección de más de cincuenta columnas escritas entre 2020 y 2023, originalmente publicadas en el diario El País.

En sus páginas, el autor reflexiona sobre los valores republicanos, la defensa de la libertad como principio esencial y los desafíos políticos y éticos que enfrenta América Latina en tiempos de crisis institucional y populismo. Prologado por el expresidente Luis Alberto Lacalle Herrera, el libro aborda temas como el impacto de los algoritmos en la democracia, el legado de figuras como José Artigas y Wilson Ferreira Aldunate, y la importancia de una educación orientada a la ciudadanía.

En diálogo con Infobae, Echeverría Casanova dice, por ejemplo, que “la libertad es un valor y un concepto que está en crisis” y que su defensa debe ser una prioridad en toda la región. Al reflexionar sobre América Latina, afirma: “Parece que se le tuviera miedo a la libertad, porque pareciera que la libertad es sinónimo de desigualdad, de injusticia”. También cuestiona el rol del Mercosur, al que describe como “un club de amigos que no ha sabido adaptarse a los desafíos del siglo XXI”. También dice que no cree “en la romantización extrema del Estado ausente”.

Respecto a los recientes resultados electorales en Uruguay, que dieron a Yamandú Orsi como el próximo presidente de ese país, asegura: “Más allá de que los resultados son recientes, creo que reivindican algo que planteo en varios capítulos del libro: la impostergable batalla cultural. Esto se debe a los tiempos de posverdad, donde los relatos y las construcciones hegemónicas muchas veces pesan más que la realidad”.

Antes de la presentación de su libro en Buenos Aires Echeverría Casanova también hizo referencia al impacto de la figura del presidente argentino, Javier Milei, en la región y en la agenda cuando dice: “El presidente Milei ha tenido un mérito importante: instalar el debate filosófico e ideológico”. Y agrega: “Su peso ideológico es evidente, y quienes tienen una concepción liberal sienten que no están solos”. Y vuelve a pensar en la libertad.

La libertad como faro

El autor consideró que las recientes elecciones en Uruguay muestran la necesidad de una batalla cultural frente a la posverdad y los relatos hegemónicos

En Enclave de ideas, el concepto de libertad es un eje transversal ¿Por qué reivindicar el valor de la libertad hoy frente a otros valores que también podrían reivindicarse?

―En los tiempos que vivimos, en la sociedad moderna, en América Latina y en todo el mundo, la libertad es un valor y un concepto que está en crisis. Los enemigos de la libertad están siempre arremetiendo y es en la cotidiana, ni siquiera en grandes debates filosóficos. La cuestión de la libertad es en el diario vivir, en la vida del laburante, del empresario, del estudiante, del docente. La libertad es un valor que es transversal en todos los niveles de la sociedad, en todas las clases sociales. Creo que reivindicar la libertad como valor supremo es fundamental.

―También forma parte de la bajada del libro.

―Y en el libro no es casual porque busca ser un enclave de ideas y un faro de libertad. La libertad, en definitiva, es un faro, una guía, un norte para nosotros quienes hacemos de esta actividad intelectual, como la escritura, pero también desde el ámbito político. Hay un refrán que dice que para un barco sin rumbo cualquier viento es el correcto, y nosotros estamos convencidos de que el rumbo es el de la libertad. Por eso la escritura, la defensa de los valores, los principios, las reivindicaciones, tienen que ser siempre en clave de libertad. Es una cuestión que vale la pena discutir en toda la región.

Diego Echeverría señaló que el Mercosur se ha transformado en un club de amigos ideológicos estancando su propósito inicial de integración

¿Por qué es importante discutir la libertad a nivel regional?

―La región tiene los mismos conflictos y debates en torno a la sociedad moderna. Parece que se le tuviera miedo a la libertad, porque pareciera que la libertad es sinónimo de desigualdad, de injusticia. Y creo que la reivindicación de la libertad pasa por la búsqueda de la superación y el crecimiento de todos. Solo de un ejercicio genuino, profundo de la libertad, se encuentra el crecimiento individual y el colectivo, porque el crecimiento de las sociedades es basándonos en el crecimiento de cada uno de nosotros. Creo que esto sucede en Argentina, Brasil, Paraguay, en toda América Latina. Vemos situaciones de un profundo debate y de quienes no son amigos de la libertad arremetiendo permanentemente. Hay una crisis profunda. Por eso creo que vale la pena analizar y dar el debate.

En un artículo del libro, titulado “América dolida”, reflexiona sobre estas cuestiones de la región. ¿Qué país latinoamericano consideras que es un faro o que ha encontrado un camino exitoso en el que Uruguay podría tomar algunos aspectos?

América Latina tiene una tradición de libertad que es muy profunda. Lamentablemente, en los últimos tiempos hemos enfrentado, como latinoamericanos, populismos que han hecho mucho daño a la región. Uruguay ha sabido ser un faro de libertad, un enclave donde se han rescatado valores de convivencia, de tolerancia, de libertad comercial, empresarial y una profunda libertad intelectual. La libertad jamás puede naturalizarse o darse por hecha. La sociedad moderna tiende a naturalizar ciertos valores que van en detrimento de estos principios. Uruguay ha sobrevivido a las andanadas populistas, pero no está libre. A veces, hay una especie de romantización de lo que sucede en otros lugares. Uruguay reivindica la libertad, pero también tiene que dar una batalla clara y profunda permanentemente.

Diego Echeverría marcó la necesidad de reivindicar la libertad como valor supremo en América Latina para superar las crisis actuales

¿Entonces no hay ningún país de la región del que Uruguay pudiera rescatar algo?

―Creo que Argentina hoy está en un camino de defensa de la libertad que es claro. El tiempo dirá hacia dónde lleva. Se ha encaminado en un proceso de búsqueda de la libertad, y eso hay que destacarlo. También hay países que están batallando por la libertad y, aun cuando la conquistan, no se les otorga, como es el caso de Venezuela. Lo que sucede en Venezuela es tremendamente duro: un pueblo que busca la libertad, que tiene la valentía y el coraje de conquistarla, y aun así no se le otorga. Es muy triste. Más triste aún es el silencio cómplice de muchos países latinoamericanos que miran para un costado, bajo la excusa de que “el problema de los venezolanos es de los venezolanos”. Esa es la excusa perfecta de los cobardes que no quieren dar la batalla. Tenemos que decirlo en cada ámbito y foro, porque el día de mañana van a venir por nosotros.

El diputado destacó el concepto de “libertad responsable” acuñado por Luis Lacalle Pou, señalándolo como una marca filosófica clave en la gestión

En el libro menciona que la libertad tiene que venir de la mano de la responsabilidad, citando a Hayek. ¿En qué cuestiones concretas habría que ser responsable en el siglo XXI?

―Hoy vivimos en un mundo donde los algoritmos limitan la libertad. Los algoritmos nos muestran y retroalimentan con lo que ya pensamos. Son enemigos de la libertad porque la mejor forma de tenernos como rehenes es mostrarnos solo lo que queremos ver. La responsabilidad de estos tiempos pasa por ejercer la libertad sin dañar al otro. El desafío de la convivencia, de la tolerancia, del uso responsable de la libertad es crucial. El uso irrestricto lleva inevitablemente a conflictos en una sociedad moderna multicultural. Un ejemplo de esto fue lo que sucedió en Uruguay con el manejo de la pandemia. No hubo encierro obligatorio, hubo un ejercicio muy grande de la libertad laboral. La economía no se enfrió, no hubo crisis de empleo. Esto se logró porque se apuntó a que el ser humano tiene la capacidad de hacer un uso responsable de su libertad. Se trató de confiar en que las personas pueden actuar con responsabilidad. Por eso el presidente Luis Lacalle Pou acuñó el concepto de “libertad responsable”. Es una marca del gobierno, pero también una marca filosófica que vale la pena reivindicar.

Echeverría recordó que Uruguay evitó el encierro obligatorio en la pandemia con un modelo basado en la libertad responsable

¿Cuál es el rol del Estado en esta concepción de libertad que plantea?

El Estado debe estar donde es necesario para asegurar la libertad. No creo en la romantización extrema de un Estado ausente. Hay personas vulnerables que necesitan del Estado para garantizar su ejercicio de la libertad. A veces se dice que todos nacemos libres e iguales, pero no todos nacemos con las mismas oportunidades. El Estado debe asegurar condiciones mínimas de igualdad para que todos puedan ejercer su libertad. Un niño que no tiene una buena alimentación, vacunas o educación no tendrá las herramientas necesarias para desarrollarse plenamente. Por eso el debate no debe quedarse en un plano abstracto. El Estado debe estar presente para garantizar esas condiciones básicas y asegurar que la libertad sea real y efectiva para todos.

Las elecciones presidenciales en Uruguay

Echeverría opinó que la elección de Yamandú Orsi como presidente refleja la necesidad de una batalla cultural frente a la posverdad

¿Cómo analiza el resultado de las últimas elecciones en Uruguay?

―Más allá de que los resultados son recientes, creo que reivindican algo que planteo en varios capítulos del libro: la impostergable batalla cultural. Podrías preguntarte cómo, con todo lo que hemos logrado [con el Partido Nacional], el gobierno no fue reelecto. Esto se debe a los tiempos de posverdad, donde los relatos y las construcciones hegemónicas muchas veces pesan más que la realidad. A veces decimos que el dato mata al relato, pero la realidad nos muestra que no siempre es así. Esto refuerza la importancia de dar la batalla cultural, porque las visiones filosóficas de izquierda han sabido culturizar en todos los niveles: sindical, gremial, educativo y académico. Han construido un relato que, combinado con el sesgo de confirmación, consolida prejuicios.

¿La figura de Milei en Argentina pudo haber influido en esos resultados?

―No, Uruguay siempre ha resuelto sus elecciones en función de su propia realidad. Sin embargo, creo que el presidente Milei ha tenido un mérito importante: instalar el debate filosófico e ideológico. Hoy se debaten cuestiones vinculadas al liberalismo gracias a que su figura ha puesto estos temas sobre la mesa.

Para Echeverría la figura de Javier Milei genera influencia en la región, impulsando el debate sobre ideas liberales y libertad

¿Cree que su figura tiene impacto en la región?

―Sí, un presidente que ha ganado visibilidad por su estilo y resultados económicos, genera influencia. Su peso ideológico es evidente, y quienes tienen una concepción liberal sienten que no están solos. Esto fomenta el debate en muchos países de la región.

También menciona a la importancia de la democracia, ¿Qué estrategias podríamos pensar para fortalecer las democracias liberales y frenar el avance autoritario?

―Creo que debemos prender luces de alerta cada vez que hay un exceso. Esto sucede cuando las sociedades naturalizan lo que está mal: un sindicato patotea, un gremio estudiantil prohíbe entrar a sus estudiantes, un empresario no puede disponer libremente de su propiedad porque se la ocuparon. Si aceptamos estos comportamientos, llega un punto en que nadie se sorprende. La defensa de la libertad requiere límites claros.

Artigas, Alberdi y Ferreira Aldunate: el pasado para mirar el futuro

Detalle de “Artigas en La Ciudadela”, óleo de Juan Manuel Blanes (1886)

En el capítulo del libro “El mejor Uruguay” reflexiona sobre Artigas como una figura clave. ¿Cómo pensar su legado en el siglo XXI, considerando que la sociedad que él pensó es muy distinta a la actual?

―Un pueblo que no conoce su pasado no puede entender su presente ni vislumbrar su futuro. La figura de Artigas, como la de tantos héroes latinoamericanos, tiene un profundo contenido de amor a la libertad, al individuo y al compatriota. En tiempos de crisis de individualismo, donde muchos miran hacia adentro, mirar al otro con respeto, empatía y tolerancia es también parte de su legado. Artigas fue un adelantado. Su visión federal y liberal se inspiró en movimientos como la Revolución Norteamericana. Las Instrucciones del Año XIII contienen un contenido filosófico e ideológico que tiene vigencia actual. Cuando Artigas escribía que “la veleidad de los hombres debe ser controlada por la Constitución y las leyes”, nos dejaba un mensaje sobre la importancia de los límites y la institucionalidad, algo que sigue siendo fundamental hoy.

En el libro también menciona a Wilson Ferreira Aldunate. ¿Por qué lo consideras un faro ineludible para la construcción de una nación?

Wilson Ferreira Aldunate fue un político uruguayo que se opuso férreamente a la dictadura de los años 70. Estuvo exiliado durante más de una década y, a pesar de eso, siempre defendió la libertad. Decía que “la libertad nunca está permanentemente conquistada”, y tenía razón. Su legado no solo radica en su oposición a la dictadura, sino en su firme defensa de los principios, incluso en las circunstancias más adversas. En un mundo que tiende a lo líquido, como dice Bauman, figuras como Wilson nos enseñan el valor de jugársela por las ideas.

Cuando hablamos de Artigas también pensamos en Juan Bautista Alberdi, que también es otra de las figuras que podríamos citar para pensar en la igualdad y la unión regional

―Creo en la patria grande latinoamericana, en una visión de un continente que mire hacia adelante. Los procesos de integración regional necesitan también de la libertad. El Mercosur ha quedado estacionado en el tiempo que quiso ser un mercado común y no supo atravesar todo el proceso de un área preferencia comercial, una zona de libre comercio, una unión aduanera para después ir a un mercado común. Hoy el Mercosur está naufragando hace rato, y pasó de ser una búsqueda de integración comercial con un beneficio para todos los pueblos, a ser un club de amigos ideológicos y eso fue lo que lo hizo estancar. Desde el momento que hubo gobiernos en Latinoamérica que contaminaron ideológicamente al Mercosur, lo hicieron un club de amigos, lo transformaron en otra cosa. Y los que no se beneficiaron en sí fueron, fueron sus pueblos. Entonces, hay que entender los procesos de regional, que no es un club de amigos ideológicos.

[Fotos: Candela Teicheira, Reuters y AFP]