El pasado 10 de noviembre de 2024 marcó el fin de una era en la literatura feminista con el fallecimiento de Sandra Gilbert, reconocida poeta, crítica literaria y profesora. Gilbert, quien murió a los 87 años en un hospital de Berkeley, California, debido a una enfermedad pulmonar obstructiva crónica, dejó un legado transformador que redefinió el análisis de las voces femeninas en la literatura. Su obra, profundamente influida por sus experiencias personales y su pasión por las letras, sigue inspirando a académicos y escritores en todo el mundo.
En 1979, Sandra Gilbert y Susan Gubar revolucionaron los estudios feministas con la publicación de “La loca en el desván”, un análisis seminal sobre cómo las autoras del siglo XIX reflejaban, a través de sus personajes, las tensiones sociales de su tiempo. Uno de los ejemplos más destacados del libro es el análisis del personaje de Bertha Mason en Jane Eyre, de Charlotte Brontë, interpretada como una metáfora de la opresión femenina.
El impacto de la obra fue inmediato y generalizado. The Washington Post calificó el libro como una “pieza maestra de la crítica literaria”. Sin embargo, no estuvo exento de críticas; algunos académicos señalaron que la obra no profundizaba lo suficiente en temas como el racismo y las dinámicas coloniales, particularmente relevantes en el análisis de Mason, descrita como una criolla del Caribe.
Una carrera académica excepcional
Nacida el 27 de diciembre de 1936 en Queens, Nueva York, Sandra Gilbert demostró un talento temprano para la escritura, componiendo poemas desde los cuatro años. Se graduó en literatura inglesa en la Universidad de Cornell en 1957 y completó su doctorado en la Universidad Columbia en 1968.
Durante su vida académica, Gilbert enseñó en la Universidad Estatal de Sacramento y en la Universidad de California en Davis, donde trabajó hasta su retiro en 2005. Su primera publicación académica, Acts of Attention (1972), abordó la poesía de D.H. Lawrence, marcando el inicio de una carrera prolífica que influiría profundamente en los estudios literarios feministas.
Colaboración con Susan Gubar y reconocimientos internacionales
La colaboración entre Sandra Gilbert y Susan Gubar comenzó en 1973 en la Universidad de Indiana y resultó en una serie de obras fundamentales, como “The Norton Anthology of Literature by Women” y “No Man’s Land: The Place of the Woman Writer in the Twentieth Century”. Estas publicaciones cimentaron su reputación como líderes en los estudios de género.
Su trabajo conjunto recibió numerosos galardones, entre ellos el premio a la trayectoria del National Book Critics Circle en 2012. Gilbert y Gubar no solo exploraron la representación femenina en la literatura, sino que también construyeron un marco teórico que abrió nuevos caminos para las generaciones futuras de críticos y escritores.
La poesía como refugio personal
Más allá de la crítica literaria, la poesía ocupó un lugar central en la vida de Sandra Gilbert como medio para procesar experiencias personales. La muerte de su esposo, Elliot Gilbert, en 1991 debido a complicaciones médicas, inspiró su obra “Muerte injusta” (1995), donde aborda el duelo y el proceso legal tras esta pérdida.
Sus últimos libros, como “The Culinary Imagination” y “Aftermath”, exploran temas de memoria, cultura y el impacto del luto en la creatividad. Estas obras reflejan el interés de Gilbert por conectar lo cotidiano con reflexiones filosóficas profundas, consolidando su lugar como una voz única en la poesía contemporánea.
Un impacto perdurable en la literatura y el feminismo
El legado de Sandra Gilbert trasciende los límites de la crítica literaria. Su capacidad para convertir experiencias de pérdida personal en arte y su compromiso con la poesía como herramienta analítica marcaron un punto de inflexión en el estudio de la literatura femenina. “Como crítica, quiero mantenerme cerca de las fuentes de la poesía”, declaró Gilbert en una ocasión, encapsulando la esencia de su enfoque intelectual y emocional.
Su influencia seguirá resonando en generaciones de lectores, escritores y académicos, asegurando su lugar como una figura esencial en la historia de la literatura feminista.